Jóvenes sobrecualificados y hartos

El 68% de los menores de 25 años ocupa un puesto de trabajo para el que está sobrecualificado, sobre todo en la hostelería y el comercio

Tres años, cuatro años, cinco años. Una carrera. Un máster antes de entrar al mundo laboral. Y luego el trabajo. O el Doctorado. O el trabajo, pero no de lo tuyo. Para trabajar de Psicóloga, te quedan unos años; para maestro, también te quedan. Esta es la situación que se encuentran a diario el 68% de los jóvenes menores de 25 años con una formación superior a la de su puesto de trabajo actual. Es decir, trabajan, sí, pero no de lo suyo. Lo hacen de dependiente, de comercial, de cajero en un supermercado o de camarero. Es decir, son perfiles sobrecualificados para el puesto que desempeñan.

Esta es una de las principales consecuencias que la crisis ha dejado en el trabajo cuando se trata de los más jóvenes. Así, al menos, se recoge en el último estudio publicado por Asempleo, del que se desprende que son 475.539 los jóvenes cuya formación es superior a la que el trabajo que desempeña requiere. Una cifra que ha crecido un 12% desde 2013, lo que supone el 53,3% del total de ocupados, mientras que el empleo cualificado (aquel en el que el trabajador ocupa un puesto acorde a su formación) lo ha hecho solo un 5%. Una situación que se da, sobre todo, en dos sectores principalmente: la hostelería y el comercio.

COMERCIO Y HOSTELERÍA, PARA SOBRECUALIFICADOS

El perfil del hombre con trabajo para el que está sobrecualificado es de mayor de 55 años, con contrato temporal y ocupado en la construcción y los servicios profesionales. Por su parte, el perfil de la mujer es de menor de 25 años, con contrato indefinido y ocupada en el comercio y la hostelería. Los dos sectores que más han notado el incremento de trabajadores sobrecualificados.

Una situación que viven a diario personas como B. N., una joven que prefiere no dar su nombre, que estudió Biología y que ahora pasa algunas horas a la semana detrás de un mostrador en un supermercado. "El panorama que tenemos, con una formación universitaria y trabajando en puestos que están por debajo de nuestra cualificación, que no menosprecio en ningún caso, pero me parece muy frustrante", explica esta joven que siempre saca fuerzas para luchar por el trabajo que quiere: "A veces me deprimo, porque llego a pensar que he perdido el tiempo, pero intento pensar que con mi formación siempre voy a tener más frentes abiertos que si no la tuviera".

Una generación preparada que no encuentra su lugar. “Tenemos a la generación de jóvenes más preparados de la historia y el mercado laboral no puede desperdiciar este valioso recurso que estamos dejando escapar, como explican la fuga de talento y el efecto desánimo reflejado en la última Encuesta de Población Activa. Si a esto añadimos el hecho de que la tasa de paro estructural se encuentre en el 18%, la situación se vuelve aún más preocupante”, explica Andreu Cruañas, presidente de Asempleo.

EL CAMPO

Pero a pesar de que el estudio de Asempleo recoge que la hostelería y el comercio son los sectores en los que más se han de notar esta sobrecualificación, el campo no está exento de jóvenes sobradamente preparados pero cuyas carteras necesitan llenarse a base de horas y horas de sol en el campo. Como Juan Gómez, de Valdepeñas de Jaén, quien a pesar de tener una Formación Profesional, el grado en Comunicación Audiovisual y un Máster en Nuevos Medios Interactivos, tiene que sudar la gota gorda en el campo. Ya sea en su Valdepeñas natal o a miles de kilómetros, en Francia. En la conocida vendimia. “Ahora mismo trabajar de lo mío está muy complicado y, sobre todo, en Andalucía. Si te vas a Madrid o ciudades grandes hay más posibilidades, pero también son trabajos, muchas veces, muy precarios”.

Quiere trabajar detrás de una cámara, montando vídeo en Premiere Pro o con la iluminación en cine. Pero lo que le toca es campo. “Este año, a principios del curso académico, como acababa de terminar el Máster y no tenía trabajo me fui a Francia a trabajar a la vendimia. Estuve casi un mes y conseguí sacarme algo de dinero para poder costearme la búsqueda de trabajo, que eso también es un trabajo”. Pero la vendimia da para un tiempo, no para un año entero: “También he trabajado este año en el olivar, un trabajo duro pero que he desempeñado muchas veces a lo largo de mi vida para costearme la carrera y que, ahora mismo, también parece uno de los pocos lugares en los que encontrar empleo, en el campo”.

Ahora, el no tener trabajo, le ha hecho replantearse todo: “La falta de trabajo me ha hecho que quiera volver a estudiar y estoy pesando muy seriamente hacer un doctorado. Pero claro, seguro que cuando acabe, aquí en España, solamente hay puestos de trabajo para los que estemos sobrecualificados”, sentencia irónicamente.

LAS SOLUCIONES