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Ándeme yo caliente

Por Bernardo Munuera Montero - Septiembre 12, 2017
Ándeme yo caliente
"Hoy utilizaré este poema para regar los párrafos e intentar convencerles de que abandonen, por su salud mental, la lectura de noticias políticas".

El domingo por la tarde buscaba algún texto para colorear el artículo de hoy y me encontré en un carrusel de textos con el Ándeme yo caliente / y ríase la gente de Góngora, que es uno de los textos más pertinentes y actuales que ustedes pueden leer si quieren construir un escudo que les proteja del acontecer político de España; y de Cataluña y los futuros condados catalanes. Cuando lo he releído me he preguntado cómo de harto tenía que estar Luis para que, con veinte años, escribiese con tanto ingenio sus sensaciones, y expresara con más chiste su actitud y desdén hacia lo que desquiciaba a otros.

Así que hoy utilizaré este poema para regar los párrafos e intentar convencerles de que abandonen, por su salud mental, la lectura de noticias políticas. ¿No están hartos? Ya está bien de cansinismo político. Hay que redescubrir el silencio y lo que nos produce gozo y, sobre todo, gustirrinín. Así pues, que entre Góngora...

Traten otros del gobierno / del mundo y sus monarquías, de las ganas de independencia que tiene un trocito de España mientras gobiernan mis días / mantequillas y pan tierno, porque solo necesito pizcas de buen talante y cucharada y media de ataraxia hasta que llegue el otoño, que después llegarán las mañanas de invierno / naranjada y aguardiente, / y ríase la gente y yo con ella, por el afán que algunos muestran en tanta tontería y chuminá efervescente que ni me va, ni me viene. Solo entretienen.

Aunque llegue Puigdemont y coma en dorada vajilla / el Príncipe mil cuidados, como píldoras dorados / que yo en mi pobre mesilla quiero más una morcilla extremeña, por qué no carchalejeña, y que sea ese morcón mi único fin y la única razón para preguntarle al periodista que se deje ya de tanto Trump y Cataluña, que por qué no sé nada de Extremadura, ni de Palencia y León, ni de Santander ni de Asturias. Porque a pesar de tanta noticia cansina lo único que quiero es que la morcilla en el asador reviente, y ríase la gente.

Ha empezado el curso para unos y el año para otros y deseo que cuando cubra las montañas / de blanca nieve el enero, Cataluña siga siendo parte de España aunque las razones de por qué permanece y por qué pueda marcharse me resbalen. ¿Será porque tenga yo lleno el brasero / de bellotas y castañas y que el mundo que me rodea solo me procure pairo, mucho y puro pairo? Sí, puede ser, y quien las dulces patrañas / del Rey que rabió me cuente, / y ríase la gente.

Hoy es vital que usted se ría, y si puede, se desternille con lo que acontece. Mire por su salud mental, repito; pierda el interés por lo que sucede a cientos dos kilómetros de usted; desenchufe Internet, dele una pedrá a la tele y deje de sintontonizarse. Mire, le doy un consejo, esto es lo que mis mejores amigos hacen para ser felices: Busque muy en hora buena / el mercader nuevos soles, / yo conchas y caracoles / entre la menuda arena, / escuchando a Filomena / sobre el chopo de la fuente / y ríase la gente.

Habrán descubierto a qué juega Góngora con sus versos. A mí me gusta resumirlo con un principio estoico muy sencillito. En la vida, el primer trabajo del hombre consiste en saber distinguir los asuntos sobre los que sí tiene control de los que no. Y sobre los que no puede controlar lo único que puede hacer es elegir cómo quiere que le afecten. Filtrar con qué entretener la cabeza es importante para preocuparse más, menos o nada. El truco está en su actitud, en usted, en consentir cuánto quiere que le afecte, por ejemplo, la noticia del tipo de plástico que quieren utilizar en las urnas del 1O para introducir los vanos deseos de la mitad de los catalanes.

Se acaba el papel. No les quiero privar de los versos finales. Góngora se muestra repantingado y con el espíritu colmado por la decisión que ha tomado; y viviendo de su imaginación: Pase a media noche el mar, / y arda en amorosa llama / Leandro por ver su dama; / que yo más quiero pasar / del golfo de mi lagar / la blanca o roja corriente, / y ríase la gente.

Blumm además de escribir para Lacontra escribe en su blog.

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