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'Live is life. La gran aventura': reír por no llorar

Por Pablo Díaz Tena - Agosto 14, 2022
 'Live is life. La gran aventura': reír por no llorar
Escena de la película ‘Live is life. La gran aventura’.

No hay límites en la utilización de recursos fílmicos que subrayan el drama, no hay pudor ni se pretende en la cinta de Dani de la Torre

Hay una regla no escrita en el cine —y en el arte en general— que sostiene que cuanto mayor es la tragedia, mayor debe ser el distanciamiento de la obra para no condicionar o manipular al espectador en busca del llanto fácil. Live is life. La gran aventura transgrede esta norma sin sonrojarse en ningún momento. No hay límites en la utilización de recursos fílmicos que subrayan el drama, no hay pudor ni se pretende. La lágrima del espectador se fuerza hasta límites insospechados. Por supuesto, es una película con la que podemos llorar, el problema se da si la comparamos con obras donde la tragedia transita toda la cinta, como Amor o la más reciente Un pequeño mundo. Mientras que en éstas el llanto surge como consecuencia natural de la forma contenida de narrar la desgracia —contención que, entre otras cosas, da tratamiento digno y respetuoso al drama contado—, en la película de Dani de la Torre el llanto es producto de una burda maquinación que empapa cada escena. Más que poder llorar, la película nos dice en cada plano: "Tienes que llorar".

La producción de Atresmedia se centra en el verano de un grupo de adolescentes, que cada año se reencuentran para dejar atrás sus problemas y vivir sin futuribles en un pequeño pueblo de Galicia. Este espacio sirve como enclave físico y psicológico para situar el fin de la inocencia y la inexorable llegada de la madurez. La esencia de la trama comienza cuando los protagonistas se embarcan en un viaje iniciático que en cada paso implica un nuevo aprendizaje vital. La película tiene como referente —e intenta ser calcomanía de ella— a Stand by me, la mítica película de los 80 que marcó uno de los hitos del subgénero de películas centradas en la pubertad. Los acontecimientos que se narran contienen el eco continuo de la cinta de Rob Reiner. El problema es que tan sólo un convincente reparto juvenil es capaz de igualar lo que representó el filme citado anteriormente.

Dani de la Torre, director con corto recorrido, pero que había mostrado artesanía y pulso para el thriller —buen ejemplo de esto es El desconocido—, se revela aquí como demiurgo de la reiteración y la hipertrofia; un sinfín de planos postales, de secuencias que son estéticamente propias de videoclips de segunda y un subrayado musical impúdico dan forma a un guion donde cada giro trágico es más irrisorio que el anterior. Si Stand by me fluye por un equilibrio entre la tragedia y la comedia, la película que nos ocupa se queda en mero artificio imitativo. Una película sin identidad que intenta emular a su maestra a través de la tragedia mórbida, pero que ni copiar hace bien.

Live is life. La gran aventura es pornografía de la peor clase: la sentimental. Aquella que nos exhorta a empapar nuestras mejillas con porra y megáfono. Pero no está todo perdido. Con uno de los giros finales que revela otra tragedia imposible, las carcajadas son difíciles de contener. Y entonces caemos en la cuenta, estamos ante una cima insuperable de la comedia involuntaria.

 Cartel de la película.
Cartel de la película.

FICHA TÉCNICA

Título original: Live is life. La gran aventura

Año: 2021

Duración: 109 minutos

Directora: Dani de la Torre

Nota en IMDB: 6,3

Nota en FilmAffinity: 5,9

La película está disponible en Netflix

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