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Una vida calcinada por las llamas

Por Javier Esturillo - Marzo 15, 2017
Una vida calcinada por las llamas
Un técnico toma fotos del comedor de la casa.

Fernando y Rosario, junto con sus ocho hijos, lo pierden todo en el incendio de su vivienda en el barrio de La Magdalena

Fernando Calderón y Rosario de Dios no pegan ojo desde hace dos días. Un incendio en su vivienda del barrio de La Magdalena los ha dejado sin nada, a ellos y a sus ocho hijos. Las llamas han calcinado sus recuerdos y sus esperanzas de emprender una nueva vida y ofrecer un futuro mejor a su familia. El fuego se originó en el salón comedor de la casa de alquiler en el número 49 la calle Llana de San Juan en la que habitan desde hace poco más de un año. Según las primeras pesquisas, fue provocado por un cortocircuito. Fueron los vecinos los que dieron la voz de alarma y llamaron a los bomberos. Faltaban unos minutos para las doce y cuarto de la mañana del pasado lunes cuando uno de los residentes de la calle observó las llamas que salían por la ventana de la vivienda situada enfrente de la suya. Avisó a Bomberos que, de inmediato, se trasladó a la zona con un camión autobomba ligero y cuatro efectivos. No se registraron daños personales.

 Vivienda en la que habitan la familia de Fernando y Rosario en la calle Llana de San Juan. Foto: Javier Esturillo
Vivienda en la que habitan la familia de Fernando y Rosario en la calle Llana de San Juan. Foto: Javier Esturillo

A Fernando lo llamaron sobre las doce y media de la mañana para comunicarle que su casa estaba ardiendo. Lo primero que hizo fue decírselo a su mujer y comprobar que todos los niños estaban en el colegio. Por fortuna, no había nadie en el interior. El matrimonio subió la empinada cuesta que conduce hasta su vivienda en un abrir y cerrar de ojos. Prácticamente sin aliento eran testigos de excepción de cómo las llamas devoraban no solo el interior del inmueble, sino todas las pertenencias que tienen en este mundo. "Nos hemos quedado sin nada", dice con la voz entrecortada Fernando, un pacense que lleva en Jaén desde hace diez años y que, en estos momentos, está sin trabajo. Fue tal el impacto para Rosario que tuvieron que llamar a una ambulancia para que la trataran del estado de ansiedad en el que se encontraba. El fuego se originó en el salón, pero afectó a todas las dependencias que han quedado calcinadas.

Una vez apagado el incendio, Fernando y su esposa telefoneraron a los padres de esta para informar de la tragedia y de que tendrían que darle cobijo durante un tiempo, puesto que la casa está en unas condiciones inhabitables. La familia no pudo recoger nada, ni siquiera ropa de abrigo para los niños. "No me dejaron pasar ese día. Volví al siguiente para ver el estado de la vivienda y coger lo poco que se puede salvar, ya que está todo destrozado", resume un desolado Fernando.

 Estado en el que quedó el salón pasto de las llamas. Foto: Twitter: Gemma Camacho
Estado en el que quedó el salón pasto de las llamas. Foto: Twitter: Gemma Camacho

Paqui, madre de Rosario, vive, junto con su marido, en un pequeño piso de dos habitaciones en la zona del Obispado. Desde el pasado lunes son doce en la casa. Se apañan como pueden en un espacio tan reducido. Fernando y Rosario duermen en una de las habitaciones con el más pequeño de la familia, mientras que el resto se reparte entre el salón y el cuarto de los abuelos, donde la abuela Paquita ha preparado un colchón para que duernan dos de sus nietos, de 8 y 11 años.

Rosario tiene por delante un día duro. Ha quedado con la asistente para todo el papeleo, mientras que Fernando vuelve a la casa para que la vean los peritos de la aseguradora. "No tenemos ni idea de cuándo podremos volver. Está todo quemado", insiste. Los abuelos, Fernando y Rosario, más los ocho hijos del matrimonio, con edades comprendidas entre los cuatro meses y los 17 años, compartirán, además de casa durante algún tiempo, la pena de una familia sin suerte. Hace tres meses un presunto pirómano les prendió la cocina a través de una ventana abierta sin motivo alguno. Ni Fernando ni Rosario tienen trabajo. Él, hasta hace un año, estaba de camarero en un negocio de la calle Los Álamos. Desde entonces no ha vuelto a emplearse, por lo que tiran con lo poco que tienen. Por suerte, cuenta con el cariño y la compresión de Paquita, una mujer que sabe lo que es luchar y que cuidará los suyos para que no les falte de nada.

 Rosario y Paquita colocan un colchón hinchable en el salón de la casa de esta última ante la mirada de la reportera de Andalucía Directo. Foto Twitter/Gemma Camacho
Rosario y Paquita colocan un colchón hinchable en el salón de la casa de esta última ante la mirada de la reportera de Andalucía Directo. Foto Twitter/Gemma Camacho

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