"SIEMPRE HE LLEVADO Y LLEVARÉ A JAÉN EN MI ALMA"

La celebración de su 80 aniversario o la inauguración de una calle con su nombre en el municipio valenciano de Utiel, donde reside con su esposa, son algunos de los regalos que la vida acaba de hacerle a José Jiménez Fernández, 'Joselito', el mítico artista de Beas de Segura.

Una auténtica leyenda viva que, hoy, comparte con los lectores su memoria, su presente y su jaenerismo militante en esta generosa conversación con Lacontradejaén

Asomarse al balcón de las ocho décadas de vida debe de dar vértigo, seguro que sí; pero si quien se asoma, además, se llama José Jiménez Fernández y por más décadas que cumpla sigue siendo para millones de personas aquel mito encarnado en una prodigiosa voz infantil al que nadie osa apearle su ilustre diminutivo (Joselito), lo del vértigo se queda corto. 

Nacido en Beas de Segura un 11 de febrero de 1943, esta leyenda viva de la música y el cine disfruta actualmente de una existencia "tranquila" en Utiel (el municipio valenciano donde se arraigó hace la tira de años y que recientemente dio su nombre a una calle), como él mismo comparte con Lacontradejaén: 

"En general estoy satisfecho con mi vida; ahora vivo una etapa creo que de las más bonitas, de tranquilidad, con mi mujer, en mi casa, con mis nietos y mis hijos. Pero en toda mi carrera de niño hasta adolescente, toda esa época, si volviese a nacer volvería a hacerlo todo igual de nuevo". Y apostilla: "No podría pedirla mejor, he tenido una vida muy intensa y de ochenta años, que son como dos vidas".

Hijo de la dura posguerra española, aquel prodigioso torrente de voz que embellecía el aire desde su estatura de chavea lo rescató de las carencias generalizadas ("¡en aquella época no había más que hambre!", asegura) hasta convertirlo no en un cantante de éxito o un actor de relumbrón, no, sino en una verdadera figura internacional cuyo brillo, por más lustros que hayan pasado, continúa intacto en su cumbre. Lo que le pasa a Elvis, a Sinatra, a don Antonio Mairena. Palabras mayores. 

"Si no hubiera sido dueño de aquella voz no sé lo que hubiera podido hacer, menos mal que la tuve, porque si no no me hubiera podido traer a mi hermano, a mi hermana y a mis padres para Valencia desde que hice la primera película, y hubiera seguido buscando trabajo con los demás, en Beas de Segura", celebra el inolvidable intérprete de Campanera.

VIDA INTENSA Y RICA

Si no fuera por ese 8 y ese 0 que, juntos, certifican que nació el mismo año que vio la luz primera otra grande, Janis Joplin, o Saint-Exupéry dio vida a otro mítico gigante abrazado a un diminutivo, El principito, la verdad es que a nadie le extrañaría eso de llamar con nombre de niño a todo un octogenario, de tan espléndidamente lúcido y ágil como se encuentra:

"Eso me dice la gente, que estoy hecho un chaval. Lo bueno de cumplir ochenta años es que por ahora no tengo ninguna enfermedad, nada, ni revisiones, ni colesterol ni problemas de hígado ni de riñón. Por lo demás, lo resumo así: la única enfermedad que tengo son los años, mis ochenta años". 

Lo tiene claro: "Todo lo que venga de ahora en adelante es un regalo, no me preocupa cuándo se acabarán". Sabe de lo que habla, eso de regalar lo lleva a gala desde que, todavía con pantalón corto, alegró la gris cotidianidad de los oídos de los años 50 y 60, donde no había quien le disputara el sitio. 

El mismísimo San Juan XXIII se lo dejó caer durante una recepción en Roma: "El Papa bueno... Yo pensaba que quería que le cantara, pero para lo que me llamó fue para cantarme él a mí el Violino tzigano [uno de los grandes éxitos de El pequeño ruiseñor (Antonio del Amo, 1956)].

El jiennense continúa: "El Papa cantaba muy bien, muy bien. Y cuando terminó me dijo que era imposible que yo tuviese en mi conocimiento la cantidad de millones de familias en el mundo que disfrutaban y vivían con mis canciones, que era una labor maravillosa la que yo estaba haciendo. Me dijo 'por eso, yo te bendigo, Joselito. Y me dio una medallita. Fue precioso".

No fue el único contemporáneo histórico con el que compartió momentos de complicidad, no: "Sé quién ha sido Joselito y todas las satisfacciones que he tenido, el gran honor de conocer a muchos presidentes de toda América, de Estados Unidos, ¡yo qué sé!, y comparte con los lectores de este periódico una vivencia que bien podría haber servido de base para una de sus películas:

"Haber conocido al Che Guevara... Me hubiera pillado alli toda la revolucion cubana, que me quede allí secuestrado en el cuartel general de ellos, hasta que me pudo sacar; un día subió a la habitación con unos barbudos y me dijo 'tú no te tienes que preocupar de nada, sé que tienes que volver con Franco, y en cuanto yo pueda, cuando sea posible, te llevaré a un avión, a un aeropuerto, y te mandaré a Miami. Así lo hizo".

UNA VOZ DE ORO CON ACENTO DE JAÉN

Al contrario que Jesús de Nazaret, cuya infancia es un misterio, la 'vida oculta' de Joselito entró en su capítulo más ignorado en cuanto pegó el estirón. De todo se ha dicho en torno a la misteriosa y controvertida etapa adulta de El pequeño coronel (Antonio del Amo, 1960), de la que este Hijo Predilecto de Beas de Segura resurgió convertido en un maduro (y mediático) superviviente.

Sin embargo su día a día, en la actualidad, es de todo menos enigmático, de lo más sencillo, rayando lo doméstico: "La mayor ilusión es que en verano, en vacaciones, vienen mis hijos y mis nietos, nos vamos todos al chalé de la finca y pasamos quince días sin salir de alli, lo pasamos pipa", exclama. 

Casado en segundas nupcias con Marifé Gabaldón, padre de dos hijos y entrañable abuelo de cuatro nietos, más de uno y más de dos quisieran tener un abuelo como él para que les contara batallitas como las que guarda en su memoria, aunque asevera que a los más pequeños de la casa no les habla de quién fue. Lo que no quiere decir que ellos, los peques, no sepan que conviven con un ser humano legendario.  

Un papá y un abuelito cuyos pasos artísticos no se les ha ocurrido seguir: "Ninguno de mis hijos ni de mis nietos han intentado jamás nada. Además, yo me alegro de que lo hayan hecho. Lo que tienen que hacer es estudiar, porque si no se tiene una voz privilegiada es imposible llegar a nada. Yo estoy contento con sus vidas", aplaude.  

Y de su pueblo y su provincia, ¿cómo le ha marcado ser criatura del mar de olivos? ¿Qué relación mantiene con su patria chica?

"Siempre lo he llevado en mi corazón, aunque yo llegase a Utiel de muy niño y fuera el primero que me acogió y me ayudó. También de adolescente, allí, en Utiel, conocí a Marifé [María Fe Gabaldón, su esposa], era novio de ella y me he casado con ella. He pensado muchas veces volver a mi pueblo, pero es imposible arrancar ya todas las raíces (la casa en Utiel, la finca de Marifé) y cambiarlo a otro sitio. Pero siempre hablo y vuelvo a Beas de Segura, siempre que puedo. Además soy Hijo Predilecto, que para mí es lo más importante". 

Con ese idioma, el del corazón, la voz de Joselito apunta otra vez a sus "paisanos" de la provincia: "Especialmente a Beas de Segura y a mi ciudad, mi capital, Jaén". 

"Que no duden nunca que aunque yo no haya podido estar en Beas como me hubiera gustado siempre, he llevado siempre a mi pueblo, y a Jaén, en mi alma, y los seguiré llevando hasta que me muera". Como manda Dios...