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Trampas al solitario

Por Andrés Ortiz Tafur - Junio 06, 2017
Trampas al solitario
'Trampas al solitario', la nueva opinión de Andrés Tafur.

La controversia nos enriquece y nos sociabiliza. Ningún temor a las opiniones dispares; al contrario: el pensamiento uniforme y la ausencia de crítica suelen deberse a la dejadez y al conformismo; y las civilizaciones precisan de desencuentros para moverse y evolucionar. Además, las nuevas ideas o planteamientos surgen, por lo general, de pequeños matices sobre lo establecido. Cuando menos, de un conflicto de pareceres se ha de esperar que resitúe el punto de partida, lo democratice y sirva para acercarnos al sentido común y al término medio.

Ocurre, sin embargo, que a veces camuflamos en una discusión las ganas de chocar con alguien en concreto y hasta terminamos exponiendo lo opuesto a nuestras cavilaciones, por el mero hecho de que él, nuestro contrincante, piensa lo mismo que nosotros; o que precisamos puntualizar los discursos de los demás, porque contamos con los medios para hacerlo y, sobre todo, con la necesidad de expresarles que, si bien no iban mal encaminados, la verdad más gruesa se encuentra en nuestra aclaraciones. Y no es verdad: cuando alguien expresa algo conciso y claro y le respondemos engordando su argumento, presumiendo que desconoce o que no apuesta por lo que nosotros añadimos, actuamos como unos malditos inquisidores.

Y lo más preocupantes: no escarbamos; vivimos en la era de la información y de la libertad de expresión y nos basta con un anzuelo para intentar derruir al enemigo, a sabiendas de que muchas de las noticias que recibimos están sesgadas o conforman una mentira, directamente. Nos da igual: la veracidad es un campo de batalla que atravesamos con los ojos cerrados y nos sirve cualquier embuste que circule en nuestra dirección. ¿Con qué valor cuenta el triunfo en una guerra que partió por unos principios tan enclenques? Apenas con el derecho a seguir combatiendo.

Durante la burbuja inmobiliaria mucha gente hizo dinero comprando inmuebles y revendiéndolos antes, siquiera, de haberlos escriturado; de ese modo ganaban el intermediario y el constructor (que obtenía rápido  su beneficio y destinaba parte de él a edificar en un nuevo solar), y perdíamos nosotros. Existen medios de comunicación que obran de la misma manera, porque el bagaje de resultados de sus falsedades, por poco que sea, siempre da positivo. Se nos permite bailar, de hecho, la música nunca cesa y persiste inalterable, a un volumen muy alto; pero sólo frente a dos escenarios, como si los músicos de ambas orquestas se hubiesen puesto de acuerdo.

Discutimos más que nunca, pero, en demasiadas ocasiones, por nada.

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