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No entrar en una biblioteca no es un signo de imbecilidad

Por Bernardo Munuera Montero - Junio 17, 2017
No entrar en una biblioteca no es un signo de imbecilidad
blumm habla de la biblioteca en su nuevo artículo.

Releo prólogos. Hace algunos días releí el que Vargas Llosa escribió para el libro El escritor en su paraíso, de Ángel Esteban. Allí confesaba don Mario que lo más importante que le había pasado en su vida había sido aprender a leer. Aseguraba que gracias a la lectura empezó a vivir y a viajar en el espacio y en el tiempo. Con cinco años descubrió destinos inimaginables a los que, como zagal, no podía ir. Fue a esa edad cuando Mario Vargas Llosa quedó hechizado por la lectura.

A finales de los años cincuenta llegó a Madrid con una beca y se instaló en el salón de lecturas de la Biblioteca Nacional. Allí leía y leía y devoró novelas de caballería y la colección de amadises, los esplandianes y el Lancelot du Lac entero. Aunque su primera novela la escribiría en la taberna madrileña El Jute, por las tardes leía y escribía en la biblioteca.

Para Vargas Llosa lo más importante fue aprender a leer pero ¿y para ti? ¿Qué es lo más importante que te ha pasado? Si me lo preguntasen hoy contestaría que fueron muy importantes las visitas que hice de chavalín a la biblioteca del parque de Jaén. Recuerdo que accedía por las escaleras del estanque de los patos, junto a la caseta que había de bicicletas de alquiler. A esa edad entrar en la sala infantil era como entrar en un templo. Allí podía conseguir en préstamo todos los libros que quisiera. La biblioteca infantil de Jaén era una biblioteca diáfana a finales de los setenta y principios de los ochenta pero recuerdo muy bien sus paredes con estanterías repletas hasta arriba de libros «gordos» y lomos azules. Azules. Allí no había chaveas estudiando sino una chiquillería que flirteaba con su imaginación mientras miraba y hojeaba lo que les iba a permitir vivir mejor: libros.

Hoy sigo visitando la biblioteca del parque todas las semanas con mis hijos y quiero aprovechar esta sentimental mención para enumerar qué pueden hacer allí si tienen pensado visitar pronto su sala infantil y sus salas superiores.

Lo primero: no es un crimen no entrar en una biblioteca y tampoco es un signo de imbecilidad pero les doy un consejo: visiten nuestra biblioteca del parque, está infrautilizada. Por este motivo, pienso, nos la cierran por la tarde todos los años los ¡tres meses! de verano. Si me preguntan qué es lo que más me fastidia de Jaén en verano la respuesta es franca: que cierren por la tarde la biblioteca del parque. No es algo que me moleste sino que me jode profundamente. «Es por ahorrar en aire acondicionado», me dicen. Lloro.

¿Qué pueden hacer en nuestra biblioteca? Además de estudiar, en la biblioteca del parque pueden solicitar, por ejemplo, alguna desiderata del libro que no tienen pero que quieren leer. Si se adquiere tendrá derecho a ser el primer lector de ese título. Genial. En la biblioteca del parque pueden empezar a escribir su próxima novela, como hicieron Vargas Llosa o Stephen King y pueden incluso leer durante horas. Y horas. Leer, leer, solo leer al fresco y en silencio. En la biblioteca del parque pueden consultar el periódico del día en que nacieron; pueden escribir el borrador de un artículo para Lacontradejaén y hacer un simulacro de examen de oposición, por ejemplo. Yo lo he hecho. Y pueden tomar prestadas películas de tiempo ha y descansar un ratito de WhatsApp, Twitter y Facebook. Si están desempleados pueden hacer de la biblioteca del parque una oficina para encontrar trabajo, formándose de manera autodidacta, invirtiendo el tiempo entre los libros que allí guardan para usted y consultando las ofertas de trabajo de la prensa que reciben. De hecho, y ya termino, esta es la razón más poderosa por la cual no debería cerrar por la tarde la biblioteca del parque durante los tres meses de verano: por los ciudadanos desempleados de Jaén. Y pensarán... ¡vaya idea más peregrina! Pues no, tampoco es un signo de imbecilidad entrar en una biblioteca, ni para leer ni para reinventarse.

Blumm escribe todas las semanas en blumm.blog.

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