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La victoria del cántaro

Por Celeste Cruz Rama - Junio 01, 2017
La victoria del cántaro
'La victoria del cántaro': Los hechos ocurrieron en Bailén porque quiso el amor que el alfarero (y ya viudo) Luis Domingo Cobo Muela viajara hasta Porcuna.

“(...) Pero este malestar era insignificante con otro que desde la mañana principió a atormentarnos, la sed, que todo lo destruye, alma y cuerpo, infundiendo rabia inútil para la guerra, porque no se sacia matando

(‘Episodios Nacionales’, Benito Pérez Galdós)

Cuenta la Historia que, en Bailén, el 18 de julio de 1808 una mujer de caderas anchas llegó hasta el General Reding, situado en pleno campo de batalla, con un cántaro lleno de agua. Una bala reventó el cántaro, pero ella no se achantó. Recogió los restos que quedaban con agua y se lo ofreció al General.

Los hechos ocurrieron en Bailén porque quiso el amor que el alfarero (y ya viudo) Luis Domingo Cobo Muela viajara hasta Porcuna a vender y allí se enamorara de María Inés Juliana Bellido Vallejos. La joven, nacida el 28 d enero de 1755 en el hogar numeroso y muy humilde del matrimonio formado por Francisco Elías Bellido y Catalina Vallejo, era conocida como ‘la culiancha’. El 14 de octubre de 1782 contrajo matrimonio con el joven bailenense en Porcuna y se trasladaron a su domicilio en la calle Las Eras (hoy Juan Sebastián El Cano) de Bailén.

Y como la canción, “y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido” hasta 1808. A campo abierto y un sol de justicia, la célebre Batalla de Bailén se desarrollaba con un calor asfixiante (entre los cuarenta y los cuarenta y cinco grados, según los cronistas) y con el arma más poderosa que existe contra los franceses: la sed.

El pueblo de Bailén, tan cercano, apoyaba a los soldados con la atención a los heridos, el avituallamiento y alistamientos a las tropas del General Castaños. Las valientes mujeres se lanzaban a campo abierto con cántaros y jarras de agua, impasibles al silbido de las armas, a la muerte, a sabiendas de que portaban en sus manos la vida de los soldados. María Bellido fue una de aquellas mujeres, la que pasó a la Historia y forjó la leyenda que representa el escudo de esta localidad jiennense y la resistencia del pueblo de Bailén contra las tropas de Napoleón. Héroes anónimos —hombres, mujeres y niños— que fueron olvidados por la Historia durante mucho tiempo, también María Bellido, quien guardó aquella bala que rompió el cántaro como recuerdo del gesto que, siglos después, la convertiría en el nombre más reconocido de la Batalla de Bailén. Una mujer entre generales, ella, humilde de condición, convirtió su cántaro en el símbolo de la victoria.

Ella partió de este mundo poco tiempo después, dicen que un 7 de marzo de 1809. Más de medio siglo después, la ciudad de Bailén obsequió a la Reina Isabel II durante su visita con un estuche que contenía una bandeja de plata y filigrana y un pequeño cántaro de plata que contenía una bala. Junto al presente, el entonces diputado provincial Francisco Rentero relató a Su Majestad una historia, la de una mujer que logró, a pesar del fuego y del miedo, saciar la sed del General Reding.

Y si el lector se siente intrigado por su figura, puede aprovechar para visitar la localidad de Bailén, la calle donde vivió y que lleva su nombre, la estatua que regaló Isabel II en gratitud del presente, y hacerlo durante las Fiestas Conmemorativas de la Batalla de Bailén que este año se celebrarán del 17 al 22 de julio. Dignas de conocer y donde, por supuesto, María Bellido está presente en lo más profundo del alma de esta localidad forjada de barro y agua.

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