“La Isla te pone a prueba desde el primer minuto”

Juan Toral, participante de La Isla, adelanta algunas claves del nuevo programa

Hoy es el estreno del primer capítulo de La Isla, un programa de supervivencia diferente, la gran apuesta de La Sexta ante el formato de la competencia. Juan Toral Sánchez (Úbeda, 1984) se alistó a la aventura más loca de su vida. Lo hizo y está por ver qué tal le fue en aquella isla de Panamá, con temperaturas y condiciones intempestivas. Toral es sinónimo de energía. Le encanta su profesión, ser médico, y ha encontrado la forma de comunicar con y sin intermediarios. Atiende a Lacontradejaén antes de que los telespectadores lo conozcan hoy a partir de las 22:30 horas.

—¿Cómo se da la opción de participar en La Isla?

—Si le soy sincero, mi caso fue atípico. Porque el casting se abrió y la gente llamó. Un requisito fundamental era que hubiese un médico, de modo que la primera toma de contacto fue del programa hacia mí. Soy muy activo en internet, y a raíz de ahí me vieron y me plantean participar. Al principio dije que no, porque me mudaba de Las Palmas a Madrid en un mes. Me pilló también en las fotos de la preboda, y no estaba mentalmente preparado. Luego, como me gustan los retos, lo consulté con mi almohada y con mi chica, y me presenté al casting. Me cogieron.

—¿Qué es lo que más le atraía de la experiencia?

—Nunca antes se había hecho un reality cien por cien real. Hay otros, pero éste es puro, nosotros estábamos solos y no había nadie grabando. Éramos catorce desconocidos con tres cámara, tres machetes y tres cuchillos. Había que desarrollar el ingenio al que no recurrimos en el día a día debido a las tecnologías. En la isla o volvías a las raíces o lo pasabas mal. Un mes así.

EL MÉDICO DE LA ISLA

—Le he apodado cariñosamente el Jack de La Isla. ¿Juega ese rol?

—Claro, no había más médicos. Yo espero que no me pase como a Jack en Perdidos y me tenga que operar a mí mismo de la apendicitis. Tenía que estar al quite en ese sentido, y asumir otro rol, sobrevivir como uno más. Al final cada persona del grupo tenía una dualidad que teníamos que potenciar. El programa contaba con un equipo de emergencias sanitarias al que podíamos llamar. Pero estaban lejos y el médico era yo.

—Explíquenos qué es eso de la regla del tres.

—El ser humano puede estar sin comer durante tres semanas. Podemos aguantar sólo tres minutos sin respirar y tres días sin beber agua. Pero allí, en la isla de Panamá, hacía 40 grados a una humedad del 80 por ciento. Apenas había agua, teníamos que buscarnos la vida. Nos dieron un litro para el primer día, pero no había fuente de agua. El límite es extremo nada más llegar. No sabíamos si íbamos a ser capaces. La isla te pone a prueba desde el primer minuto.

—Según las promociones, el objetivo no es otro que sobrevivir. ¿Temió por su vida en algún momento?

—A lo largo de las ocho semanas se verá, pero es cierto que durante un mes pueden pasar muchas cosas. Había frutas venenosas, animales peligrosos por tierra, mar y aire… En la promoción hay un trozo mío en el que digo que la isla de un momento a otro te pone a prueba. La probabilidad de que ocurra algo es alta.

LA EXPERIENCIA: PURA Y ÚNICA

—¿Qué es lo más le ha impactado de la isla?

—La capacidad del ser humano y de la mente para adaptarse a situaciones extremas. A titulo personal me ha impactado Rafael. Se echó para adelante con 72 años. Su perfil es increíble. Transmite valores y enseñanzas. Es una persona para aprender de ella.

—¿El mejor momento del mes de supervivencia?

—No puedo citar uno en concreto, porque me quedo con la experiencia. Habrá que ver si consigo acabar el mes o no, pero es un lujo tener la oportunidad de vivir algo tan único. Recuerdo la primera noche: veía el cielo y estaba en un paraíso que es también un infierno. Esa noche la recuerdo con especial cariño.

—La convivencia no se ha dado entre sofás y tumbonas, como en otros programa de telerrealidad. ¿Ha hecho amigos?

—Empezamos siendo 14 desconocidos, pero vivir esa situación me ha permitido irme de allí con más de un amigo. Pocas amistades más verdaderas se hacen. Allí nos mostramos como somos. Hay roces, pero hacen el cariño.

ESTRENO EN ESPAÑA

—En Inglaterra, el programa ha tenido una audiencia espectacular. ¿Funcionará en España?

—Estoy convencido de que las cosas auténticas y buenas triunfan. Aquí la telerrealidad se hace por otros derroteros. Como dice Pedro Aguado, el conductor, no es un espectáculo, pero es espectacular. Es una vuelta a nuestros antepasados. El programa es un caramelo, extremista, duro y complicado. Y al mismo tiempo me parece un canto a la vida; el instinto de supervivencia renace cuando hace falta. Creo que la gente lo verá porque merece la pena.

APASIONADO Y YOUTUBER

—Se casa pronto. Y su futura mujer le permitió ir al programa. Eso es amor, ¿no?

—El 26 de mayo me caso. Y sí, eso es amor y paciencia. Le hice una putada muy grande, porque justo cuando me fui a la isla era el mes de mudanza. La pobre estuvo sola y sin tener noticias, sin saber nada de lo que me pasaba. La verdad es que soy una persona con suerte. Sé que ella aguantará mi locura.

—¿Desde cuándo es youtuber?

—Hace ocho años empecé con un blog, y hace cuatro estrené mi web para escribir artículos de salud. También abrí mi portal de Youtube. En este tiempo he perfeccionado tanto los vídeos como los artículos. Ahora ofrezco consultas online y me he desarrollado como edoctor, que no es algo común en España. Así la gente tiene a su médico al alcance. Comunicar y compartir sobre salud es esencial.

—¿Volvería a la tele?

—(Se lo piensa). Hombre, ya estoy bastante inmerso. Desde agosto soy asesor de la serie Centro Médico, y siempre que sea con cosas vinculadas a la salud beneficiosas para la gente lo haría, porque me gusta este mundo. No me cierro las puertas. Tengo claro que primero soy médico. Esa es mi vida y mi pasión. La televisión es una herramienta estupenda para comunicar.