Juan Antonio Anguita: "Es mi película más diferente"

Autodidacta en el arte de la cámara desde que tenía 16 años, Juan Antonio Anguita (Jaén, 1979) acaba de estrenar 12 días de mierda, una película en la que muestra un registro en la dirección diferente a las tres anteriores. De la comedia pasa al drama y al thriller para narrar una historia sobre la amistad contada precisamente por un grupo de amigos. Anguita y los suyos trabajan para que la historia tenga pronto más proyecciones en la capital.

—¿Qué tal fue el estreno?

—Alucinante. Salí desbordado por los elogios y las felicitaciones. Hubo palabras muy bonitas por parte de la gente. Todo se vio y se escuchó perfecto. Noté que la audiencia la disfrutó. La película también tiene sus tintes cómicos y me alegró que la gente los entendiera en cada escena.

—¿Cómo surge la idea?

—Me la encargó la compañía de teatro Animahist. Me pidieron un título rápido y la verdad es que entonces no tenía ni argumento, y a partir del título construí la historia.

—El rodaje se hizo en 48 horas. ¿Cuánto tiempo le llevó escribir la historia?

—Me parece que fueron unos cuatro meses, en 2014. Le dedico mucho tiempo a pensar la idea y el mensaje que quiero transmitir. Tomo notas de todo lo que se me ocurre para darle vida a la historia en mi cabeza. Cuando tengo claro el final y hacia dónde va, me pongo con los diálogos. En este caso le dediqué mucho tiempo a la estructura, a decidir los giros, y desde ahí pasé a los diálogos, una fase que es muy rápida para mí. Me gusta hacer una lectura con un allegado que me haga críticas para pulir al máximo y después se la enseñé al grupo. La clave es pulir y pulir.

—La amistad es el tema principal.

—Sí, es una reflexión sobre las consecuencias de no hacer las cosas bien. Los personajes se ven envueltos en una situación en la que cualquiera de nosotros no sabría bien cómo reaccionar.

—¿Qué películas le han influido para hacer 12 días de mierda?

—La verdad es que no he tenido una referencia clara. Quizá me han influido historias como En la cama. Me gustan las películas que ocurren en un solo espacio.

—¿Qué otros subtemas quiere tratar en la historia?

—El suicidio —afecta al protagonista— y el entorno del trabajo: cómo la ambición hace que tomemos ciertas decisiones o cómo se manejan algunas situaciones en el entorno laboral. La honestidad, también. Y el papel de la mujer, la discriminación que aún sufre.

—Ha alabado el trabajo de los tres actores. ¿Los tres son amigos en la vida real?

—Sí, y era muy importante que así fuera para el tipo de rodaje. Carlos Aceituno y Cristina Mediero son pareja, y también son muy amigos de Pedro Lendínez. El rodaje fluyó.

—Los artistas tienden a remarcar su última creación. ¿Cree que es lo mejor que ha hecho?

—No sé si es lo mejor. Tengo un punto muy autocrítico: siempre me planteo si es digno o no lo que he hecho. Y creo que es bastante digno y muy diferente a todo lo anterior. Hasta ahora había sido comedia. Esta historia se aleja del resto de mis películas. Creo que la gente la ha recibido muy bien.

—¿De qué le gustaría hablar en el siguiente trabajo?

—Aún no lo tengo decidido. Antes estrenaba una peli y ya tenía otra en el proceso de grabación. Ahora voy a parar un poco. Es necesario para que todas las películas tengan vida. Tendré más tiempo para decidir qué quiero hacer.

—¿Piensa que las administraciones deberían apostar más por el cine que también educa?

—Hay que apoyar a la cantera que hay aquí, porque hay mucha gente con talento haciendo cosas bonitas. Estaría muy bien tener cines donde la película pudiera estar más de una semana, como ocurre con producciones de otros compañeros. Es cierto que hay veces que se proyectan en la sala y apenas acude público. Habría que llegar a un equilibro y pensar cuál es el mejor sistema. Y está claro que nos tenemos que buscar la vida, como cualquier artista.