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Yo el dinero me lo gasto en mi pueblo

Por Esperanza Calzado - Marzo 24, 2017
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Yo el dinero me lo gasto en mi pueblo
Compras a golpe de clik frente al dinero que no se deja cada vecino en su pueblo.

—Yo el dinero me lo gasto en mi pueblo.

Debo haber escuchado esta frase cientos de veces desde que tengo uso de razón. No lo dice un alcalde, un diputado, un delegado, ni tan siquiera un comerciante. Se la he oído decir hasta la saciedad a mi tía. Cada vez que sale de viaje las amigas le preguntan qué ha comprado. La respuesta es siempre la misma:

—Yo el dinero me lo gasto en mi pueblo.

Andújar no puede pagar la campaña de promoción comercial que le hace. Andalucía es la segunda comunidad autónoma en España en la que más se compra por internet. No lo digo yo. Es un estudio elaborado por el primer observatorio sobre hábitos en ecommerce, de Trusted Shops. Me vale este informe, como los millones que circulan por la red. Todos vienen a decir lo mismo. Los productos más demandados son los relacionados con tecnología (58,6%), los servicios de viajes (56,2%) y las entradas para espectáculos y ocio (47,3%). Está todo a golpe de click, hasta la compra semanal. Pero no perdamos de vista que el comercio online en España todavía cuenta con una cuota de mercado limitada por el "miedo" a facilitar nuestros datos. Eso sí, en auge y con previsiones de generar unos 25.000 millones de euros. No voy a engañar, yo soy la primera que me gasto el dinero desde el sofá. Es cómodo y compagina a la perfección con las apretadas agendas laborales.

Sin embargo, cuando veo las tiendas de mi pueblo no puedo evitar sentirme algo culpable. ¿Por qué compramos fuera lo que podríamos adquirir en nuestros municipios? ¿Es que ya no vale el trato personalizado del establecimiento de toda la vida? ¿Realmente las agresivas ofertas que se lanzan por internet son tan ventajosas? Desde hace unos días me entretengo en bucear por la red y empiezo a tener ciertas dudas. Comprar un ordenador online no supone un ahorro tan importante como en la tienda de informática de mi barrio. El servicio es directo y tardan en traerlo lo mismo, dos días. Llenar la nevera en una gran superficie por internet a la postre me sale más caro que si voy al Mercado de San Francisco, a los pies de mi casa. Por no hablar de la ropa, que en algunos casos el parecido de la realidad con la foto es simplemente de risa.

Pero en este mirar y remirar me he llevado la alegría de ver que el ecommerce ha llegado a mi pueblo. El sector de la alimentación desembarca con fuerza y ya es más que habitual encargar aceite o dulces típicos de mi pueblo desde casa. El comercio tradicional no puede, ni quiere, ni debe ser ajeno a una realidad que nos absorbe y que cada día es más parecida a las películas de ciencia ficción que veíamos hace dos décadas. La tecnología ha evolucionado tanto que lo que antes parecía un mundo, por dificultoso y costoso, hoy son todo ventajas gracias a los desarrolladores informáticos de fácil manejo y gratuitos. Ha llegado la democratización de la venta online con la ventaja de que quien está detrás de la pantalla del ordenador es el dependiente de la tienda de mi pueblo. ¿Significa esto que la tendencia es a que lo online y lo offline convivan? Ojalá que sí. Y en ello juegan un gran papel las redes sociales, las grandes aliadas para encontrar un nicho de mercado impensable hace diez años. El comercio tradicional quiere estar en la red, sí, pero no a cualquier precio. Busca seguir mimando la calidad y la marca. ¿Le ayudamos?

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