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Bala de Dios

Por Antonio Pulido Casas - Enero 10, 2019
Bala de Dios
Beto, en acción. Foto: Diario de Córdoba.

El coche iba reduciendo la velocidad hasta el paso de peatones en el tranquilo barrio de Ilha do Governador, en Río de Janeiro. Su hermano iba conduciendo y él, en el asiento de copiloto, vio cómo una sombra lo oscureció de forma repentina. Apenas pasaron unas milésimas de segundo antes de dar el grito: "¡Acelera!". Un grupo armado de unos ocho o diez atracadores quedaron tras el vehículo, cuya reacción no fue otra que presionar el gatillo con la intención de que, de alguna forma, el coche se detuviera y pudieran robarles el transporte. Una de esas balas atravesó el cristal y también el asiento en el que se encontraba. El instinto hizo que adquiriera una postura casi fetal, con la cabeza agachada a la altura del salpicadero, que no fue suficiente para evitar el impacto. El proyectil le atravesó el hombro y, ya sin fuerza, se quedó enredado en el cuero cabelludo tras topar con el cráneo.

Puedes leer el texto en el libro Sueños de fútbol sala, de Antonio Pulido

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