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"Me gustaría muchísimo volver a cantar en mi tierra"

Por Javier Cano - Agosto 15, 2020
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"Me gustaría muchísimo volver a cantar en mi tierra"
La soprano jiennense Carmen Buendía.

La soprano Carmen Buendía (Jaén, 1993) nació en el tercer vértice del triángulo renacentista jiennense, vive en la cumbre del Renacimiento, en Florencia, y se muere de ganas de regresar a su tierra a hacer lo que hace solo como ella sabe hacerlo: cantar. El estado de alarma la sorprendió en Italia y allí se quedó, no para de trabajar allí y desde allí mismo hace de embajadora de su patria chica con su prodigiosa voz. Encantada de volver a escuchar el acento de aquí, la conversación con la artista evidencia que no ha olvidado las palabras, los giros lingüísticos propios del mar de olivos por más kilómetros que la separen de su ciudad. 

—Con los tiempos que corren, Carmen Buendía no para de pisar escenarios. ¿Tiene conciencia de que es una privilegiada?

—La verdad es que para mí es una gran suerte estar trabajando en estos tiempos, cuando tantísimos compañeros siguen sin poder llevar a cabo su actividad profesional por las circunstancias que estamos viviendo. Me siento muy afortunada.

—Estos días representa usted a Delia, una de las amigas de la protagonista de Corinna (nada que ver con la célebre princesa alemana), protagonista de Il viaggio a Reims de Rossini, en el Festival Rossini Opera de Pésaro. Una interpretación que no le es nueva, tras su paso por la Academia Rossiniana 'Alberto Zedda'...

—Realmente estuve en 2015 y digamos que se acabó allí, fue una cosa muy puntual. Después de cinco años, a través de mi agente, recibí una llamada del director del festival, que ahora es Ernesto Palacios tras el fallecimiento Zedda hacer un par de años, y me dijo que quería que volviese a hacer el mismo papel. Me ofreció también un pequeño rol en otra ópera, La cambiale di matrimonio, con la que estaré en enero en Omán, en Emiratos árabes, para hacer de Clarina, si todo va bien.

 La soprano recibe un premio de manos de la Reina Doña Sofía.
La soprano recibe un premio de manos de la Reina Doña Sofía.

—Un lustro no es poco tiempo en la evolución de un artista. ¿Cómo se encuentra sobre el escenario en 2020?

—Mucho mejor que hace cinco años, con más experiencia. Lo estoy disfrutando mucho, porque escénicamente también tengo más experiencia y se me nota más suelta, a pesar de las medidas que estamos tomando por el coronavirus.

—Se deja notar la nueva normalidad en el mundo de la ópera también, ¿verdad?

—Antes no había que tener distanciamento y las escenas eran mucho más interactivas entre nosotros, podíamos acercarnos, hablarnos al oído... Ahora no, es mucho más estático, pero a pesar de todo intentamos que el público disfrute. Al final no es una versión concierto en la que los cantantes actúan delante de la orquesta, siguen ahí los elementos escénicos.  

—¿Y el público, está respondiendo?

—La verdad es que, en comparación con los conciertos que ha habido en el festival, a cargo de gente bastante importante, está entregadísimo. Por ejemplo, en la función del pasado jueves tuvimos una respuesta muy buena. Veo que la gente tiene muchas ganas de ir al teatro, igual que pasó el 14 de julio, cuando los cantantes de la Academia Teatro de florencia ofrecimos un concierto, el primero tras su reapertura, y se llenó, estaba todo completo. La gente tiene muchas ganas de ir al teatro, el problema es que de nosotros no se acuerda nadie.

—¿Qué quiere decir, a quién se refiere?

—La gente cree que de la cultura no se come. En mi caso tengo una casa que mantener, pero no tengo hijos ni una familia grande; en el caso de compañeros con hijos, hipotecas... Tienen que vivir igual que el dueño de un hotel, de un restaurante o un deportista. Al final, el arte está un poco dejado de lado. Me da mucho coraje que la gente piense que los conciertos no son necesarios: para nosotros sí lo son, es nuestro medio de vida. Tantas veces he oído eso de: "Haber elegido otra profesión"... No, he elegido la que yo he querido, y tiene tantas salidas como puede tener otra.

—¿Cree que todos los espectáculos y propuestas culturales están teniendo las mismas oportunidades?

—No estoy a favor ni en contra del resto de espectáculos que se hagan, simplemente me gustaría que mostraran el mismo respeto. Por ejemplo, en el teatro del Maggio [Florencia], donde caben mil ochocientas personas, en los primeros conciertos que hubo se permitió solo un aforo de doscientas. El director del teatro se quejó y ahora se permiten seiscientas butacas. Pero estamos en las mismas, podrían caber novecientas con el distanciamiento. Me molesta que se discrimine de esta forma a la cultura, es muy duro para nosotros. 

—Duro debió de ser también para usted y para su marido [el tenor alcaudetense Francisco Javier Ariza] optar por permanecer en Italia cuando llegó la declaración de confinamiento...

—Decidimos quedarnos por responsabilidad y porque no sabíamos qué iba a pasar. Teníamos propuestas laborales y no sabiamos si nos iban a dejar volver o no, cuánto tiempo iba a durar el confinamiento... Y ahora nos encontramos en la misma situación: en septiembre tengo que ir a Sevilla a hacer una audición, pero no puedo arriesgarme y perder las dos óperas que tengo aquí (una de ellas, en octubre, con Plácido Domingo, el Nabucco de Verdi). Estamos muy atados. Antes salía una audición en Alemania o en Francia y, de un día para otro, cogías un avión y te ibas, pero ahora no podemos hacer nada. 

—¿Le ha afectado mucho, profesionalmente, la crisis sanitaria?

—En mi caso, me han salido más contratos de los que tenía planeados. Por ejmplo, lo de Pésaro no lo tenía en mente, surgió en mayo. A mi marido sí le han cancelado varios contratos. Yo vivo la situación un poco desde fuera, desde el lado positivo, porque estoy trabajando. Sin embargo, su caso y el de otros compañeros... Él ha perdido un contrato de casi nueve meses de trabajo, eso muy duro. 

—España, Andalucía... Jaén. No se prodiga por su tierra, Carmen.

—Yo querría; una de las cosas por las que estoy muy desilusonada es porque este año no he recibido ninguna llamada del Ayuntamiento para participar en el Festival de Otoño ni en ningún tipo de concierto. Llevo sin cantar en Jaén dos años, más o menos, y me da pena por mi familia y mis amigos. Canto en Italia, sí, pero son muchos kilómetros para venir a verme; de hecho, a mis padres no los veo desde Navidad, y lo próximo que tengo es fuera de España. Pero soy la primera que me gustaría cantar en mi tierra.

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