Mis pequeños héroes

Lo tengo que confesar, lector. El miedo a la página en blanco existe y mientras escribo estas líneas, no sé si llegaré a terminarlas. Muchas vueltas he dado sobre qué opinar en el número 0 de LaContracrónica. Nada me inspiraba. Esta mañana, al calor del brasero y con un café en la mano, he dado con ello.

Me inspiran los valientes, los que están dispuestos a dejarse la piel por un sueño, los que salen de su zona de confort, los que no tienen miedo a perder dinero o mermar su calidad de vida, los que echan un pulso al destino. Ellos, mis pequeños héroes, son los que hacen que mis dedos recorran con avidez el teclado de mi portátil. Hoy se les conocen como emprendedores, esa raza que desafía la burocracia, capea la crisis y regatea los problemas con el único propósito de llevar el pan a su mesa.

Hoy, que nace LaContracrónica, es cuando más admiro a esas personas que deciden liarse la manta a la cabeza y emprender porque, créanme, no es fácil. Pero al César lo que es del César. Siempre hay una mano amiga dispuesta a allanarte el camino en la medida de lo posible. Porque en todo este proceso del emprendimiento he descubierto que existe una palabra mágica, ‘sinergia’. Es el todos a una, el echar un cable, es ayudarse los unos a los otros, es el caminar codo con codo.  Y de eso Jaén sabe mucho, me lo ha demostrado con creces estos últimos meses. Si Jaén es grande, no se lo debe a su patrimonio histórico y cultural, que también; no se lo debe a su mar de olivos, que también; no se lo debe a sus parques naturales, que también. Se lo debe a su gente, jiennenses con tesón que no bajan los brazos y que luchan sin descanso por el resurgir de esta provincia. Ellos son mis pequeños héroes.