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"Hay que llorar menos y actuar más"

Por Javier Esturillo - Octubre 21, 2017
Francisco Reyes, presidente de la Diputación de Jaén y líder de los socialistas jiennenses, en la calle El Rastro de la capital.

Una vida consagrada a la política, eso es Francisco Reyes (Bedmar, 1962). El presidente de la Diputación y reelegido secretario general el PSOE de Jaén llega puntual a la cita en el Café Colombia 50, de la céntrica calle Navas de Tolosa. Sin embargo, pasan unos minutos hasta que acaba la conversación que mantiene por teléfono y nos podemos sentar. "Tiene la agenda súper apretada", nos responde una de sus asesoras, que, minutos después, abandona el lugar para dejarnos en la intimidad del bullicio jiennense. Estudió en la Universidad de Granada la carrera de Magisterio e, incluso, ejerció durante un tiempo, pero lo dejó para dedicarse a su verdadera vocación: la política. Es difícil pillarlo en un renuncio. Tiene muchas tablas y demasiadas entrevistas a sus espaldas. Pese a ello, tratamos de ponerlo a prueba. En el cuerpo a cuerpo, es un tipo duro, pero al mismo tiempo sencillo y poco presumido, a pesar de haber ostentado cargos de enorme responsabilidad: prácticamente todos los que uno se puede imaginar en la vida pública de la provincia. Con el presidente de la Diputación y líder de los socialistas jiennenses, analizamos la Jaén actual y la del futuro.

—Tiene plaza como maestro. ¿Ha pensado en ejercer de ello una vez que acabe su trayectoria como político?

—Ejercí hasta que me liberé en el Ayuntamiento. Estuve en Cádiz, Cazorla y Bedmar hasta que me dieron la plaza definitiva en el colegio Virgen de la Capilla. La verdad es que no me lo he planteado. Afortunadamente, tengo esa red. El día que me echen o me vaya, sé que tengo mi plaza como funcionario y garantías para mi familia.

—Porque la política es un servicio público, no privado. ¿Está de acuerdo?

—El que está en política debe ser consciente de ello. Nadie aprueba oposiciones para un cargo público, y hay que tenerlo meridianamente claro. Por fortuna, en mi caso, cuento con unas oposiciones aprobadas y con un destino. Así que el día que deje la política activa, sabré dónde ir.

—¿La política es vocacional?

—El que esté en política por necesidad tiene que ser un desgraciado. Es gustándote y por vocación, y muchas veces te preguntas si merece la pena, pues imagínese el que está por necesidad. Estará pasándolo muy mal.

—¿Cómo le surge el gusanillo?

—Al margen de la familia, mi padre y mi tío eran militantes socialistas, después de acabar mis estudios, me plantearon en Bedmar incorporarme al partido. Estuve de interventor en las municipales de 1983, sin ser militante para que conociera el partido por dentro. El 1 de enero de 1984 decidí afiliarme.

—¿Ha cambiado mucho el socialistamo desde entonces?

—El socialismo de los 80 está tan en vigor como el de ahora. E, incluso, el PSOE de Pablo Iglesias -el bueno, matiza Francisco Reyes-. Los valores que marcan la creación del Partido Socialista son perfectamente aplicables hoy en día. Porque hablan de solidaridad, igualdad, libertad, comprensión, diálogo... Son los elementos que marcan a nuestro partido y, en la actualidad, están en plena vigencia. Bien es cierto que la política ha cambiado, afortunadamente, y las necesidades de ahora no son las de aquellos tiempos, en los que los partidos no estaban tan articulados, ni había las libertades de hoy en día, pero la esencia se mantiene.

—¿Cree que en la actualidad faltan políticos con alturas de miras, como los de la Transición?

—Eran momentos difíciles para este país. Veníamos de una dictadura. Hubo diálogo, generosidad y cesiones, siempre por los mismos. Las circunstancias son distintas, pero en el diálogo y en la política están las soluciones.

—¿Cuál es su opinión de lo que pasa en Cataluña?

—No se tenía que haber llegado al 1 de octubre. Se deberían haber puesto fórmulas encima de la mesa por parte del Gobierno de España y de Mariano Rajoy para evitar esta situación, sabiendo que todo comienza con el recurso que presentó el PP al Estatuto catalán. Curiosamente, recurrió artículos idénticos a los del Estatuto de Andalucía. Echar atrás una norma aprobada en las Cortes españolas, el Parlamento catalán y en referéndum por los ciudadanos, fue un error del PP. Dicho esto, y una vez que estamos en este punto, el único culpable es el Gobierno de Puigdemont, cuya obligación es cumplir la legislación vigente en el marco constitucional. No puede pedir nada fuera de la legalidad y mientras que no se recupere el Estado de derecho en Cataluña. La realidad es que la independencia no se aprobó, o al menos no se votó. A partir de ahí, y una vez que se recupere la normalidad, poner en marcha la propuesta de Pedro Sánchez, acordada con Mariano Rajoy, para constituir una comisión que aborde la reforma constitucional, puesto que la Carta Magna ha sido útil, pero a la que está a punto de saltarse algunas costuras y es necesario reforzar esas costuras o modificar algunos aspectos.

—¿Es hombre de banderas?

—No, pero me molesta que algunos se apropien de ellas e intenten aprovechar la bandera de España para algo que no tiene que ver con la unidad, sino con intereses políticos. Creo en esa unidad porque los establece la Constitución y creo en ella. He llevado muchas veces la bandera española en la solapa y en el Congreso. La bandera no es patrimonio de nadie. Me cabrea cuando alguien patrimonializa la bandera como elemento de confrontación.

—Después de pasar por numerosos cargos públicos, ¿Francisco Reyes ha encontrado su sitio en la Diputación?

—He tenido la suerte de estar en distintas responsabilidades, no más de siete años en ninguna, y esto me permite tener una visión global de la política y de las administraciones. Creo que tengo la capacidad de adaptarme a las responsabilidades que me encargan mis compañeros, y es cierto que en la Diputación tengo la suerte de gestionar de manera independiente, sin depender de terceros. También he tenido la suerte de encontrarme una Diputación provincial bien gestionada y bien administrada, que permite pensar en lo mejor para los pueblos, en unos años especialmente complicados.

—Veo a la Diputación como un ángel salvador, que siempre está cuando fallan otras administraciones.

—Más bien complementamos lo que hacen otras administraciones, especialmente pensando en los pequeños municipios. Todo ello con el problema que no podemos generar ingresos. Nos nutrimos de los fondos del Estado o de otras administraciones, muchos de ellos finalistas. Lo que hacemos es mover el dinero, dependiente del interés de la provincia. Por ejemplo, la Vuelta a España es una oportunidad por 90.000 euros, ya que el retorno es mucho mayor. No lo digo solo por las tres mil personas que duermen y consumen en Jaén, sino por la promoción exterior, que es infinitamente más de lo que aportamos. Le digo igual de la Andalucía Bike Race. Nos cuesta 45.000 euros, pero hay más de mil personas que pasan más de tres días en la provincia.

—¿Esas oportunidades no las ven otras administraciones?

—Algunas sí y otras no. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Jaén no quiso la Andalucía Bike Race y dejó que se fuera a Linares. El alcalde de Jaén se negó a poner los 20.000 euros y el de Linares, cuando vio la silla vacía, se sentó.

—Le falta poner en marcha el tranvía.

—No lo descarte (risas). Fuera de esto creo que nos ven como un instrumento útil, con un equipo de Gobierno cercano y abierto a estudiar cualquier propuesta que nos llegue. Muchas veces no nos piden que resolvamos cosas, sino, simplemente, que escuchemos y atendamos. La gente sabe que el presidente está ahí. Que puede contactar con él a través de varias maneras, formales o en la puerta de la Diputación. La accesibilidad es muy importante. Luego está la capacidad de solucionar problemas aquí, en la provincia, aunque tengamos un presupuesto muy limitado.

—No cree que muchas veces los ayuntamientos se quitan la patata de encima porque está la Diputación.

—No creo que sea para tanto. Un alcalde está para resolver los problemas de su municipio, porque para eso ha sido elegido por los vecinos. Cada uno debe asumir las responsabilidades que le corresponden. Bien es cierto que hasta mí llegan propuestas de todo tipo, como que financiemos personal especializado en dietética y nutrición en ambulatorios porque es muy importante para la salud, siendo una competencia de la Junta. Es cierto que existe esa foto fija de que la Diputación dice a casi todo que sí. Quizá sea porque escuchamos y atendemos a la gente, tanto a nivel individual como colectivo. Esto levanta expectativas. Obviamente muchas cosas no las hacemos porque es imposible desde el punto presupuestario o porque, directamente, no es de nuestra competencia.

—¿Cuántas veces ha dado la vuelta a la provincia?

—Lo que le puedo decir es que he hecho en torno a 1.400.000 kilómetros desde el año 1994. La mayoría en dos coches míos.

—¿Cómo ve la evolución de la provincia?

—Ha cambiado de manera espectacular en los últimos veinte años, gracias a que la gente ha arrimado el hombro y no ha parado de trabajar. Por eso, este Jaén no se parece en nada al de hace veinte años. Sin embargo, seguimos teniendo problemas gordos que requieren del esfuerzo de todos para intentar minimizarlos al menos. Nosotros no somos conscientes o no percibimos esa transformación, pero la gente de fuera nos lo dice. Jaén es, hoy en día, una tierra de oportunidades. Tenemos verdaderos problemas que necesitan de una actitud positiva de las distintas administraciones y del sector privado. De lo contrario, no los solucionaremos.

—El empleo y las políticas sociales son dos de sus mayores preocupaciones, sin ser estrictamente de su competencia.

—Es cierto modo es así. Pero no podemos seguir gastando mucho dinero en más parques o instalaciones deportivas, cuando, dentro de muy poco, a lo mejor no hay gente que las utilice en determinados municipios. Lo importante es compatibilizarlo. Crear infraestructuras y servicios, pero, al mismo tiempo, invertir para que la gente se quede, porque me preocupa la despoblación. Y el empleo es clave. Por eso, hemos puesto en marcha planes específicos, como las ayudas a los autónomos (cuatro por pueblo), centros de emprendedores en Geolit y la Universidad, acuerdos con los bancos para conceder microcréditos a empresas que empiecen a funcionar... En definitiva, una serie de iniciativas para fomentar el empleo y se apueste por seguir aquí.

En cuanto a las políticas sociales, decirle que son fundamentales para atender a aquellas personas que, en un momento dado, necesitan ayuda para seguir viviendo de manera digna, pero también porque tiene dos valores añadidos. Por un lado, no tener que cambiar los hábitos laborales de las familias para atender a las personas dependientes, sean mayores o no, y, por el otro, crear empleo. Por ejemplo, la ayuda a domicilio que presta la Diputación en 91 municipios (menores de 20.000 habitantes) supone más de 1.500 puestos de trabajo. Sin hablar de las residencias, las unidades de estancia diurna u otro tipo de infraestructuras sociales. Hablamos, además, de empleo localizado.

—¿Qué percepción tiene de los movimientos ciudadanos surgidos en Linares y la capital?

—En primer lugar, creo que debemos asumir todos responsabilidades. Pienso que ni en Linares, ni en Jaén hemos sido capaces de explicar lo está haciendo la Junta y la Diputación. Es verdad que el foco se ha puesto en el principal problema, que es el empleo, y para mí es una prioridad. En el caso de Linares, el Gobierno andaluz ha hecho grandes inversiones que no se han puesto en valor. Podemos analizar desde el Campus hasta las inversiones en el hospital, en los centros de salud, en Cástulo... Inversiones que se han ejecutado. El problema es que el empleo lo tapa todo, y quizá no hemos sabido transmitir a la ciudadanía qué es lo que ha hecho la Junta o lo que está haciendo la Diputación, que es mucho. La mayoría de la ciudadanía lo desconoce. Tampoco debe saberlo. Nuestra tarea es ponerlo en valor. Siendo conscientes de que eso ha sido un error y que debemos ser capaces de explicarlo a la ciudadanía, lo que está claro es que es necesario realizar un esfuerzo corporativo entre administraciones en el tema del empleo. Y lo mismo pasa en la capital, con el matiz de que aquí el problema del desempleo no es tan acuciante porque una parte importante de su población depende del sector servicios y administrativo. Dicho esto, en Jaén hay movimientos que son interesados, al que se han sumado determinadas fuerzas políticas, como ocurre en la sanidad. El objetivo en este caso es desprestigiar la sanidad pública en beneficio de la privada, en el que algunos se han prestado a hacerles el juego al PP. Dentro de muy poco, veremos los verdaderos motivos de esas personas que han encabezado esas movilizaciones, buscando algo personal para ellos y lo veremos muy pronto.

La situación de Linares es más complicada, que requiere un esfuerzo en el que ya trabajamos durante los últimos dos años con la Junta de Andalucía. Debemos ser capaces de poner en valor el Parque Empresarial de Santana. Hay que invertir para hacerlo más atractivo a posibles inversores. Tenemos que crear también una estructura para que las decisiones se tomen aquí y no en Sevilla para atender a las empresas que quieran instalarse en el Campus. Estas deben gozar de las mismas ventajas de cualquier otro parque tecnológico de Andalucía. Todo esto está puesto encima de la mesa y llevamos tiempo trabajando en ello. Es más, en los presupuestos de la Junta hay partidas destinadas para el Parque de Santana y la conexión con Vadollano. Y está claro que debe haber una discriminación positiva de los gobiernos con Linares, con un plan de reindustrialización similar al de la Nacional IV.

—Quizá la culpa de Linares y de otros lugares es la falta de alternativas.

—Eso no es cierto. Hay alternativas y no las queremos ver. Le pongo un ejemplo sencillo: el sector del plástico en la provincia factura casi el 80% de la producción de aceite. Jaén tiene menos dependencia del sector del olivar de lo que usted imagina.

—Pues a lo mejor es que no lo percibo.

—En torno a Valeo hay trabajando 2.500 personas. Y, en el eje de Alcaudete, Martos y Alcalá la Real, hay empresas que están ampliando sus plantillas. Le digo como dato que la provincia de Jaén produce el 20% del plástico de Andalucía. Luego tenemos el sector de la madera que, después de unos años muy malos, comienza a despegar de nuevo. Somos líderes en el sector del olivar, pero también nos defendemos de maravilla en otros sectores, como el plástico, la madera, la cerámica...

—¿Y entonces por qué lloramos tanto?

—Jaén debe llorar menos y actuar y reivindicar más. Esto no lo va arreglar nadie de fuera, sino nosotros.

—Insisto, creo que faltan fábricas e industrias como tienen otras provincias.

—Es una mala percepción suya. Aquí sí hay focos industriales. Le vuelvo a poner como ejemplos Alcaudete, Mancha Real, Martos y hasta La Carolina, como problemas y dificultades, tiene empresas importantes para la provincia. La industria en Jaén pesa más que la agricultura, y le hablo de datos económicos. Basta con que lea las estadísticas del Gobierno central y vea el peso de cada sector. La media del sector industrial de la provincia es superior a la andaluza. El olivar en Jaén son 1.500 millones de euros y solo Valeo facturará 900 millones. Y aquí también se envasa aceite, más de lo que se dice, como en Vilches, con 200 millones.

—En cambio, el Partido Popular, otras fuerzas políticas e, incluso, sindicatos plantean alternativas para diversificar la economía.

—El PP dice las cosas dependiendo de su interés. Si el empleo baja es gracias a Rajoy y si sube es culpa del PSOE. De lo que estoy convencido es de que Jaén es una tierra de oportunidades. Hemos hecho un gran esfuerzo en la diversificación de nuestra economía, con sectores que van a más, en momentos complicados y difíciles, como el mueble, la cerámica y el metalmecánico. Pero decir que no se fabrica ni un arado, es estar muy equivocado o mal informado. Podemos aspirar a producir más maquinaria agrícola, pero no lo contrario, porque eso es mentir, sino que se vaya a Mancha Real, a Peal de Becerro o a Úbeda para comprobar que sí se fabrica esa maquinaria. Que fabricamos poco, posiblemente, pero no podemos mentir, cuando tenemos ferias en las que se expone todo lo que hacemos aquí. No hay que hacer kilómetros. Lo que debemos hacer es poner en valor lo nuestro, porque el lamento solo trae lamento. Insisto, esta es una tierra de oportunidades y lo demuestran los sectores que ya le he comentado y otros como la logística y el turismo, que tiene que aportar más a la economía y al empleo, pero que es muy importante.

—¿Y la iniciativa privada está por la labor de tirar hacia adelante?

—Conozco a muchos empresarios que se están gastando su dinero y apoyando proyectos muy importantes. Las oportunidades son las mismas para todos los municipios. Alcaudete no tiene más incentivos que Bedmar. Lo que hace falta es aprovecharlas y poner en valor lo que hacemos. Estamos creando un territorio atractivo para que nuestras empresas y las de fuera inviertan, con incentivos, por ejemplo, al empleo. Algunas ya están aquí y, dentro de unos meses, vendrán más. Nuestra misión es poner recursos a su disposición, como hemos hecho en Martos con el centro del plástico para Valeo, Innovarcilla para Bailén o el metalmecánico para Linares.

—¿Qué instrumentos de promoción económica hay similares a la marca 'Jaén Paraíso Interior', que tan buenos resultados ha dado para el turismo?

—Sin ir más lejos tiene usted 'Efoca Jaén', que es un mapa de recursos industriales y empresariales de la provincia. Todo ello municipalizado. Y no olvide que aquí tenemos los mismos instrumentos de la Junta que el resto de provincias andaluzas. Aquí también están los centros de emprendedores (CADE). El problema es no ser capaces de ponerlo en valor. E insisto en que muchas veces ponemos el foco en lo negativo y no en lo positivo, pero para eso estoy yo para explicarlo.

—¿Dónde radica el problema para que no seamos capaces de ponderar lo nuestro?

—Lo que no puede ser es que en el año 2007 éramos unos cracks y ahora somos una ruina. Las empresas con mayor nivel de internalización son las que mejor han soportado la inestabilidad económica en sectores como la madera o el ladrillo. Nuestro error fue no aprovechar los tiempos de bonanza para poner nuevos productos en el mercado o internacionalizar nuestras empresas. Y, por supuesto, sufrimos el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que afectó a sectores enormemente pujantes en esta provincia. Construcción, ladrillo y madera aglutinaban a un porcentaje muy alto de la mano de obra de la provincia.

—¿Es partidario de explorar más el campo de las nuevas tecnologías?

—Es la oportunidad para cualquier territorio. Y aquí tenemos que aprovecharlo. Por ejemplo, el 4G llega prácticamente a toda la provincia. Tengo la oportunidad de viajar mucho por España y hay lugares donde municipios aspiran todavía a contar con internet. Aquí casi lo tenemos resuelto en la mayoría de núcleos de población, incluso, en los anejos. No podemos perder el tren de la era digital porque, hoy en día, cuando una persona elige su lugar de vacaciones lo primero que mira es si hay conexión a internet. En este sentido, estamos en una situación ventajosa porque hemos priorizado para que la red llegue a la totalidad del territorio. Si no somos capaces de aprovechar esto y hacer de Jaén una provincia digital, en el más amplio de los sentidos, cometeremos un nuevo error.

—¿Cree, por lo tanto, que debemos querernos más?

—Lo que pienso es que existe desconocimiento de lo que se hace al lado de nuestra casa, que no somos capaces de poner en valor lo mucho y bueno que tenemos y nos instalamos demasiado en el lamento en esta tierra y siempre buscando culpables fuera. Es cierto que las administraciones debemos realizar más esfuerzos, pero tenemos que arrimar el hombro todos. Hay que sacar el empleo de la confrontación y la instrumentalización política. El cuanto peor, mejor, lo único que hace es espantar a las empresas, que lo que quieren es estabilidad. Eso no quiere decir que mintamos, sino poner lo bueno sobre la mesa. Hay municipios en esta provincia que tienen problemas, pero son capaces de sacar lo mejor de sí mismos y poner el foco en lo positivo. Si quiero vender mi piso, tengo que decir que la mejor calle es la mía, en el mejor barrio y con la mejor gente.

—Hacemos una larga cambiada para hablar de su reelección como secretario general del PSOE de la provincia de Jaén. ¿Cómo afronta esta nueva etapa?

—Es un orgullo que una mayoría importante de la militancia y las Juventudes Socialistas hayan visto en mí a la persona idónea para seguir capitaneando la nave socialista en una provincia en la que el partido cuenta con un amplio respaldo de la ciudadanía. Gracias a los votos de los jiennenses, gobernamos la Junta, la Diputación y en muchos municipios. Estoy con la misma ilusión y fuerza que tenía cuando llegué al partido. A esto hay que sumar la experiencia que me han dado los distintos cargos que he ocupado.

—¿Y que haya voces críticas también es bueno?

—Magnífico porque, además, ha sido la primera vez que he sido elegido en un proceso de primarias. Eso es bueno, continuando con lo que hemos hecho en Madrid y en Sevilla. Las voces críticas siempre son necesarias. Hay que hablar y discutir dentro de la propia organización, y respetando las normas que se han votado en nuestro partido. Bienvenida a esas corrientes críticas porque hacen que no nos confiemos y estemos en permanente proceso de evaluación y de análisis para ver de qué manera podemos mejorar la gestión y el trabajo. Lo más importante ahora es rodearnos de los mejores.

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