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Vicente Blasco Ibáñez como escritor

Por Antonio García Fuentes - Junio 14, 2017
Vicente Blasco Ibáñez como escritor
'Vicente Blasco Ibáñez como escritor', un retrato elogioso de Antonio García Fuentes.

Debiera estar en todos los centros de enseñanza de España y en muchos otros del extranjero donde se imparta la literatura española; tal es la inmensa obra que dejó escrita Vicente Blasco Ibáñez sin haber sido muy larga su prolífica vida (Valencia enero 1867 Menton (Francia) enero 1928 – 61 años) pero suficiente para dejar una amplísima realidad de la España y gran parte del mundo de su tiempo; cosa que queda clara en sus obras completas, de las que poseo todos sus volúmenes, editados por “Aguilar de Ediciones 1966 y la que inicio a leer por tercera vez; por considerarlo muy interesante o mejor dicho, “inagotable” como individuo rebelde al máximo y poseedor de ideas inagotables; cosa tabú en esta ridícula España y por lo que fue perseguido, teniendo que realizar su obra en el extranjero, donde logró hacerse enormemente rico y ser comprendido mundialmente: Reflejaré a continuación algunas frases escritas en cartas por él mismo y donde se demuestra “algo de lo que fue” en un país, donde para ser famoso, tienes que ser torero, futbolista o artista folclórico.

«Nací en Valencia, patria de Sorolla y de Benlliure, y soy hijo de un comerciante de familia aragonesa, como el propio Sorolla. De edad de doce años comencé a ejercitarme en el arte de escribir. A los catorce años tenía escrita una novela, de las de capa y espada. Fue cuando vine a Madrid huyendo de la casa paterna. Sufrí hambre y miseria; mas di con el viejo novelista don Manuel Fernández y González, el cual me tomó por secretario, colaborando entonces con él en sus últimas obras, es decir,  escribiendo varios capítulos de ellas conforme al plan por él trazado (por tanto hizo de “negro”). Habiéndome hecho buscar por la Policía mi familia, volví a Valencia al cabo de unos seis meses, tomando desde aquella época parte muy activa en la política republicana, si bien estudiando con poquísimo celo en la Universidad, de la que acabaron por expulsarme, lo cual no impidió que me aprobaran de abogado. Hubieran sido mis deseos entrar en la Marina de guerra; pero por voluntad de mi madre, tuve que seguir la carrera, más pacífica, de Derecho. Mis primeros estudios los hice en un colegio de curas y recibí una educación estrictamente religiosa. Por mis lecturas, me fui formando, poco a poco, una mentalidad muy diferente a la del ambiente en que vivía. Teniendo gran afición a la lectura,  me posesionaba de cuantas obras caían en mis manos, entre ellas la Vida de Jesús, de Renan y varios tomos de Pi y Margall, mi futuro jefe. No se puede decir que perdiera ningún curso, pues unas semanas antes de los exámenes lo tomaba todo de memoria, con una facilidad tremenda, para olvidarlo todo después. Si no asistía a las aulas universitarias, en cambio me pasaba las mañanas, las más de las veces, vagando por los caprichosos senderos de la vega valenciana, cuando no tendido a la sombra de una vieja barca, contemplando el juego de las espumas marinas y soñando con el cisne de Lohengrin… Cuando de tarde en tarde, aparecía yo en el claustro de la Universidad, se ponían los bedeles en guardia: “¡Ave de mal agüero, anunciador de tempestades!”, decían. “Era todavía estudiante cuando, por una de las pocas poesías que he escrito en mi vida, tuve que sentarme en el banquillo de los acusados reo del delito de lesa majestad. Era nada menos que un soneto, y un soneto contra los reyes, todos los reyes del mundo»

Dejo aquí el relato biográfico escrito por el mismo autor, que en ese momento contaba con dieciséis o diecisiete años, por lo que fue indultado de una condena que le fuera impuesta. Pero su biografía sigue ya que es muy extensa y riquísima en vivencias de un siempre rebelde y que no necesitó otro idioma que el español para realizar su extensísima obra, de la que siempre se sintió orgulloso.

De pobre cuasi de solemnidad, pasó a ser rico riquísimo y codearse con “la crema de Europa y Norteamérica”, sus obras eran puntualmente editadas y vendidas, algunas de ellas llevadas al cine entre ellas Los cuatro jinetes del apocalipsis (grandiosa producción que refleja las miserias de la I Guerra Mundial (1914-1918); escribió de lo mejor que se ha escrito sobre La revolución en México de la que fue testigo; La vuelta al mundo de un novelista (otra gigantesca obra) y sobre todo la gran obra que realizara sobre su tierra madre y la huerta valenciana… y tantas más y de tan variados temas, que de verdad sincera; cualquier lector que de verdad le atraiga la lectura, tiene forzosamente que leer la obra de Vicente Blasco Ibáñez; el que yo considero a la altura, “o”… de nuestro primer autor, o sea del que escribiera El Quijote; que igualmente “retrató la sociedad de su tiempo”.

De ahí el que yo insista y diga, que su obra, debe ser de lectura obligatoria, allí donde se enseñe no sólo el idioma español (que no castellano) sino la historia de la literatura española, puesto que nuestra lengua es la segunda más hablada en el mundo actual y avanza a paso agigantado por su riqueza en matices, en la que es única para expresar todo tipo de sentimientos, por lo que es ridículo e incomprensible que en la misma España y en ciertas regiones, sea combatida; lo que demuestra la mezquindad y catetec de los políticos que dicen “liberar a sus pueblos”, pobrecitos indeseables.

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