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Ganarán los malos

Por Jesús Tíscar - Julio 21, 2017
Ganarán los malos
'Ganarán los malos'. Jesús Tíscar coge la pluma... y y saben sus lectores qué ocurre.

El señorito Iván ahorcará al Azarías. Ganarán los malos. ¿Te cuento una cosa? Eso. Que ganarán los malos. ¿Has visto que ya no hay ni pizcos en la bolsa de la esperanza? Pues ya lo sabes. Ni los pizcos quedan en la bolsa de la esperanza. Porque ganarán los malos. Así que, mira, lo que vamos a hacer con ella, con la bolsa de la esperanza, tan bonica, porque mira que es bonica la bolsa de la esperanza, es usarla para echar las pieles de los tomates pera, el culo del pepino armenio, la cascarilla del ajo chino, el rabo del pimiento sanjaviereño y el condón de anoche. ¿Y con los malos qué hacemos? Ah, pues… Adorarlos, claro, porque ganarán. Vete haciendo a la idea de que en el mundo que ya no controlas, ¿sabes?, en el mundo que se te fue a tomar por culo, el señorito Iván ahorcará al Azarías, ¿te lo he dicho? Creo que no.

Puedes soparte el gazpacho todo lo que quieras, sin miedo, puedes incluso tostar el pan, que así está más rico el sopado, pero que sepas que en el mundo que ya no sueñas el señorito Iván ahorcará al Azarías y que Quico logrará expulsar de la vecindad al Chavo del Ocho. El pan tostado en el gazpacho se esponja, si bien no pierde del todo su espíritu crujiente, oh no, del todo no lo pierde, qué va, eso es así, nada está del todo perdido, eso dicen. Disfrútalo, goza, goza, ¡que goces!, pero no te olvides de que ganarán los malos, de que en el mundo que ya no sabes imaginar el señorito Iván ahorcará al Azarías, Quico logrará expulsar de la vecindad al Chavo del Ocho y los tres fantasmas serán vendidos por Scrooge a una sociedad parapsicológica. De que ganarán los malos. Como lo olvides, pierdes.

¿Esperanza? ¿Esperanza de qué? Ni los pizcos, ya has visto. Ganarán los malos. Vamos a refrescarnos con ese gazpacho sopado. A refrescarnos y a comer. O nos lo echamos por encima, como tú quieras, amor. No hay esperanza en la bolsa ni más alimento en la despensilla. ¿Al final has tirado el condón de anoche? ¿Has tostado el pan? Mejor fríelo en aceite de palma, acabemos de vivir con picatostillos nocivos, pongamos fin a las toses con la inocencia y la gracia que el caso requiere. Van a ganar los malos y será un espectáculo fascinante, tanto o más fascinante que verte a ti beber gazpacho, masticar sopado y eructar, eructar flojito, muy flojito y a sabiendas de que en el mundo que ya no sientes, en el mundo que se te cayó al charco, el señorito Iván ahorcará al Azarías, Quico logrará expulsar de la vecindad al Chavo del Ocho, los tres fantasmas serán vendidos por Scrooge a una sociedad parapsicológica y lo de Resines no será un sueño.

Te veo beberte el sopado frito, me ves comerme el condón de anoche, te veo morir de gas en cada eructo y vemos a los buenos sucumbir convenientemente despanzurrados sobre sus camitas de almendra, en sus casitas de amor endeudado, alrededor de las cuales los malos han levantado con la polla torretas altísimas y colmadas de ese pan con Nocilla tan bueno que preparan en los campos de refugiados, allá donde da la vuelta el susto. Fascinante, ¿no te digo?, fascinante, ¿no te lo estoy diciendo?, es fascinante, ¿te lo estoy diciendo o no te lo estoy diciendo? Imperarán los chapistas, ya sabes. Nadie moverá un dedo si nos atragantamos. Cuando ganen los malos, que ganarán, cuando se empoderen los chapistas y los homicidas, atragantarnos será lo único que nos permitan hacer en libertad según el Código Penal, ahí donde viene escrito que en el mundo que ya no vislumbras el señorito Iván ahorcará al Azarías, Quico logrará expulsar de la vecindad al Chavo del Ocho, los tres fantasmas serán vendidos por Scrooge a una sociedad parapsicológica, lo de Resines no será un sueño y Jean Baptiste Grenouille llegará a la Casa Blanca con su frasquete de esencia y sin necesidad de empadronarse antes. Ya ha llegado, dicen. Con malos pelos y queso en la cara. Y claro, ganarán los malos.

Habrá una fragancia de pasillo de manicomio, un soniquete de bacteria follando, una aspereza voluptuosa de psoriasis ya vieja y un saborcillo a madrugación para herir personas desde bien temprano con cosas y explicaciones, con facturas e idiomas, con ordenanzas y choteos de sádico feo. ¿Qué harán los malos? Pues ganar, qué van a hacer.

De modo que termínate el gazpacho, déjame que estruje yo la bolsa de la esperanza, tan bonica, tan de envolver regalos, dale de beber a esa niña que llora el aceite de palma de los picastostillos y vamos a conversar profundamente sobre nidos y huesos y jiñadas y pájaros que espelechan. Hablaremos bajito, eso sí. Como levantes la voz te anudan la lengua y te mientan a los muertos y a los dineros. Queda un cigarro, fúmalo tú, yo ya no fumo, yo ahora esnifo una mezcla milenaria de pimentón y churulate y bebo Estrella de Levante. Te comento: en el mundo que ya no proyectas, en ese mundo, el señorito Iván ahorcará al Azarías, ¿te lo he dicho?, Quico logrará expulsar de la vecindad al Chavo del Ocho, ¿te lo he dicho?, los tres fantasmas serán vendidos por Scrooge a una sociedad parapsicológica, ¿te lo he dicho?, lo de Resines no será un sueño, ¿te lo he dicho?, Jean Baptiste Grenouille llegará a la Casa Blanca con su frasquete de esencia, ¿te lo he dicho?, y Norman Bates espachurrará la mosca que al final se le posa en la mano.

¿Sí? ¿Te lo he dicho? No, yo creo que no. Que no te lo he dicho.

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