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Noche de lumbres, antorchas y kilómetros de ilusión

Por Esperanza Calzado - Enero 14, 2018
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Noche de lumbres, antorchas y kilómetros de ilusión

Carlos Castillejo y Nazha Macroch se alzan con la victoria en una multitudinaria carrera nocturna de San Antón que ha vencido a la lluvia, que no apareció

Es viernes, 5 de enero. La Carrera de Jesús está repleta de niños montados en sus carrozas. La cabalgata de Reyes está a punto de comenzar. En medio se cuelan unos corredores que intentan esquivar el gentío. No perdonan ni un día como ese. Son algunos de los 12.000 que hoy han desafiado al mal tiempo para engrandecer, un año más, la carrera nocturna de San Antón. La medalla de oro se la ha llevado en la categoría masculina Carlos Castillejo, y en femenina, Nazha Macroch, que repiten victoria. Pero, en realidad, han ganado todos.

Ellos, como todos los que alguna vez la hemos corrido, sabe que la San Antón no se cuenta, se vive. Y se hace desde meses antes, con una liturgia que hace que la ciudad tenga un toque especial. Entrenamientos a primera y última hora de la tarde. Relojes que cronometran cada zancada. Agujetas que se olvidan cuando se recoge el dorsal con tu nombre. El cosquilleo se apodera del atleta, ya sea profesional o amateur. Porque los primeros también lo confiesan, esta es una carrera mágica. Lo reconoce Sebas Martos. "Es una carrera muy grande a nivel nacional. Incluso se está conociendo ya mucho a nivel internacional. Es un caramelo muy bonito que hay que aprovechar y disfrutar para dar a conocer la imagen de Jaén por todo el mundo", defiende.

Han sido diez kilómetros de zancadas de unos corredores que han sido empujados por el calor de las antorchas de los miles de jiennenses que han salido a la calle. Carlos Castillejo, Sebastián Martos y Miguel Ángel Ruiz, en masculino. Nazha Macroh, Jaqueline Martín, Lourdes González o Esther Hidalgo, en la femenina. Ellos, los rostros conocidos, han estado en primera fila. Pero detrás, otros miles que han comenzado la prueba desafiando al intenso frío que corría por la capital del Santo Reino a las ocho de la tarde. Incluso a las siete, cuando han empezado los pequeños, ya se notaba.

Diez kilómetros de momentos mágicos como el paso por el túnel de la Avenida de Andalucía o el abrazo a la Catedral. Pero también con sinsabores como la subida de la Avenida de Madrid y los temidos Escuderos. Incluso esos últimos metros condicionados por la pendiente hacia arriba del Gran Eje. Pero las luces de la meta, el cronómetro que te dice que te queda nada para llegar, y el público, sobre todo el público, hacen que merezca la pena.

Doce mil corredores, dos mil de ellos de la carrera Infantil, empezarán, ahora, a comentar sensaciones, compartir anécdotas, buscarse en las fotos de las redes sociales y comparar tiempos. Porque eso también forma parte de la liturgia. Un postpartido al calor de las lumbres y con unas buenas rosetas para reponer fuerzas.

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