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Buscando las Lagunas de Neila: Tercer Pasaje de otoño

Por Antonio Anguita Lebrón - Enero 26, 2020

Qué mejor que el frío para entrar en calor.

Que la calidez se siente como satisfacción tras encontrarse con su contraste gélido, que tiene cierto encanto un cielo grisáceo y amenazante de pedacitos de paz blanca.

Que la frescura, trae frescura a la mente y a la vida. 

Y así fue la manera en la que se fueron conduciendo los primeros pasajes de otoño. Esos primeros días en los que me acoplaba a nuevas rutinas en lares inexplorados. En los que cierto acomodo se veía afectado por circunstancias que paradójicamente a veces sentimos como duras e inapetentes y otras veces como encantadoras y mágicas. Nieve, niebla, frío, granizo, ventisca y abrigo.

Encontrando el cobijo en una bienvenida experiencia que te colma de atención plena. Lindando con Soria me pasé a tierras burgalesas para ver si encontraba esas lagunas, tras el nebuloso clímax que acaecía ya desde Quintanar de la Sierra y adentrándome en los entornos del Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila, en busca de este tercer pasaje de otoño.

El frío comenzaba a resultar acogedor entre pinares sigilosamente observantes, en lugares que a veces veremos con otro vestir diferente al usual. Ya se veía venir al continuar ascendiendo, copos blancos anunciaban misticismo y recogimiento. Y no sin antes experimentar sensaciones de suave incertidumbre por la forma de acceder a las lagunas, adonde las ruedas no pudieron llegar, mereció la alegría el caminar.

Volver a bajar hasta volver al lugar de retorno. Donde las huellas de las ruedas de mi furgoneta ya estaban ocupadas por otro coche. Ofrecí mi ayuda a colocar unas cadenas que no sabía colocar, y al final, fue de vuestra parte que llegó la ayuda. El asiento, la compañía para completar el ascenso y tus guantes calientes cuando mis manos estaban ya tirando a heladas. Entre la neblina surgió la amistad, con Neila y con vosotros. Gracias Iván y Naiara.

Nos volveremos a ver, en el norte o en el sur y volveremos a contemplar, a disfrutar del paisaje sea cual sea su fachada, su pintura, su color.

Nos faltaron perspectivas abiertas al horizonte desde estas elevadas lagunas, pero sé que seguirán ahí esperando en una próxima visita, con muchísimas ganas, para disfrutarlas en otras condiciones y contemplar las amplias vistas desde una obsevacion más pausada. Sin la prisa de esa ventisca que achuchaba.

Emocionantes y positivos inconvenientes. Bonita aventura.

 

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