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LA BODEGA MALDITA DE MAGDALENA

Por Fran Cano - Septiembre 23, 2017
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La casa está en el número 7 de la calle Joaquín Costa.

La casa parece pequeña desde fuera, pero desde dentro tiene aire de palacio, con un patio enorme de luz abundante, ventanales y sillas en torno a una mesa.

La casa es de Magdalena Pérez Prieto, una jiennense de 75 años.

La mujer vive con sus hijos desde que falleció su marido hace doce años. Perdió a su esposo justo cuando apareció un problema que aún la mortifica: hay filtraciones de aguas fecales en la bodega de la vivienda. Más de una década después de advertir esa humedad fuerte que ya agrieta las paredes, todo sigue igual.

Es un borrón en medio de un inmueble preciosista. La bodega.

El informe más reciente de Aqualia apunta como origen del problema a deficiencias de las redes interiores de las viviendas circundantes de las calles Merce Baja o Joaquín Costa.

 Magdalena Pérez Prieto muestra los desperfectos en su bodega. Vídeo y fotos: Esperanza Calzado.
Magdalena Pérez Prieto muestra los desperfectos en su bodega. Vídeo y fotos: Esperanza Calzado.

—Ahora lo vas a ver.

Es martes 19 de septiembre de 2017. Pérez Prieto atiende en su domicilio a Lacontradejaén. No es la primera vez que entran periodistas a su casa. Primero contará lo que le pasa a ella por culpa de la bodega y luego mostrará a la prensa ese sótano de bóveda sin remedio.

Magdalena Pérez se sienta en una silla junto a una mesa, rodeada de palmeras, potos, cintas y chefleras. Lo último que piensa cualquiera es que en una atmósfera así hay algo que no funciona.

—Fue como hace doce años —dice, la voz medio quebrada—. Recuerdo que coincidió con la muerte de mi marido. Teníamos muchas cosas en el sótano, y un día me di cuenta al entrar: había agua y cieno.

Esa fue la primera vez. A Magdalena le sorprendió, pero supuso que no era más que una anomalía. Por eso apenas tuvo problemas en retirar aquella agua negra. Sólo que al tiempo, al muy poco tiempo, todo estaba igual. La avería —no era una avería— se reproducía.

Un día que no recuerda con exactitud, una señora “muy agradable” le ofreció en la Plaza de Cruz Rueda hablar con un encargado de Seragua especializado en filtraciones. Aquello sólo llevó a un pronóstico que se ha cumplido con el tiempo:

—Me dijeron que había algo muy gordo —señala.

El problema de las filtraciones sólo afecta a la bodega. La suerte, dentro de una historia de muy mala suerte, es que el olor incomoda en la habitación, no fuera, donde es normal. Aunque sí que hay rastros, efectos de las filtraciones.

Por ejemplo, antes de bajar por las escaleras que dan al sótano hay una pared que presenta un bulto. Magdalena lo señala, pero no hace falta: se nota a distancia. El peligro de una vivienda con el bajo húmedo es que puede afectar a la estructura.

 La mujer señala uno de los efectos de las filtraciones en una pared.
La mujer señala uno de los efectos de las filtraciones en una pared.

—Sí, hay rajas. Están también en el techo del sótano.

Y Magdalena, ahora ya de pie, nos guía escaleras abajo hacia la bodega.

EL INFORME DE AQUALIA: NO ES UN PROBLEMA DE LAS CALLES

Este periódico ha contactado con la Concejalía de Mantenimiento Urbano de la capital para preguntar por el caso de Magdalena. En realidad, todo lo vinculado a empresas concesionarias, como Aqualia, es competencia del área de Hacienda. Depende del concejal Manuel Bonilla, quien trabaja codo con codo con Juan José Jódar, edil de Mantenimiento Urbano. Es por ello que Jódar ha tenido acceso al informe más reciente del Servicio Municipal de Aguas de Jaén. Concretamente del área de redes.

El informe dice que Magdalena dice la verdad: el problema en el número 7 de la calle Joaquín Costa data de más de una década.

«Se han revisado las redes de saneamiento de las calles Joaquín Costa y Merced Baja, y no se ha encontrado ninguna deficiencia que pueda provocar la filtración en la vivienda situada en calle Joaquín Costa, 7».

Es un extracto del informe al que ha tenido acceso este diario. Y continúa:

«El problema de esta filtración se remonta a más de 10 años. En este periodo incluso se renovó la red de saneamiento de la calle Merced Baja, la cual está en perfecto estado de conservación».

No es, pues, un problema de la calle Merced Baja. El informe señala que se han vertido colorantes y desinfectantes en la red municipal y que nunca han aparecido en el sótano de Magdalena.

La parte final del informe abunda en que la raíz de las filtraciones no está en las calles:

«La filtración aparece en una ubicación que no es colindante con la vía pública, sino con la vivienda de la calle Joaquín Costa 9. Es más, a continuación se sitúa la vivienda de la calle Merced Baja, 10. Por ello en todo momento hemos barajado la posibilidad  de que la filtración sea provocada por alguna deficiencia de las redes interiores de las viviendas circundantes de la calle Merced Baja o Joaquín Costa.»

LA MERCED RECOGE FIRMAS PARA AYUDAR A LA “QUERIDA COSTURERA”

La humedad en el sótano se deja notar al poco de estar dentro. Huele también a cañería. Magdalena explica, en la bodega, que limpiar no sirve de mucho, porque al día siguiente hay que repetir la faena.

Cuenta que ya van tres motores rotos. Tres suertes de cubas rotas. Se rompen porque evacuan el agua sucia y quedan atascadas.

—Ya no compro más. ¿Para qué? —lamenta la dueña de la casa.

 La mujer no sabe cómo zanjar el problema que le afecta desde hace más de diez años.
La mujer no sabe cómo zanjar el problema que le afecta desde hace más de diez años.

El suelo de la bodega luce con tierra, y en una de las esquinas se concentra el agua negra filtrada. Hay, como decía Magdalena, grietas en el techo.

La mujer habla rápido cuando describe y señala cada desperfecto. Llora porque no entiende qué más tiene que hacer: las visitas a Seragua; el dinero gastado en reparaciones; el dinero gastado en un abogado. Y todo igual.

—¿Cómo no voy a tener depresión?

Se lo pregunta y luego dice que podría disfrutar de un sitio estupendo para dormir en verano.

Magdalena cosía para la gente de la calle. Es una persona muy querida en el casco antiguo. La Asociación de Vecinos Unidos por la Merced quiere ayudarla. Ya recaba firmas de ciudadanos para registrarlas en el Ayuntamiento. Las rúbricas, por más que sean, parecen destinadas a ser sólo una muestra de solidaridad.

La mujer tiene una sospecha que es sólo una sospecha. La prueba del líquido del agua en las cañerías se hizo hace un tiempo en una vivienda aledaña, en la calle del Obispo Arquellada. Según el residente, el resultado de la prueba negaba la relación de su vivienda con la de Magdalena. La prueba se hizo de puertas para dentro.

—Y me queda la duda —dice ella.

Adolfo, el hijo de la mujer, viste la camiseta de la selección española de fútbol y lleva unos auriculares. Está agradecido por el interés de la prensa. Él apunta el contacto de este diario por si se acuerda de algún dato relevante. Adolfo recuerda algunos apuntes que a Magdalena se le escapan.

Su madre está ahora más relajada.

—Esto es una lástima. Y ni yo tengo claro el problema —concluye.

 El estado actual de la bodega.
El estado actual de la bodega.

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