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UN BÚNKER DE VIDEOJUEGOS

Por Fran Cano - Enero 15, 2017
Compartir en X @FranCharro

—Escribe ahí que esto de las consolas es como el vino. Todo está bueno.

Habla José Luis Del Moral, alcalaíno de treinta y cinco años. Su colección de videojuegos ronda los 3.000, según señala a LaContracrónica. La más voluminosa del planeta superó los 10.000, y fue reconocida con el Récord Guinness mundial. Del Moral guarda en el móvil una foto: él con una camiseta del Arsenal patrocinada por Sega. Es también la que se enfundó el dueño de la histórica colección para presumir de su obra. Así reta, medio en broma medio en serio, a Michael Thomason, quien subastó todos sus juegos en 2012 por medio millón de euros. Adiós a 30 años de acumular títulos. Hay un basto búnker de cartuchos y consolas en Jaén.
Propiedad privada.
No está en venta.
¿Llegará a los 13.000?
—Voy a por ello. Hay tiempo —asegura.

De niño, con nueve años, José Luis recibió un regalo. Era la primera del más de medio de centenar de videoconsolas que acumularía desde la infancia hasta ahora. La Master System 2 fue solo el principio. Del Moral guarda la cajeta intacta, como si hubiese llegado hoy en paquetería.

—Traía un mundo y una pistola. Mi primer juego fue Alex Kidd in Miracle World. Era de plataformas, parecido al Mario Bros.

No es el único detalle que recuerda, pues rememora la secuencia completa de la historia. La compró su hermano Juan en El Corte Inglés de Granada en el año 1990. Recogió el testigo otro hermano, Antonio. Este la instaló. La familia germinó lo que hoy es una habitación plagada de estanterías, donde conviven títulos con muñecos de todos los tamaños; la expresión física de las animaciones virtuales.

—¿Qué videoconsolas tienes?
—Todas: La Playstation 4, la primera Wii de Nintendo, la Ps Vita, la Nintendo 3DS XL, y la XBOx World. Ahora ha salido la Playstation 4 Pro.
—¿La mejor?
—La que más me ilusionó fue la Master System. La más disfrutada, la Xbox 360. Esta, del año 2005, tenía Messenger, y solía jugar con un compañero. Era una cosa de dos. Ahora, con internet, se ha impuesto el todos contra todos.

EXCEPCIONAL: SIN POKÉMON NI JUEGOS DE ROL

La pasión de José Luis del Moral precisa proveedores de confianza. Uno de ellos es Jonás Cano, propietario de Nebular Comics, tienda ubicada en Alcalá la Real. Hace dos afirmaciones a este medio:
a)Del Moral es cliente asiduo.
b)No conoce a otro jiennense con más juegos que José Luis.
A Cano Nieto le sorprende que Del Moral pase de los juegos de rol. "Es la excepción. A los coleccionistas les encanta este tipo de juegos, porque se revalorizan con el tiempo. Son muy difíciles de conseguir", explica por teléfono a LaContracrónica. "Yo, que también colecciono, me comparo con él y tenemos gustos muy distintos: a mí me tira más el rol, y tengo en torno a 200 figuras de Los Caballeros del Zodiaco; José Luis prefiere artículos y juegos de corte comercial", dice.

 José Luis del Moral y Michael Thomason, en una foto editada.
José Luis del Moral y Michael Thomason, en una foto editada.

—Me gustan más las aventuras y los deportes —zanja Del Moral.
Miguel Martínez, miembro de la Asociación Oborus de Jaén capital, confirma que, en efecto, el rol vale más con el paso del tiempo. ¿Conoce a alguien con más juegos que José Luis del Moral? "No, con tanta cantidad no. Tengo amigos que tienen unos 500, pero hablo también de juegos digitales, que son muy baratos", matiza en conversación telefónica con LaContracrónica.

La fiebre —ya disipada— de Pokémon GO deja frío a Del Moral. No se ha animado a capturar animales digitales. No lo hará.
—Ni me lo he descargado. Ocurrió un fenómeno fan similar con el Metal Gear, de la primera Playstation. Hubo colas kilométricas para comprarlo.
El móvil no le convence como dispositivo para divertirse, más allá de la famosa serpiente de Nokia, un pasatiempo enterrado.
Sobre internet, sí reconoce que ha mejorado la jugabilidad, y la realidad virtual le gusta para un rato, pero prefiere el rito del sofá, la televisión y la consola.

YA NO QUEDAN MÁQUINAS EN LOS BARES

Del Moral —hoy de baja por enfermedad— fue camarero, hijo del que fuera un conocido empresario de la hostelería en la Sierra Sur. ¿Qué guarda José Luis de aquella etapa detrás de la barra, aparte de miles de anécdotas?
Máquinas recreativas. Una le costó conseguirla: la del manillar.

 José Luis del Moral juega a las máquinas recreativas que aún conserva.
José Luis del Moral juega a las máquinas recreativas que aún conserva.

Conserva 60 placas jamma, metales verdes que le han dado —y le dan– momentos de evasión. Cuenta que su precio era importante décadas atrás: una valía veinte mil duros de los de antes.

Del Moral fue testigo, en el restaurante de su padre, del boom de videojuegos míticos, como el Street Fighter o el Super Pang. Eran los tiempos en que colegas del alcalaíno lo rodeaban durante horas mientras él vencía pantalla tras pantalla.

—Pero las máquinas desaparecieron.
—Sí. Y la culpa fue de la Playstation 1. Llegan al mercado los juegos de tres dimensiones. Mucha gente compra la consola y, además, la piratea. Es el fin de los recreativos.
—¿Crees que hay manera de que vuelvan estas máquinas a lugares de ocio?
—En Japón sí hay. En España solo he visto sitios con tres o cuatro máquinas. No es lo mismo. Es una pena que se pierdan, porque tú puedes ser muy bueno y fabuloso en todo el mundo, pero nunca será como ganar a tu rival en la cara. Ahora, en el modo virtual, el derrotado apaga la consola.

Del Moral está en baja forma: solo ha completado siete juegos en un mes. Tiene pendiente tres destinos: Madrid, Barcelona y Los Angeles. Le esperan las respectivas ferias de videojuegos.
La historia viviente de su colección repercute, repercutió y previsiblemente repercutirá en las personas que quiere: su mujer, Cristina Jiménez, solo necesita una moneda de cinco duros para cargarse el Super Pang; su padre bajaba la persiana para que la gente de la calle no advirtiera cómo jugaba José Luis a la Wii, y su hija, de un año, ya tiene maneras de gamer. La pequeña aún no sabe que le espera un legado increíble.

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