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Por el sexo mueres, escritor

Por Bernardo Munuera Montero - Enero 15, 2018
Por el sexo mueres, escritor
Este fin de semana ha terminado un libro del que le apetece escribir. Es Sobre lo azul.

Este fin de semana terminé un libro del que me apetece escribir. Lo escribe William H. Gass y lleva por título Sobre lo azul. Está editado en La Navaja Suiza Editores y lo ha traducido muy bien Ce Santiago. Además, está prologado por una experta en literatura norteamericana, Belén Piqueras, que no tengo el gusto de conocer.

William H. Gass es un escritor norteamericano que falleció hace muy poco, el 6 de diciembre del año pasado, a los noventa y tantos. Yo siempre he admirado a William H. Gass. Mi admiración hacia él comenzó hace algunos años cuando terminé de leer un relato difícil pero brutal: “El chico de Pedersen”. Dicen que es el mejor relato sobre la nieve de todos los tiempos, aunque la nieve en el relato sea una metáfora demoledora. Les animo a que lo lean. Acaban de reeditarlo en la misma editorial, y está contenido en el libro titulado En el corazón del corazón del país.

Pero hoy quiero escribir Sobre lo azul, el otro libro de Gass. Y quiero hablar Sobre lo azul porque Sobre lo azul va de sexo. Y el sexo siempre interesa. El sexo en literatura siempre ha sido, para algunos escritores, como meterse en un avispero.

He leído a escritores que, por desgracia, no supieron escribir una escena de sexo. Son demasiados. Esos escritores han terminado por escribir una escena de sexo, pero lo han hecho a lo bestia y a lo basto, y a lo bestia y a lo basto significa utilizar una descripción literal de la materia con que se hace lo sexual. Sobre esto versa Sobre lo azul. Sobre el sexo, sobre la manera de escribir sobre sexo; y nos interesa.

William H. Gass está enamoradísimo del lenguaje y en este ensayo nos demuestra que es posible escribir sobre sexo sin verter sordidez y zafiedad, palabras sexuales, humedad y cuerpos sudorosos. No. Gass defiende, y yo con él, «el uso del lenguaje como un amante… no el lenguaje del amor, sino el amor del lenguaje, no la materia, sino el significado, no lo que la lengua toca, sino lo que forma, ni labios ni pezones, sino verbos y nombres». Este es Gass, y lo admiro.

Gass ejemplifica con autores y sus obras a lo largo de todo el ensayo para apoyar su tesis. Por eso nos insinúa: «comparad la escena de la masturbación en Ulises con cualquiera de las que hay en Portnoy, decidme luego dónde están los autores: si en la escena como cualquier soñador, de noche o de día, podría estar, o en el lenguaje, donde está y ha de estar siempre el artista».

El artista, o el escritor que es un artista, ha de tener capacidad para evocar utilizando el lenguaje, porque lo «sexual», dice William Howard Gass, puede desbaratar la forma de una historia. Si el escritor no es capaz de producir una pintura hecha de palabras sobre el sexo es un escritor mediocre.

Belén Piqueras lo resume así: «Lo que admira Gass […] es lo que distancia a estos espléndidos autores de otros mediocres, pues consiguen eludir el lenguaje manido y sórdido de la sexualidad —lenguaje azul— y logran concebir y transmitir la sexualidad de un modo sugerente y evocador, desplazando el erotismo hacia el lenguaje. Esta ambiciosa empresa no es materia para aficionados».

Hasta Juan Ramón Jiménez lo decía y así lo recoge Ce Santiago, traductor de la obra, en un fantástico epílogo. El poeta nos aseguraba que «la perfección de la forma artística no está en su exaltación sino en su desaparición».

Tengo el libro en casa y no me importaría prestártelo, pero lo he manchado, está repleto de subrayados y anotaciones. Practico el/la «marginalia» en todos mis libros. En realidad les sugiero que se acerquen a una librería y se lo compren. Sí, por supuesto, claro que les recomiendo la lectura de Sobre lo azul, aunque sea un ensayo. Su lectura puede proporcionarles criterio para discernir entre la buena y la mala literatura.

Por el sexo mueres, escritor. ¿Tienes capacidad para evocar o eres de los que necesitas en tu jerga más de una verga?

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