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Sobre la calidad política

Por Rafael Ruiz - Marzo 31, 2017
Sobre la calidad política

¡Pasen y vean! Caso Matas, Fabra, Griñán: ¡Más de 1.700 causas abiertas por corrupción y tan solo 20 personas en la cárcel! En España tenemos para dar y tomar, corrupción y corruptos, grandes genios del arte del birlibirloque, que hacen del dinero público el particular conejo de la chistera del mago.

En este momento, y no creo que veamos otros de tal calibre, la mayor sentencia la cumple el archiconocido Jose Antonio Roca, jefe de urbanismo del ayuntamiento de Marbella, con once años de cárcel. El desfalco que se produjo en este ayuntamiento se calcula en 500 millones de euros. Pero no pasa nada, nos indignamos por unos días, mientras la prensa y los telediarios exhiben la noticia y luego… cada uno a lo suyo. ¿Que el dinero no aparece? Pues nada, como esto es lo habitual, ¡pues uno más!

Los españoles estamos tan acostumbrados a que nos timen que nos da lo mismo. Pero esto no es así cuando el dinero se lo tocan a uno de su propio bolsillo, entonces la cosa cambia, miramos por nuestros ahorros, gastos mensuales, compras, etc… para intentar llegar a fin de mes sin sobrepasar demasiado los números rojos que a cada cual le permita su entidad bancaria. Esto es así,  y es lo correcto; esto es lo que no entienden los políticos, que el dinero público ha de ser tratado con el mismo “cariño” que lo trata cualquier empleado o trabajador, ya que el dinero público, ese que se obtiene de impuestos, tasas, sanciones, plusvalías, etc. Es el dinero de uno mismo y de todos en común, dinero que se ha de aplicar en mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, no solo en beneficio propio o de algunos amigos a los que se le deben favores.

No existe democracia de calidad si no existen políticos de calidad. Es una relación causal, un paradigma insalvable. Si la supuesta élite no es modelo de honradez e integridad, difícilmente considerará gestionar de manera eficaz y eficiente los recursos públicos para alcanzar el objetivo principal del buen político, la mejora de la calidad de vida de todos los ciudadanos que conforman su entorno de influencia.

Me enoja encontrar en la prensa artículos en los que casos de investigados por corrupción se defienden de la opinión pública con frases como la que encontré el otro día de un exalcalde local, quien manifestaba, tras haber sido llamado a declarar como investigado en un presunto caso de corrupción política, que él había sido llamado como imputado otras cinco veces y que en ninguna había pasado nada. ¡Como si ser pentaimputado fuese un triunfo! A esto es a lo que me refiero, la calidad de los políticos, tanto locales como autonómicos o estatales, pues hay casos de corrupción en cualquier nivel, no está a la altura de las necesidades que requieren los ciudadanos. El político debe ser modelo de conducta y ha de saber ilusionar a sus votantes sin mentiras, sin engaños ni prestidigitaciones.

Si hacemos un estudio comparativo entre la percepción pública de los actuales mandatarios y las cualidades del buen político expresadas en los textos de los grandes pensadores políticos del siglo XX no tardamos en darnos cuenta de la gran distancia que separa a unos de otros.

Les hablo de la posesión de virtudes públicas (Hannah Arendt); la tenencia de habilidades, vocación y energía (J.A. Schumpeter), y ser un verdadero profesional preocupado por el bien público (Robert Dahl),

A modo de resumen, la representación política es un cargo muy pesado que dobla y corrompe con frecuencia las voluntades más firmes; pero si a la formación escasa y/o poco adecuada presente en gran parte de los que tienen hoy en día un cargo político (bien obtenido de las urnas o acuñado a través de la “confianza”) se suma la escasez de virtudes éticas, morales y profesionales, tendremos el perfecto escenario que conforma la tragicomedia circense actual.

Que Dios nos guarde.

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