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UN LÍDER SIN SALIDA

Por Fran Cano - Enero 31, 2017
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San Vicente de Paúl es un misterio. Las calles toman nombres de santos. Son estrechas, con suelos limpios, y comunican con casas de colores llamativos. Marrón y naranja. Algunas tienen grabadas los nombres de los dueños. Hay atmósfera de cuento. El problema es la realidad: no suben turistas locales ni extranjeros; sí flota "un estigma" escasos metros más arriba, según dice Juan Torres Castro, 41 años, referente vecinal de tres barrios, San Vicente de Paúl, Santa Catalina y Antonio Díaz.

—Yo voy a cambiar esto, aunque me cuesta la vida —promete él—. Pero necesito a las instituciones.

Necesita abrir la calle Antonio Díaz. Abrir el futuro de la zona. De la gente joven.

—Del resto ya habrá tiempo.

Torres es un hombre corpulento con el cabello blanco. Nació en San Vicente de Paúl. La cuenta corriente le permitía hacer vida en el Gran Eje, pero se compró una vivienda en la calle San Alejandro. Ahí vive con su mujer y sus tres hijos. Hoy es 23 de enero. El equipo de LaContracrónica sigue sus pasos en el corazón de su barrio. La esposa barre la calle. Ya sabe en qué anda su marido: otra cita con la prensa.

—Puf, claro que sería bueno que se abriera la calle —admite la mujer.

Las quejas comunes del resto de asociaciones de vecinos son materia de urbanismo: una papelera que no está en su sitio; arbolado seco; un banco roto. A Juan Torres le resultan simpáticas. Él está a otras cosas.

 Camino que conduce hasta el aparcamiento de Antonio Díaz.
Camino que conduce hasta el aparcamiento de Antonio Díaz.

PRESIDENTE, PRESIDENTE

"La primera vez que lo vi, hace año y medio, me pareció un hombre sencillo", cuenta Pepi Alcántara, presidenta de 'Guadalquivir', en Belén y San Roque. La llegada de Torres a 'OCO' tuvo impacto en la federación. De la primera impresión de "hombre sencillo" se pasó en poco tiempo al retrato de una figura más elaborada, un líder. "Se sabe explicar muy bien. A su manera. Y cada vez lo hace mejor", celebra Alcántara.

Rafael Requena estuvo al frente de 'San Vicente de Paúl' más de dos décadas. Entonces tenía línea de móvil, y se pasaba los días llamando a la prensa y a la Policía. Ahora es común verlo de jardinero en la rotonda de la Fuente de la Peña. Hoy su número de teléfono lo tiene Juan Torres. También las llaves de la sede, atracada a comienzos de este mes. El daño ronda los 3.500 euros, tal y como consta en la denuncia del colectivo. La puerta fue cambiada. Hay recortes de periódico en el mural de la sede. Todos los titulares se pueden resumir en uno: "San Vicente de Paúl pide la apertura de la calle Antonio Díaz".

"Juan llegó a 'OCO' en el verano de 2015. Requena estaba harto de la asociación. Lo pasaba muy mal. Decidió dejarla. Lo sustituyó Juan, que reunió a un grupo. Todos decidieron trabajar por el barrio", explica María Cantos, presidenta de 'OCO', a LaContracrónica.

No hubo elecciones. El grupo —no más de cinco personas— señaló a Torres. Se pusieron manos a la obra. Literalmente. Había que mejorar el aparcamiento. Parados de larga duración hicieron de albañiles con materiales proporcionados por el equipo de Gobierno. El ímpetu de la junta entrante precisó la intervención de 'OCO'. "Le dijimos que parara. Si pasaba cualquier percance, podría ser contraproducente", dice Cantos. "Queríamos una reunión con el Ayuntamiento para habilitar un seguro de voluntariado. Fue hace un año, con Fernández de Moya en la Alcaldía. Aún no nos han recibido", añade.

SER Y ESTAR

Torres sabe administrar sus silencios. Como un político. También puede estar en un sitio y pasar desapercibido. Puede, si hace falta, ser fotógrafo cuando la naturaleza de la escena lo señala como protagonista. Ayudar a los medios, guiarlos y decirles, sin decirlo: "Ustedes, apunten ahí". Ser Juan Torres es ser polifacético. O al menos intentarlo. Es conductor de autobuses urbano.

El Ayuntamiento, la Policía Nacional y la Subdelegación del Gobierno conocen la demanda de 'San Vicente de Paúl': abrir la calle Antonio Díaz. Conectarla hasta, por ejemplo, los depósitos del agua para que el tráfico fluya: una ambulancia, una patrulla de agentes y cualquier vehículo saldrían beneficiados de la operación. ¿Es posible?

—Sí, tres semanas de trabajos y unos 50.000 euros —afirma.

Quizá sea optimista. Quizá sea esa la otra carta que juega —aparte de su agilidad comunicativa— para que las administraciones lo respalden.

Juan Torres nos guía por un terreno detrás de la curva que hay en la desembocadura de la calle Antonio Díaz. Por el herbazal que ahora pisamos tras él y su tesorero, Francisco Gutiérrez, también han pasado otros compañeros de la prensa y políticos de distintas siglas. Hasta llegar a un carril, el terreno es irregular, con descensos. Difícil avanzar con tacones. Torres cogió en brazos a una política de Jaén para llevarla hasta donde él quería: el final del camino que solo está hecho en su cabeza.

—Yo lo veo muy fácil. He trabajado en la construcción —dice, y ahora arriba queda Antonio Díaz, junto a su barrio.

 Francisco Gutiérrez (tesorero) y Juan Torres (presidente), en el camino que sueñan trazar para darle salida a la calle Antonio Díaz.
Francisco Gutiérrez (tesorero) y Juan Torres (presidente), en el camino que sueñan trazar para darle salida a la calle Antonio Díaz.

REPRESENTANTE... ¿POLÍTICO?

—¿Usted se siente un político? ¿Cree que hace cosas que debería asumir un administrador público?

—Sí, soy un político. A nivel bajo, pero sí. Los representantes de los barrios damos las ideas a lo partidos para que las pulan. Si abren la calle, cambia el barrio. Esto empieza a cambiar —insiste.

Y en ese caso, las complicaciones de ser una figura (pseudo)política se derivan de una realidad, estar en el punto de mira. Ser cuestionado. El propio Torres y sus compañeros más allegados de 'OCO' admiten que alguna vez él ha pensado en dejarlo. "Arriesga más que nadie en el movimiento vecinal", coinciden Alcántara y Cantos.

—¿Su mejor momento?

—No hay buen momento. Todo son críticas. Y la situación se vuelve inaguantable. Hay semanas que son durísimas.

Juan Torres solo necesita dos minutos a pie para ir de su barrio hasta Antonio Díaz, donde la mayoría de gente lo saluda, y en ocasiones alguien le ofrece un trago de una litrona.

Cuando acaba su jornada de conductor, vuelve a casa sobre las once u once y media de la noche. Se sienta en el sofá. Y le hace la pregunta ordinaria a su mujer:

—¿Cómo está hoy el barrio?

 Imagen actual de la calle Antonio Díaz.
Imagen actual de la calle Antonio Díaz.

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