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ANÁLISIS | Cuando las rencillas se resuelven a tiros

ANÁLISIS | Cuando las rencillas se resuelven a tiros
Agentes de la Guardia Civil custodian el lugar del crimen. Foto: Guardia Civil

Jaén ha vivido hasta cuatro sucesos en los que las armas de fuego han sido protagonistas desde que el pasado mes de mayo muriera Alberto Magalhaes tras recibir un disparo a bocajarro con una escopeta

Suena un disparo y llega la tragedia. En la capital o en un pueblo de poco más de 4.000 habitantes la muerte acecha tras un arma, en una bala, en un cartucho. El silencio, el qué ha pasado, el quién ha sido. El porqué. A veces hay muertos y otras solo heridos, pero siempre un disparo deja un poso de lamento allá donde sucede que se recuerda durante semanas. Y, según como haya sido la secuencia de los hechos, muchas veces quedará para la posteridad. Como cuando la cabeza de Alberto Magalhaes, el conocido "Magallanes" de la capital, un personaje con un fondo de historias de delito y novela negra a sus espaldas, recibió un disparo prácticamente a bocajarro que acabó con un padre de familia muerto.

 Los investigadores recogen pruebas en la escena del crimen, en la calle Tiro Nacional. Foto: MARC
Los investigadores recogen pruebas en la escena del crimen, en la calle Tiro Nacional. Foto: MARC

También acabó con uno de los jóvenes –tenía solo 14 años– que en el año 2000 acabaron con la vida del iliturgitano Jaime Ordóñez, veinteañero, a navajazos. Fueron 33 puñaladas las que recibió el cuerpo del joven de Andújar. Pero a Magalhaes, un solo disparo lo dejó sin agrandar su historial de delitos.

El crimen del Tiro Nacional inauguró un mes y medio de confusión e incertidumbre en los que siempre resuenan los 'pum' de los disparos. El 25 de mayo, Miguel O. M., un vecino de la capital, acabó, presuntamente, con la vida de Magalhaes, de 31 años, en la puerta de su propia casa. Allí quedó un reguero de sangre, una sinfonía de gritos y una mujer de avanzada edad y vecina de la víctima que necesitó restregar durante horas para quitar la sangre que había dejado el disparo.

UN CRIMEN PASIONAL

 Alberto Magalhaes.
Alberto Magalhaes.

Un crimen pasional, según el relato de los investigadores, que tuvo su origen en la relación que el fallecido mantenía con la pareja sentimental de Miguel O. M. y que en la madrugada del 25 de mayo acabó con una bala en el cráneo de Magalhaes, por donde entró desde el costado derecho y salió por el otro. Un solo disparo que acabó con la vida de este conocido delincuente, que volvía a casa después de pasar parte de la noche con la pareja de su homicida. La pasión a espaldas de sus parejas acabó en tragedia y con Miguel en prisión preventiva a la espera de que se celebre el juicio. Allí también está R.B.C., "colaborador necesario" para que Magalhaes agonizara en la calle Tiro Nacional ante la desesperada mirada de su mujer y sus vecinos. "Ahora que parecía que estaba mejor que nunca, más formal", aseguraba un vecino.

Con el disparo a bocajarro en la cabeza del joven –que se hizo con una escopeta, de la que salió un cartucho de postas del calibre 12– conocido por su decisiva participación en el cruento "crimen de la Movida" parece que se abrió la veda, ya que, después, se desataron hasta cuatro acontecimientos similares, aunque solo uno de ellos dejó otro fallecido.

TRAGEDIA EN VALDEPEÑAS

Fue Joaquín Torres, de 51 años, el propietario de la hamburguesería 'Mis chiquitines', de Valdepeñas de Jaén, que recibió hasta tres disparos mortales de manos de Francisco Castro, de 53 años, policía local del municipio y con el que él y el hijo del propietario de 'Mis Chiquitines', también llamado Joaquín, habían protagonizado varios altercados "sonados" en el pueblo, tal y como aseguró a este diario un joven que, aquel fatídico domingo de junio, se encontraba en las inmediaciones de la Plaza de la Constitución, donde Torres tenía la hamburguesería cuya gastronomía era reconocida por gran parte de la provincia, ya que 'Mis chiquitines' también estaba presente en las ferias de muchos rincones jiennenses.

 Agentes de la Guardia Civil toman pruebas en el lugar en el que se ha producido el tiroteo. Foto: Subdelegación del Gobierno
Agentes de la Guardia Civil toman pruebas en el lugar en el que se ha producido el tiroteo. Foto: Subdelegación del Gobierno

Eran alrededor de las 15:15 horas de la tarde y el policía local que, semanas antes, había protagonizado un violento enfrentamiento con el hijo de Joaquín, quien se presentó en "los olivos" de Francisco y, según el relato del policía que denunció los hechos, le pegó "una paliza". Multas de tráfico y enfrentamientos por los aparcamientos y los papeles del ciclomotor con el que el joven Joaquín repartía la comida de la hamburguesería fueron el detonante para que Francisco, de baja traumatológica, vestido de paisano y fuera de servicio se acercase hasta el interior de la hamburguesería, preguntase a Joaquín padre por su hijo, que estaba "en la playa" y, sin mediar palabra, disparase tres veces contra el cuerpo del propietario de la bocatería.

MATA Y DESPUÉS SE SUICIDA

Joaquín murió como consecuencia de los disparos y otras dos personas resultaron heridas, una de cierta gravedad después de que una bala le alcanzase un hombro. Pero lo más sobrecogedor que vivió la treintena de personas que se encontraba en una celebración en la hamburguesería, y entre la que había niños que, a buen seguro, tendrán grabado a fuego en su cabeza la terrible y sangrienta imagen, no fue la muerte de Joaquín. Después, Francisco, que había descargado el cargador de su primera arma, sacó su arma reglamentaria y se disparó a sí mismo. Todo quedo cubierto de sangre y Valdepeñas enmudeció durante largos días. "Y aún no se olvida, en la Plaza de la Constitución, o cuando paseamos por la puerta de la bocatería, nos acordamos", relata un joven que aquel día vivió de cerca los hechos.

 Detención de Alfonso, el pistolero de Carchelejo.
Detención de Alfonso, el pistolero de Carchelejo.

Lo de Valdepeñas de Jaén ocurrió justo un mes después de que la calle del Tiro Nacional de la capital sintiera, alrededor de las seis de la mañana, el disparo de escopeta que mató a su vecino más temido. Otra escopeta fue el arma que Alfonso A.T., de 64 años, utilizó, presuntamente, para disparar, en plena calle San Marcos de Carchelejo, al presidente de la cooperativa San Roque de Carchelejo, José Andrés G., a quien el cartucho de la escopeta de Alfonso, que apareció en la puerta del bar La Ermita y disparó sin mediar palabra, le atravesó el abdomen y terminó impactando en el cuello de un anciano, Pedro M., que se encontraba en el lugar de los hechos.

DISPAROS SIN MUERTE

Por suerte, José Andrés ha salido de la UCI y se recupera en planta de la intervención quirúrgica a la que fue sometido. La Guardia Civil detuvo a Alfonso en la A-44, concretamente en el kilómetro 45. Se había dado a la fuga en dirección hacia Bailén.

Pero el suceso que, el pasado viernes alrededor de las 11:00 enmudeció a la población de Carchelejo y que ha dejado a Alfonso en prisión preventiva acusado de un intento de homicidio, pero sin acusación por tenencia ilícita de armas, ya que tenía papeles para su escopeta, podía haber acabado bastante peor. Ya que Alfonso, cooperativista expulsado de 'San Roque de Carchelejo', había llegado a asegurar que quería quitarle la vida al presidente que lo había expulsado de la sociedad. No hubo víctimas mortales, pero sí un temor y una pregunta: ¿Qué está pasando?.

 El pistolero fue detenido por la Policía Nacional.
El pistolero fue detenido por la Policía Nacional.

Los acontecimientos aciagos se han cebado con la provincia a lo largo de estos últimos meses y Andújar también tuvo 'su dosis'. El pasado día 4 de julio, un joven iliturgitano arremetió a disparos, con un rifle del calibre 22 m/m, contra dos miembros de una familia que residían en la calle Párroco Don Celedonio Cózar Melero, del barrio de La Lagunilla, y alcanzó a un joven de 24 años y un hombre de 41, que tuvieron que ser operados tras ser alcanzados por las balas en el abdomen y el brazo, respectivamente. Todo, por una rencilla que, el día de antes, había acabado con el pistolero detenido por intentar apuñalar a un familiar de las víctimas por una disputa familiar en la piscina pública de Andújar. El pistolero fue detenido y puesto a disposición judicial.

 Rifle intervenido al detenido en Andújarú.
Rifle intervenido al detenido en Andújarú.

MÁS DISPAROS

El joven de 24 años fue el que peor parado salió del altercado después de que una de las balas se le alojara en el abdomen y tuviera que ser trasladado hasta la capital para ser sometido a una operación de la que ya se recupera en el Hospital Médico-Quirúrgico de Jaén. Por su parte, el varón de 41 años tuvo que ser sometido a una intervención quirúrgica para extraerle una bala del brazo.

Pero el historial de disparos no acaba aquí. El pasado 29 de junio, la Policía Nacional detuvo en la capital a dos hombres acusados de disparar contra una vivienda del barrio de Antonio Díaz en lo que, a juicio de los investigadores, supone un enfrentamiento claro entre clanes. La moradora del domicilio que recibió los disparos, alrededor de las 00:00 horas del 28 de junio, sorprendió de madrugada a dos hombres que, desde una terraza, apretaron el gatillo en varias ocasiones contra su vivienda, en el barrio de Antonio Díaz. Los investigadores identificaron a los presuntos autores, dos hombres con diferentes antecedentes policiales, uno de ellos en libertad condicional.

Por ello, cerraron el cerco disponiendo un dispositivo policial de vigilancia sobre la vivienda donde residían, supuestamente, como okupas de manera ilegal, los arrestados. Durante el registro de la vivienda, uno de los detenidos manifestó ante el secretario judicial y los agentes que su intención no era presentarse ante el requerimiento judicial, porque la Ley era "su propia ley" y que las víctimas se merecían "un tiro en la cabeza". Una idea que ha regido el pensamiento a lo largo de este último mes y medio de todos los que, por una u otra cuestión, se decidieron a coger un arma para acabar con la vida de otros.

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