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'La maldición de Hill House': el fantasma del tiempo

Por Pablo Díaz Tena - Agosto 07, 2022
'La maldición de Hill House': el fantasma del tiempo
Escena de ‘La maldición de Hill House’.

La maldición de Hill House es terrorífica de verás porque muestra fantasmas que todos podemos ver y reconocer escondidos en el tiempo

Cuando miramos a una época pretérita, podemos hallar sentimientos encontrados: felicidad, tristeza, orgullo, decepción, etc. En definitiva, ese sabor agridulce que conocemos como nostalgia. Pero normalmente, una vez visionados los rincones que conforman nuestro pasado más recurrente, somos capaces de volver a cerrar el cajón del tiempo con llave, para abrirlo cuando tengamos otro antojo sentimental. El problema es cuando miramos al pasado y este nos devuelve la mirada; cuando hemos dejado tantas rendijas temporales abiertas que somos incapaces de distinguir pasado de presente. Esta distorsión de la temporalidad recorre las venas de La maldición de Hill House, y cuando brota, revela un terror de doble impacto: los fantasmas sobrenaturales y, sobre todo, los fantasmas reales que pueblan el pasado y nos persiguen hasta constituir nuestro presente.

La miniserie perteneciente al catálogo de Netflix arranca con la típica escena de horror perteneciente al subgénero de casas encantadas, donde una presencia irrumpe la armonía de una familia en apariencia perfecta. A partir de aquí, los saltos temporales nos revelan los traumas, desencuentros, peculiaridades y tragedias de los cinco hijos que componían la “familia ejemplar” de la primera escena, cuyas vidas adultas distan de estar equilibradas. Y por supuesto del padre al que atormenta la culpa y es foco de la ira de alguno de los vástagos. Tres chichas y dos chicos cuya fraternidad se resquebraja por segundos.

El principio de la serie es el leitmotiv de la misma, lo que ocurrió el día que abandonaron su morada —Hill House— y que no para de atormentarles en sus existencias presentes. Este suceso —que no vemos por completo hasta el final de la obra— ha condicionado la vida de toda la familia ya que nunca han sido capaces de afrontarlo. Todo este puzzle temporal se acompaña de espíritus y apariciones que redundan en el machaque psicológico de los protagonistas: fantasmas que contienen fantasmas.

La maldición de Hill House es una adaptación libre del la novela homónima de Sirley Jackson y entronca también con el terror gótico del libro Otra vuelta de tuerca, de Henry James. La producción de Netflix es en esencia un híbrido del drama y del horror, que bebe de los referentes citados anteriormente, pero a la vez es capaz de plantear un discurso audiovisual con un altísimo grado de sofisticación.

Mike Flanagan —creador, guionista y director de la serie— ya había hecho méritos suficientes para embarcarse en un proyecto de esta magnitud, pues en su filmografía había sido capaz de aunar películas de autor, como Absentia, y cintas de encargo, como Ouija: El origen del mal, con interesantes elementos transversales: atmósferas opresivas, puestas de escena elegantes e inquietantes, un cocinado del miedo a fuego lento antagónico a la mayoría del género de terror y una especie de horror con tintes humanos. Todas estás características están amplificadas en la serie, pero además se revela como un virtuoso del movimiento de cámara —ese plano secuencia que vertebra el sexto capítulo y desde la pura forma supone un punto de inflexión para la torturada familia— con causa legítima.

La cámara de Flanagan funciona como el inexorable paso del tiempo que se materializa en la pantalla, recorriendo sin clemencia todo los rincones temporales de los personajes. Presente y pasado se funden con trávelins. No hay una brecha en el tiempo, sino una continuidad que se manifiesta ante nuestros ojos. No hay flashbacks en un sentido clásico del término, hay una unidad conceptual donde el espacio visual se transmuta en un único tiempo.

El reparto también contribuye a dotar a la serie de momentos inasibles, donde el más puro terror se transforma en llanto —o viceversa— en cuestión de segundos. Especial atención merecen Michiel Huisman —que compone un escéptico con causa desde la contención— y Kate Siegel —una brillante y sexy psicóloga llena de matices—, pero en general todo el elenco cumple con la difícil función de interpretar registros antagónicos.

Al margen de algún momento que roza la cursilería y de personajes que a veces funcionan como tópicos andantes, la nueva creación de Flanagan es capaz de horrorizar con un terror de tintes humanos marca de la casa, que sin renunciar a los códigos propios del género nunca descuida a los personajes. La maldición de Hill House es terrorífica de verás porque muestra fantasmas que todos podemos ver y reconocer escondidos en el tiempo. Un perfecto recordatorio de que podemos negar el pasado, pero el pasado no nos niega a nosotros.

 Cartel de ‘La maldición de Hill House’.
Cartel de ‘La maldición de Hill House’.

FICHA TÉCNICA

Título original: The haunting of Hill House

Año: 2018

Duración: 60 minutos

Creador: Mike Flanagan

Nota en IMDB: 8,6

Nota en FilmAffinity: 7,5

La serie está disponible en Netflix

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