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Javier Márquez: "La Alcaldía de Jaén es una silla eléctrica"

Por Javier Esturillo - Febrero 05, 2017

Javier Márquez es un hombre sencillo, campechano y bonachón. Nos recibe en su despacho de Alcaldía con una sonrisa en los labios. Una montaña de documentos preside la mesa de reuniones. A simple vista, es un lugar acogedor. No hay apenas fotos y se respira un ambiente familiar. En tono risueño diserta sobre la actualidad, de la ciudad, del país… El alcalde de Jaén, conocido entre sus íntimos como “Cuqui”, es una persona cultivada y viajada, lo que le permite ver la realidad desde diferentes perspectivas. Es fácil conversar con él, aunque hay determinados asuntos en los que se rasca la mejilla, mira al cielo y frunce el ceño, como aquellos que tienen que ver con las injusticias, la falta de oportunidades o la imposibilidad de mejorar ciertas cosas por no disponer de recursos. Este abogado de profesión, se siente como el Osasuna al mando de la Administración municipal.

— ¿Cómo amaneció hoy Jaén?

— Nadie puede ocultar que tiene carencias, pero estoy contento de cómo marcha Jaén. La ciudad no es el reflejo del Ayuntamiento, que, como todo el mundo sabe, tiene una situación económica muy mala, cuya solución no es posible por sus propios medios. Si Jaén estuviera como su Ayuntamiento sería imposible vivir porque tendríamos manifestaciones todos los días, y no es así, gracias a que su economía depende, en gran medida, de los funcionarios que trabajan en las distintas administraciones. Y esa paz social se nota. El otro día leí un artículo de ámbito nacional en el que venían las diez ciudades más pobres del país. Nueve eran andaluzas, estaban Córdoba, Almería y un municipio de la provincia, pero no estaba Jaén. Que necesita mejoras, por supuesto. Paso por la calle Maestra y soy consciente de que está como un piano, con baldosas rotas o sueltas, pero, insisto, la ciudad no es el reflejo del Ayuntamiento. Ni está tan mal como muchos hacen creer.

 El alcalde de Jaén, Javier Márquez, durante la entrevista. Foto: Rafa Casas
El alcalde de Jaén, Javier Márquez, durante la entrevista. Foto: Rafa Casas

— Vamos a poner a prueba sus conocimientos sobre los problemas que sufren los vecinos de la ciudad que gobierna. ¿Sabe que enfrente del colegio de San Vicente Paúl hay baches y gran parche en la calzada?

— Lo sé y estamos trabajando en solucionar ese problema. Al igual que sé que en la zona de la Plaza del Pósito cuando vas con el coche te das hasta en los bajos de lo mal que está la calle. La misma Plaza de Santa María tiene deficiencias por el paso de los autobuses o cualquier otro vehículo porque está diseñada y ejecutada para solo paso peatonal. A medio plazo, o cuando corresponda, habrá que levantarla entera de nuevo. Le puedo decir muchas más calles que sufren este tipo de situaciones y otras zonas cuyos problemas van más allá de los baches. Por ejemplo, Antonio Díaz necesita una segunda salida. Todo eso lo veo, porque mi vida es muy normal, con la de cualquier otro ciudadano. El inconveniente es que carecemos de recursos suficientes para poder abordar los problemas que nos plantea mucha gente. Si tuviéramos dinero, todo sería diferente, pero nuestra situación económica es la que es. Sé que el Ayuntamiento es la percha de las tortas. Y, en este punto, rompo una lanza por la gente que trabaja en esta Administración. Esto es como si a un entrenador le dan el Osasuna y pretendes estar arriba. Al final, estás donde tienes que estar.

— ¿Qué se ha hecho mal para que el Ayuntamiento tenga una deuda de 560 millones de euros? ¿Qué han hecho mal sus predecesores, muchos de ellos de su partido y entre los que se encuentra, hoy en día, el secretario de Hacienda?

— Claro que se han hecho las cosas muy mal. En primer lugar, que los vecinos no pagan realmente por los servicios que reciben. Por ejemplo, en el recibo de la basura, la gente paga la mitad de lo que cuesta. ¿Y por qué no se ha subido antes? Porque el alcalde de turno, tanto de uno como de otro partido, ha pensado más en el electorado que en las necesidades reales del Ayuntamiento. Si a los ciudadanos no les dice lo que realmente vale un servicio para no remover el electorado, pues tienes, al final, este panorama. Respeto a todos los que van dando lecciones de cómo gestionar el Ayuntamiento, pero el que tiene la deuda generada de todo el mundo soy yo. Respecto a José Enrique Fernández de Moya, una persona a la que quiero y conozco personalmente, se ha partido la cara por esta ciudad y por este Ayuntamiento. Se ha peleado con mucha gente para conseguir dinero y muchas de las soluciones que ha planteado le han servido a esta Administración. El tema es mucho más complejo. El problema es culpa de todos por tomar medidas, unas veces equivocadas y otras populistas, como no subir los impuestos porque venían las elecciones. Y luego tenemos las peleas políticas que dependen de quién gobierne en cada administración, no solo damnifican al Ayuntamiento, sino a la propia ciudad. Todo ello, lejos de ayudar, empeora la situación, porque lo pagan los vecinos. Por desgracia, los partidos piensan, muchas veces, más en clave electoral.

 Javier Márquez en el balcón de la Alcaldía, con la Catedral al fondo. Foto: Rafa Casas
Javier Márquez en el balcón de la Alcaldía, con la Catedral al fondo. Foto: Rafa Casas

— Antes de alcalde, fue concejal de Urbanismo. El departamento del que se surtía de dinero el resto de áreas. Hoy en día, ya no lo es. ¿Por qué no se gestionó mejor en los tiempos de bonanza?

— Ha sido uno de los grandes males, no solo del Ayuntamiento de Jaén, sino de toda España. Muchas administraciones locales crecieron en plantilla y en endeudamiento, obviamente, porque pensaba que ese maná nunca acabaría.

— Hasta tal punto de llegar a pensar en construir un aeropuerto.

— Un aeropuerto, un parque acuático o un aparcamiento, como el de La Alameda… No lo comparto, pero puedo entender que, en un momento determinado, se pensara en ello porque Jaén necesita infraestructuras, tanto la ciudad como el resto de la provincia. Nuestro tren es poco menos que una diligencia. No estamos conectados realmente con Córdoba o Granada, por poner un ejemplo. Todo esto hace que nos quedemos atrasados económicamente y que difícilmente los inversores piensen en nosotros como una buena oportunidad. No disponer de infraestructuras perjudica a todos los municipios. No hace falta un aeropuerto, pero sí otras cosas más básicas, como una buena red ferroviaria o mejores servicios de transporte público interprovincial, que son un desastre.

La ciudad no es el reflejo del Ayuntamiento. No está tan mal. Si fuera como dicen, habría protestas todos los días

— Hay un medio de transporte sostenible que sigue en cocheras. ¿Por qué, cuando, según el consejero de Fomento podría estar en marcha en tres meses si existiera voluntad en ello?

— Esa afirmación es solo postureo político. Él sabe realmente que no ha habido ninguna iniciativa para poner en marcha un sistema que es hiperdeficitario. Las cuentas de la Junta no salen, aunque ellos piensen que sí. Su puesta en funcionamiento cuesta, al día, 25.000 euros, y a la gente no le puedes cobrar más de un euro, por lo que necesitas que se suban mucha para poder costear el servicio, independientemente de que recibas ayudas. Siendo gratis, y poco menos que un caballito de feria, no se montaron en el tranvía más de ocho mil personas, muchas de ellas votantes del PP. Esto quiere decir que las cuentas de la Junta no salen. Esas cuentas que hablan de que se van a subir más de doce mil personas al día. Otro de los problemas que nos encontramos es su trazado, que va de un punto determinado a otro. Nosotros planteamos más líneas, como la de Las Fuentezuelas, que es la salida más lógica, ya que eliminaría tráfico y la gente de esa zona podría acceder a la Universidad, el polígono etcétera.

 Javier Márquez escucha una de las preguntas de la entrevista, antes de responder. Foto: Rafa Casas
Javier Márquez escucha una de las preguntas de la entrevista, antes de responder. Foto: Rafa Casas

— Pero esa propuesta, tal y como están las cosas, es complicada, porque supondría más inversión.

— No tiene por qué ser todo inversión pública. La idea sería que se sacara la concesión, como se hace en otras infraestructuras. Esta concesión realizaría la obra y explotaría el sistema. Con el actual trazado, quién va a coger el tranvía desde El Corte Inglés, por ejemplo. ¿Merece la pena?

El tranvía no funcionará este año. Tal y como lo plantea la Junta, es un servicio hiperdeficitario

— Por sus palabras deduzco que la solución es complicada y que este año no entrará en funcionamiento.

— En 2017, no entrará en funcionamiento. No obstante, este año sacaremos a licitación el servicio técnico, pero necesitamos el compromiso del PSOE. Puede pasar que la Junta sí quiera y el grupo municipal no. Hemos destinado una cantidad importante para ello. Vamos a ver lo que pasa.

— ¿Esto pasaría en Alemania?. País en el que usted ha residido durante algunos años.

— No es una cuestión de Alemania o de España. Los políticos allí no se diferencian tanto de los de aquí. Hay de todo como en botica. No pongo a otros países como ejemplo. Es cierto que aquí se han hecho auténticos desmanes sin sentido, como un parque acuático, un aparcamiento en La Alameda o una guardería en el Bulevar. Lo que ha habido han sido malos gestores. El debate político se centra más en las luchas internas que en los ciudadanos. Y la concepción actual de Europa y del mundo va a cambiar y nos afectará a todos. Tenemos que prepararnos para el futuro y gestionar mucho mejor los recursos de los que disponemos.

 El regidor, junto a las banderas que presiden su despecho en el Ayuntamiento. Foto: Rafa Casas
El regidor, junto a las banderas que presiden su despecho en el Ayuntamiento. Foto: Rafa Casas

 

— ¿Cuántos enanos le han crecido a su alrededor desde que es alcalde?

— Unos cuantos. Es normal, también. He visto a José Enrique Fernández de Moya pasarlo realmente mal. No es lo mismo ser concejal de Urbanismo que alcalde. Mi predecesor me decía que la Alcaldía es una silla eléctrica y no le falta razón. Te vienen tortas por todos lados. Uno no es consciente de la tensión que se vive hasta que está dentro. Por eso, dignifico la figura del alcalde, porque al que le piden responsabilidades es a él. Tú no se lo pides al ministro, a la presidenta de la Junta o al consejero de turno, porque no los ves. Se lo pides al alcalde porque es el más cercano. Es el padre de todos.

— ¿Echa de menos los tiempos en los que acudía a los conciertos con sus camisetas de rock?

— No, porque trato de mantener la normalidad. Intento ir a conciertos porque me lo paso genial. El último al que asistí fue al de 091 en feria e iba con mi camiseta. La música me relaja. Escucho de todo, desde Jorge Negrete a Ozzy Osborne.

— Supongo que los paseos por la ciudad serán diferentes desde que es alcalde.

— Son algo diferentes. Me siento un poco como Claudia Schiffer, salvando las distancias lógicamente. La gente te mira porque eres el alcalde. Me sorprende bastante. El otro día fui al nuevo centro comercial de Granada y todo el mundo me saludaba. A pesar de ello, soy un jiennense más. Necesito saber que soy uno más por higiene mental. Por eso, me gusta llevar a mis hijos al colegio, visitar a mi madre, pasear por las calles, ir al fútbol… Me sirve para no perder el sentido de la realidad y darme cuenta que hay calles intransitables por los parches y me maldigo a mí mismo. Tiendo a ser autocrítico. Pero insisto en que la ciudad no es el reflejo del Ayuntamiento. Viajo a otros lugares que han tenido un pasado más esplendoroso o más postín y ahora están abandonadas. Algo, aunque sea pequeño, se estará haciendo bien. Gobernar con dinero no tiene tanto mérito. Este está en los alcaldes que tienen que gestionar prácticamente sin recursos. Sea este Ayuntamiento u otro, independientemente del signo político.

Me siento un poco como Claudia Schiffer, salvando las distancias. La gente te mira por ser el alcalde. Me sorprende bastante

— ¿No cree que sus comerciantes se van a enfadar cuando sepan que su alcalde va al Centro Comercial Nevada?

— No tienen por qué. Toda la ropa que llevo puesta es del comercio tradicional de aquí. No son competencia. Los comerciantes de Jaén no viven solo de los vecinos de la ciudad, sino de toda la comarca y del resto de la provincia. Los centros comerciales son un polo de atracción para el resto. Los negocios tradicionales compiten con productos diferentes que a lo mejor vende una gran cadena. Por ejemplo, en el trato más personal, en disponer de trajes a medida, en muchas cosas que lo hacen diferentes.

— ¿Y cuánto lleva de retraso el Jaén Plaza?

— Poco menos de un año. En estos momentos, está todo en manos de la junta de compensación que debe aprobar los procesos de reparcelación. Esto necesita un tiempo. Veo difícil que esté para este año. Posiblemente, será el que viene.

 Javier Márquez, en un momento de la conversación. Foto: Rafa Casas
Javier Márquez, en un momento de la conversación. Foto: Rafa Casas

— ¿Qué tal le fue en Israel? ¿Qué se trajo de allí?

— Allí pude hablar con mucha gente. No hay que olvidar de que estaban algunos de los lobbies más importantes del mundo. Lo que se trataba era de establecer relaciones personales para cerrar posibles acuerdos en relación con actividades culturales, empresariales y de otro tipo. Estos viajes permiten acceder a personas con contactos a niveles importantes. El resultado que den después, está por ver. Pero creo que son buenas iniciativas. En Israel, el nombre de Jaén sonó por todas partes.

— Apuesta, por lo tanto, por más inversión privada del exterior.

— Los primeros que se tienen que lanzar al ruedo son los empresarios de Jaén, porque el político no puede hacerlo todo. Lo único que podemos hacer es facilitar las cosas. Mi mayor objetivo es que Jaén deje de ser la gran desconocida. Aplaudo las promociones que se hacen de la capital y del resto de la provincia, pero no comparto que se hagan para consumo interno. Lo que no podemos es ir a Fitur para hacernos la misma foto todos los años para que salgan solo aquí y no en Madrid, en Santiago de Compostela o en Guadalajara. Lo mismo ocurre con estos sitios. No vemos el estand de estas ciudades. Tiene mucha más incidencia quitarnos los complejos. La visita del alcalde de Salzburgo nos permitirá abrir la ciudad al mundo que es, al fin y al cabo, mi intención.

— Le ha recordado su mujer alguna vez desde que es alcalde que antes vivían más a gusto.

— Bueno ella también tiene lo suyo (Olimpia Molina es la secretaria general de la Universidad de Jaén). Lo cierto es que los dos acumulamos mucha tensión. Tratamos de hacerlo lo más cotidiano posible. Por eso, nos gusta llevar a nuestros hijos al colegio y hacer cosas como cualquier otra pareja, dentro de las responsabilidades que ambos tenemos. Pero sí, antes vivíamos más a gusto.

 Javier Márquez reconoce su preocupación por el futuro de la ciudad. Foto: Rafa Casas
Javier Márquez reconoce su preocupación por el futuro de la ciudad. Foto: Rafa Casas

— ¿Hay alguna partida de los presupuestos municipales con la que sufra especialmente por la falta de dinero?

— Lo que corresponde a inversiones, porque Asuntos Sociales está cubierta. No tenemos dinero para invertir en nuevas infraestructuras. Y nosotros tenemos la ventaja que todas las administraciones están aquí, por lo que tenemos una economía, más o menos estable. El problema vendrá cuando el número de funcionarios se reduzca, por la introducción de automatismo y otros sistemas. Esa economía irá cayendo y la sociedad se irá transformando. Las administraciones estamos en babia y no nos hemos puesto a trabajar en el futuro. Igual que en agosto me quitaba el sueño no poder pagar los servicios básicos de la ciudad, ahora lo que me lo quita es qué ciudad le voy a dejar a las generaciones futuras. Sé que nadie me lo va a agradecer, que no se ve ni se siente ahora, pero, para mí, es fundamental porque de ello dependerá el futuro de nuestros hijos.

Me quita el sueño saber qué ciudad le vamos a dejar a las generaciones futura

— Pero no da ejemplo en algunas apartados, como la sobredimensión de la plantilla municipal, como usted, y otros alcaldes anteriores, han reconocido.

— No entra en mis planes reducir la plantilla, por el momento. No se puede echar a la gente a la calle sin tener una alternativa. Mi problema real es que la plantilla está mal estructurada. A lo mejor necesito más arquitectos y abogados y menos administrativos. Necesito una mejor organización de los puestos. No me planteo hacer un ERE. La culpa de la ruina de este Ayuntamiento no la tienen los trabajadores, sino la gente que lo ha gestionado. Se han hecho auténticos disparates y se ha disparado con pólvora de Rey cada cuatro años porque había elecciones. Y hablo con conocimiento de causa porque la deuda de todos la asumo yo ahora, con lo que todo ello conlleva.

 

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