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Ana y el Rey

Por Javier Esturillo - Diciembre 11, 2017
Ana y el Rey
El Rey Felipe VI, flanqueado por Susana Díaz y Javier Márquez.

La puesta de largo del Museo Íbero, con la presencia de Felipe IV, ha dado para mucho, con entrega de cartas, cientos de peticiones, alguna que otra ausencia y muchos chascarrillos

Jaén ha amanecido envuelta en la primera borrasca con nombre, Ana. El día no podía ser más desapacible y gris. Frío, lluvia y viento. Igualito que aquel 11 de enero de 2008, cuando el Rey, aún Príncipe, y su esposa, Doña Letizia, hoy Reina, inauguraban el Teatro Infanta Leonor. Llovía a cántaros sobre la capital. No había paraguas suficientes para proteger a tanta personalidad. La anécdota de la desagradable tarde -por el tiempo- la protagonizó el entonces teniente de alcalde, José Luis Cano, con aquella corbata de color morado y la insignia en la solapa, en la que se podía leer "Primavera republicana".

Hoy, a diferencia, nadie ha sacado los "pies del tiesto". Los invitados al acto institucional -la mayoría de punta en blanco- han seguido cada uno de los pasos que marca el protocolo sin hacer ruido. Los extremos han tratado de no tocarse y cada uno ha ejercido su papel. El Rey ha llegado tarde -casi una hora de retraso sobre el horario previsto debido a las inclemencias meteorológicas-. "Demasiado tarde", decía alguno en los improvisados corrillos en los que se cuentan chistes, chascarrillos y bromas para hacer más llevadera la espera. Los concejales del equipo de Gobierno han aprovechado ese impás para hacerse un selfie, que luego han repetido con el secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, su anterior "jefe". Miguel Moreno, alcalde de Porcuna y "enemigo íntimo" del presidente de honor del PP de Jaén, miraba hacia otro lado. No ha sido el único que ha cambiado de posición para evitar algún que otro saludo incómodo, con gestos evasivos, continuas ojeadas al móvil o conversaciones forzadas. Pero lo importante era su Majestad.

A las doce del mediodía y pocos minutos, Felipe VI ha accedido a la sala donde le esperaban los invitados y la prensa. A un lado, Susana Díaz y el alcalde, Javier Márquez; al otro, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, y el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sánz. El Rey, entre ambos flancos. Tras la breve intervención de la presidenta de la Junta, llegaba el momento más esperado para los que, durante más de dos décadas y 28 millones de euros -no olvidar-, han luchado para que Jaén cuente un espacio "único" en el mundo sobre la cultura que da nombre a la Penísula, como Pilar Palazón, miembro de la Asociación de Amigos de los Iberos, y el profesor Arturo Ruiz. El descubrimiento de la placa hacía realidad el sueño. Y, poco más, porque el monarca no ha dicho ni una palabra.

Directamente se ha ido a visitar la exposición y a estrechar manos, como la de los concejales de Jaén en Común, cuyo portavoz, Manuel Montejo, sin pin republicano en la solapa, pero con ese espíritu reivindicativo que le caracteriza, ha entregado a Felipe VI una carta en la que recuerda al jefe del Estado que "el retraso en la ejecución" del Museo Íbero "no es una excepción, sino la norma" en esta ciudad, "siempre fuera de las prioridades de actuación de todos los gobiernos y administraciones". "Jaén es una prioridad", ha espetado al monarca, quien, después de su visita a las instalaciones, ha tenido la deferencia de bajar de nuevo al hall del edificio para seguir saludando y haciéndose fotos con todo aquel que quería inmortalizar el momento. Los que más han disfrutado han sido los alcaldes, bueno los que estaban invitados porque se ha echado de menos a más de un regidor con peso en la provincia. Cuestiones de protocolo. El de Linares, por ejemplo, ha hecho acto de presencia y se ha largado pitando de regreso a la ciudad para atender sus funciones. No es político de "compadreos", como todo el mundo sabe.

El Rey se ha marchado con el cielo menos rabioso. Antes de subirse al coche oficial, ha saludado al respetable, entre los que se encontraba la Plataforma de Jaén Merece Más, que entregó un dossier con 58 propuestas incumplidas por las administraciones con la capital y el conjunto de la provincia jiennense; representantes de las asociaciones de policías nacionales y guardias civiles que exigen la equiparación con los sueldos de sus compañeros autonómicos, y alguna que otra alma descarriada que buscaba más a la presidenta de la Junta que al monarca.

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