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ESA HIERBA MALDITA

Por Javier Esturillo - Febrero 19, 2017

Se le conoce de mil formas distintas. Muchos defienden su legalización y, en los últimos años, se ha convertido en un negocio muy boyante en la provincia, al menos para algunos. Es la hierba maldita para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil han asestado duros golpes al cultivo y distribución de marihuana, que tiene en Linares uno de sus principales puntos negros. En la Ciudad de las Minas se han realizado más de la mitad del total de operaciones policiales desde 2015 hasta nuestros días. Se han descubierto y desmantelado auténticos invernaderos destinados a plantaciones de 'maría'. "Es el huerto del siglo XXI", comenta un agente.

 Una de las plantaciones desmanteladas el pasado año en Linares. Foto: Policía Nacional
Una de las plantaciones desmanteladas el pasado año en Linares. Foto: Policía Nacional

Los encargados de su cultivo no dejan nada a la improvisación. Cuidan hasta el más mínimo detalle para producir hierba en cantidades industriales, si hace falta. Habitaciones acondicionadas con secaderos y maquinaria para su picado, así como depósitos y un elaborado sistema de riego por goteo. Sin olvidar, las lámparas de presión, redes eléctricas con temporizadores, abonos y fertilizantes. Todo ello con el fin de conseguir un crecimiento acelerado y una mayor concentración de principio activo. En definitiva, vergeles que, en determinadas ocasiones, son muy difíciles de detectar por la Policía Nacional y la Guardia Civil. "Al final damos con ellos, pero es cierto que los operativos requieren, en algunos casos, meses de investigación y preparación", señala Diego Moya, portavoz de la Comisaría de Jaén, desde donde se preparan muchos de los operativos que desmantelan plantaciones y llevan a sus propietarios ante el juez.

Uno de los mayores golpes contra el cultivo y distribución de marihuana, en los dos últimos años, lo dio la Guardia Civil el pasado 9 de enero en Pozo Alcón, donde se intervinieron 918 plantas y se detuvo a siete personas. Fue un operativo de película para desmantelar cuatro laboratorios en pisos diferentes equipados con todo lujo de detalles. En el operativo, coordinado por la Comandancia de Jaén, participaron hasta noventa agentes de las Unidades de Seguridad Ciudadana y del Servicio de Intervención Rápida de la Benemérita. Se derribaron puertas y muros para poder acceder a los pisos en los que se encontraban los laboratorios perfectamente camuflados y que, según la Guardia Civil, gozaban del encubrimiento de buena parte de los vecinos del barrio de la Era Alta, uno de los considerados "conflictivos" por los Cuerpos y Seguridad del Estado.

La macrooperación, en la que también se utilizaron perros adiestrados para detectar los estupefacientes, permitió acabar con un negocio que reportaba pingües beneficios a sus propietarios, ya fuera por la venta directa para el 'menudeo' o para el trueque. Los siete arrestados eran cuatro hombres, de 25, 28, 37 y 43 años, y tres mujeres, de 22, 36 y 46. Todos ellos con vínculos familiares. Además de un delito contra la salud pública, derivado del cultivo y venta de marihuana, se les imputa de otro de defraudación de fluido eléctrico, al estar los inmuebles registrados conectados a la red sin contador y sin los dispositivos adecuados para ello. Y es que la mayoría -por no decir todas- de las plantaciones que se desmantelan consumen cantidades industriales de energía sin pagar, lo que, como es obvio, trae de cabeza a la compañía eléctrica.

 

EL MAPA DE LA 'MARÍA'

El mapa de la hierba en la provincia está muy demarcado y tiene en Linares su principal lunar. Hay determinados barrios jalonados por pisos francos destinados a criaderos de hierba, en los que la Policía y los cultivadores mantienen su particular juego del gato y el ratón: conforme es desmantelada la plantación aparece otra, y otra, y otra... Pero, al final, "siempre ganan los buenos", sentencia Diego Moya. Hace poco menos de un mes, la Policía Nacional desmanteló tres invernaderos que se hallaban en el interior de otras tantas viviendas de la barriada de Arrayanes. Estaban alimentados por diferentes y complejas instalaciones eléctricas que mermaban el fluido energético del vecindario, con el consiguiente enfado del personal.

 Un guardia civil inspecciona una de las plantaciones de marihuana de Pozo Alcón. Foto: Guardia Civil
Un guardia civil inspecciona una de las plantaciones de marihuana de Pozo Alcón. Foto: Guardia Civil

La Policía no es bienvenida en estas zonas de la ciudad minera. En ese operativo, por ejemplo, los agentes fueron recibidos a pedradas e, incluso, con disparos de arma de fuego, sin que, por fortuna, ningún funcionario fuera herido. "La ciudadanía debe ser consciente de lo complicado y duro que resulta el desmantelamiento de este tipo de negocios. No solo por los días o meses de investigación, sino porque los policías literalmente se juegan la vida muchas veces por cumplir con su trabajo", subraya el portavoz de la Comisaría de Jaén. Todo salió bien y aquel día se incautaron de 1.500 plantas de marihuana en el interior de los inmuebles, 60 gramos de cocaína, filtros de extracción de aire, sistema de riego, máquinas de aire acondicionado, ventiladores, lámparas, productos de cultivo y crecimiento.

La capital es el siguiente en la lista de puntos negros de 'maría' jiennense. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se emplean a fondo para acabar con los huertos de cannabis, con importantes operativos, como el llevado a cabo en abril de 2015, cuando se desmanteló el mayor alijo de plantas de marihuana intervenido en Andalucía y el noveno en España desde 2014. Fue la denominada "Operación Rosales". El resultado de la investigación fue once detenidos, todos ellos vecinos de la capital, acusados de cultivar 3.600 plantas, con un valor cercano al millón de euros en el mercado negro. Una banda perfectamente estructurada con capacidad para gestionar cuatro invernaderos caseros ubicados en naves industriales y casas de campo.

El Código Penal español castiga con penas de hasta seis años de cárcel a quienes cultiven, elaboren o trafiquen con esta droga, pero no a aquellos que vendan las semillas, siempre y cuando figuren en el catálogo común de las variedades de especies de plantas agrícolas reguladas por la Unión Europea.

PORROS A UN EURO

La lucha de la Policía Nacional no se centra solo en intervenir invernaderos. Uno de sus principales esfuerzos es acabar con el 'menudeo' en los centros educativos. Javier tiene 17 años y fuma cannabis desde los 14. Lo hace sin esconderse, a las puertas de su instituto de Jaén y a las ocho y media de la mañana. No es el único que consume 'maría' a diario, solo en su clase hay otros cuatro menores más que comparten con él la costumbre de encenderse un porro antes de entrar a clase. "No es difícil pillarla. Por poco más de un euro tienes para fumar algo durante la mañana", bromea. Los camellos tienen su propio 'modus operandi' para captar clientes. Suelen atraer a los chicos a la salida del colegio o el instituto. En el primer contacto les regalan el cannabis como reclamo y en las posteriores compras pasan a cobrarles por el material un precio asequible para sus bolsillos.

Normalmente, lo que venden es poco, nada con lo que pasar a las listas de los narcotraficantes más perseguidos por la policía, pero si se descuida o quizá si tiene demasiado éxito podrá empezar a subir escalones como pequeño narcotraficante. De ahí que para la Policía Nacional sea tan importante el control y la prevención en los centros educativos, el eslabón más débil en la cadena esta droga. "Por eso -explica Diego Moya- hemos incrementado la vigilancia policial en las inmediaciones de los centros escolares para prevenir y combatir el tráfico, consumo y tenencia de drogas, así como todo tipo de conductas violentas relacionadas con los menores y los jóvenes, mejorando, con ello, la seguridad global tanto en los centros escolares como en su entorno", precisa. Poco a poco, este esfuerzo comienza a dar sus frutos, si bien el responsable de comunicación de la Policía reconoce que queda mucho trabajo por delante, en el que la labor de los padres y de la ciudadanía es fundamental. "Sin su colaboración, todo es más difícil", concluye.

Vídeos y mapa: Miguel Antonio Rodríguez Cárdenas

 

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