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Oda a las rotondas (I): el guardia civil del averno

Por Antonio Heras - Julio 26, 2017
Oda a las rotondas (I): el guardia civil del averno
El escritor Antonio Heras tiene una fijación, las rotondas. Foto: Redjaen.

Están muy equivocados aquellos que piensan que Jaén es la capital mundial del aceite de oliva. Que lo puede ser, no digo yo que no, pero si algo puede presumir esta tierra es de un patrimonio simpar en rotondas. El arte, la osadía y la sinvergonzonería se unen de manera juguetona, casi caprichosa, para crear algunas de las creaciones visuales más imaginativas del globo terráqueo. Que si, algunas son horrendas, un espectáculo obsceno y doloroso para los ojos, pero, aún así, ¿no son destacables en su desfachatez?

Por todo ello, he decidido crear una pequeña saga “rotondeña” con la que pretendo homenajear alguna de las rotondas más impactantes que pueblan Jaén.

Y debo comenzar por una debilidad personal, quizá no es la primera que os venga a la mente, pero cada uno tiene sus gustos, qué le vamos a hacer.

Me refiero al monumento en honor de la Guardia Civil situado al final de la Avenida de Andalucía, Gran Eje para los maduritos de buen ver como yo. Representa a un agente de la Benemérita, en pie, sujetando a una víctima de algo, un ser humano que parece desfallecido, espantado hasta el tuétano, como si hubiera recibido una notificación de Hacienda. La estatua podría llamarse “Arrástrame al infierno”, como la malísima película de Sam Raimi, porque eso es lo que parece representar: una figura diabólica, un ente demoníaco que agarra por detrás a un pobre zoquete con intenciones nada buenas.

El estilo “abstracto” (sic) del “monolito” (sic sic) contribuye a la interpretación aviesa de la obra. Vista de noche da mucho canguelo. En días de niebla, ya no os cuento. Yo, que vivía por la zona, prefería dar un rodeo de cinco kilómetros antes que toparme con el guardia civil sin rostro, por si soltaba al señor desmayado ese y me cogía a mí. ¿Miedica yo? Pues sí, a mucha honra, damas y caballeros. Pero sano y salvo.

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