Macarrones con york y nata

Casi reivindica en el clásico su espíritu goleador con una actuación soberbia

Casi se levantó el día del clásico temprano, como cualquier otro domingo de partido. Desayunó, se puso ropa cómoda y salió a la calle, junto con su novia y un amigo, para dar un paseo y comprar un par de cosas para la casa.

La mañana era fría, pero soleada y acompañaba para callejear por la ciudad. A la una de la tarde regresó a casa y puso a calentar agua, mientras visionaba otro capítulo de su serie favorita, Prison Break. Es la hora de comer. Y, como cualquier domingo de partido, toca pasta. Macarrones con jamón york y nata. Hace varias jornadas que los cambió por los de atún con tomate. "Me ha traído suerte", dice entre risas. "Soy un poco supersticioso", reconoce. Fortuna o no, al jumillano el derbi le salió a pedir de boca: tres goles y una actuación soberbia. "Estoy muy feliz", admite.

A José Ruiz Cutillas, "Casi", (Jumilla, 1993) desde que llegó al Linares se le ha exigido más de lo que podía dar y se le ha perdonado menos de lo que había que perdonarle. A la sombra de Víctor Curto, el espigado atacante pasó las once primeras jornadas atascado. "No había forma de que entrara la pelota", recuerda.

Su obsesión por perforar la portería contraria se convirtió en ansiedad. Corpas e Higinio Vilches se percataron de que Casi no estaba bien. Se machacaba en los entrenamientos. Se esforzaba más que nadie. Sin embargo, los laureles eran para un Víctor Curto en estado de gracia e idolatrado por la grada. El apoyo emocional de dos de los capitanes de la plantilla y los mensajes de ánimo que recibía de la afición a través de las redes sociales tuvieron su recompensa una fría noche de noviembre. En Mancha Real marcó su primer gol con la elástica azulilla. "Me sentí, en cierta forma, liberado", rememora.

Probablemente nada definió mejor a Casi que el partido de La Juventud. El futbolista pasó de la intrascendencia al protagonismo más estruendoso. Quizá son los genes de un chaval sencillo que no se rinde, las circunstancias de los partidos, el espíritu de depredador que solo ataca cuando la presa es segura. Así fue ante el Real Jaén. El 'hat-trick' del domingo, en el choque más esperado del año por la afición azulilla, retrató su juego de atacante incisivo, inquietando a los defensas para aprovechar un resbalón o ese desajuste que le pusiera en ventaja hacia el gol. "Fue un partido que no olvidaré en mucho tiempo", admite.

"Nadie se imaginaba que, tras once partidos sin ver puerta, llevaría nueve goles en la jornada veintidós. Me hubiera hecho millonario si hubiera apostado por mí mismo", afirma. Casi tiene confianza, se siente a gusto en la ciudad, a la que se ha adaptado de maravilla. El domingo recibió una ovación que no olvidará jamás. "Aún se me pone la piel de gallina. Fue muy emocionante. Sé lo importante que son estos partidos y el esfuerzo que hace la gente por pagar la entrada para vernos, dada la situación en la que se encuentra la ciudad. Por ellos me siento más feliz", agradece a una hinchada que ve en Casi el reflejo de un luchador, de un futbolista con los pies en la tierra.

El murciano no quiere hablar, de momento, de su renovación. "Quiero estar centrado en el juego. Lo importante ahora es lograr cuanto antes la permanencia. Ya habrá tiempo. Es algo que no depende solo de mí. Lo único que puedo decir es que me siento muy feliz en Linares y orgulloso de vestir esta camiseta", concluye.