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'Almas en pena de Inisherin': el arte que susurra

Por Pablo Díaz Tena - Marzo 26, 2023
'Almas en pena de Inisherin': el arte que susurra
Escena de ‘Almas en pena de Inisherin’.

En la película de Martin McDonagh todo se dice sin verbalizarse, el espectador aprende por descubrimiento y no se le impone narrativa alguna

Hay películas que creen que elevando el tono se les escuchará mejor, que el mensaje se captará de forma nítida si las escenas se acompañan de música o si en cada diálogo se hace explícito el trasfondo del asunto. En definitiva, hay películas que como no saben hablar con elocuencia necesitan gritar en cada plano, con el sufrimiento que ello conlleva para un espectador que no es sordo y termina saturado con tanto vocerío. Por desgracia, esto ocurre con la mayoría de filmes.

Pero también hay una minoría selecta, cuya locuacidad les permite expresarse susurrando y que se les entiende perfectamente. Incluso resuenan una vez terminado el visionado. Obras de arte que hacen gala de una sencillez complejísima y son capaces de tratar multitud de temas de hondo calado y de articular un discurso coherente sin engolar la voz. Filmes que ofrecen una experiencia gratificante y duradera al espectador, que no siente como le bombardean para que comprenda lo que le están subrayando. En esta categoría —en peligro de extinción— se encuadra Almas en pena de Inisherin, una obra mayor, donde todo se dice sin verbalizarse, donde el espectador aprende por descubrimiento y no se le impone narrativa alguna.

La nueva película de Martin McDonagh tiene una trama aparentemente simple. Una pequeña localidad irlandesa y la relación de sus habitantes durante la guerra civil. Al igual que reduce el espacio narrativo a mínimos, también lo hace con los personajes: la historia se centra en solo tres de ellos. Dos amigos de toda la vida y la hermana de uno de ellos. Puro minimalismo con causa. La cuestión transversal a todo el metraje es la ruptura unilateral de una amistad a priori consolidada por parte de Colm —un Brendan Gleeson que da una lección de sobriedad interpretativa— y el perpetuo estado de negación de Pádraic —un Colin Farrel en plenitud que encarna en su personaje la sabia máxima “ menos es más”—.

Alrededor de la descomposición de su amistad, aparece otra figura decisiva para la trama, la hermana de Pádraic —Kerry Condon, que con una soberbia actuación se apropia de cada plano en el que sale—, que pese a aparecer escuetamente en pantalla cuenta sus escenas y diálogos por imprescindibles y definitorios. Tres personas que conforman un triángulo afectivo cuya solidez se resquebraja. Almas en pena. Tres almas buscando algún sentido a sus monótonas vidas; tres almas en pena tan distintas como universales. Con solo tres seres humanos el director consigue abrir una caja de Pandora de temáticas insondables: cómo nos comunicamos, masculinidades tóxicas, el peso de la inexistencia, la bondad kantiana y el superhombre de Nietzsche, la liberación de la mujer y sus consecuencias... Y sobre todo —el aspecto que más polémica ha suscitado para la crítica en general— un lúcido retrato de cómo provocar dolor; el verdadero daño no es el que infligimos directamente a otros, sino el que nos hacemos a nosotros mismos para culpabilizar a los demás.

McDonagh sigue en su línea tragicómica y negrísima que tanto rédito le ha dado desde Escondidos en Brujas, pero libera de cualquier elemento distractivo a su nueva criatura. Así consigue su primera obra maestra cuyos pilares son el lenguaje teatral —del absurdo— y una caligrafía límpida, magistralmente sencilla. De ritmo pausado y porte clásico, 'Almas en penas de Inisherin' utiliza el espacio como elemento opresor: ya sea el interior de un pub o grandes planos cenitales paisajísticos —al más puro estilo Lean—, el escenario somete a los personajes, los hace ser conscientes de su fútil lucha contra la intrascendencia. Da igual que sea Inisherin, da igual que sea Irlanda: todos vivimos en ese espacio tan real como simbólico.

La fotografía es tan bella que cristaliza cada imagen, dando la sensación tensa de estar contemplando un momento contradictorio; eterno y fugaz; íntimo y compartido. Infinitas interpretaciones y lecturas caben en la mejor película norteamericana del año —con permiso de Pearl—, un canto a la sugerencia y una oda a la inteligencia de los espectadores. Sin estridencias, como el fluir continuo y pacífico de un arroyo, estas pobre almas nos poseen poco a poco, hasta que son también las nuestras. Quizás lo fueron siempre.

 Cartel de la película ‘Almas en pena de Inisherin’.
Cartel de la película ‘Almas en pena de Inisherin’.

FICHA TÉCNICA

Título original: The Banshees of Inisherin

Año: 2022

Duración: 114 minutos

Director: Martin McDonagh

Nota en IMDB: 7,7

Nota en FilmAffinity: 7,1

Nota del crítico: 5/5

La película está disponible en Disney Plus

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