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'Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades': La contracrónica

Por Pablo Díaz Tena - Diciembre 31, 2022
'Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades': La contracrónica
Escena de ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades’.

Ficción y realidad son la misma cosa en una (contra)crónica donde todo es mentira, o lo que es lo mismo, todo es verdad

Me van a permitir que, haciendo un básico juego de palabras, rinda homenaje a este periódico desde la metarreferencialidad propia de la película que nos ocupa. La nueva cinta de Iñárritu es una falsa crónica o, dicho de otro modo, una contracrónica. Es decir, un relato donde realidad y ficción funden fronteras y donde elementos básicos de la narración clásica como tiempo y espacio se subvierten para configurar una cartografía y una cronología del alma.

Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades se desarrolla en múltiples escenarios ocupados por un sinfín de personajes, aunque toda la trama gira en torno al protagonista y su(s) mundo(s). Daniel Giménez Cacho compone un trasunto del propio Iñárritu —los paralelismos entre la vida de uno y otro son constantes—, en una búsqueda desesperada por dar sentido a una agitada existencia; temas como la culpa, la identidad, la pérdida y las obsesiones se entrelazan en un hombre cuyo tránsito existencial está plagado de senderos 'fellinianos', paisajes oníricos con reminiscencias propias de Dalí y una escritura de acusado realismo mágico. Y como telón de fondo un México abstracto que se erige como otro protagonista.

Al igual que la trayectoria profesional y artística del personaje central del filme, el director mexicano había comenzado con un cine notablemente expresivo dotado de una gran carga de denuncia social —la cima por supuesto es Amores Perros— para ir alejándose cada vez más del realismo y adentrarse en territorios de pura metarreflexión —con Birdman como obra capital— y de saltos al vacío estilísticos. Bardo simboliza el fin —o principio— de un viaje creativo lleno de contradicciones y, lo que es más importante, de contenido. La producción de Netflix es sin lugar a dudas la más ambiciosa del 'oscarizado' director —en ocasiones pretenciosa—, la cual pese a su extenso metraje, lejos de solidificar un relato, provoca múltiples lecturas en una telaraña de capas narrativas.

Es fundamental no leer la cinta en clave cronológica lineal ni de espacio cerrado; la película es un puzzle anárquico de impresiones y sensaciones que —y perdón por la cursilería tan de moda— se experimenta más que se analiza. Esto se refrenda con un impecable trabajo de cámara que es hasta capaz de dotar de existencia a cualquier objeto en sí irrelevante; el inconsciente del protagonista proyecta toda su simbología a través de una puesta en escena estilizada hasta lo pictórico y de movimientos de cámara —marca de la casa— que con absoluta precisión marcan el compás del caos.

Es una pena que el conjunto de la obra adolezca de cohesión, que muchos tramos sean irregulares, que haya cierta sensación de reiteración y sobre todo un exceso de autoconsciencia que varias veces congela el relato. Estos elementos impiden que Bardo sea una obra maestra. Sin embargo, es una de las mejores piezas artísticas para demoler la dicotomía realidad-ficción; quien lea la película como un sueño se puede equivocar, al igual que el que la interprete como un relato mágico con tintes veraces. Ficción y realidad son la misma cosa en una (contra)crónica donde todo es mentira, o lo que es lo mismo, todo es verdad.

 Cartel de la película ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades’.
Cartel de la película ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades’.

FICHA TÉCNICA

Título original: Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades

Año: 2022

Duración: 159 minutos

Director: Alejandro González Iñárritu

Nota en IMDB: 7

Nota en FilmAffinity: 6,2

La película está disponible en Netflix

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