"En cuanto podamos celebraremos el 75 aniversario de la cofradía"

Apenas lleva un año como gobernador de La Clemencia (seguramente es el más joven de su historia) y Jesús Suárez Gámiz (Jaén, 1981) ya sabe lo que es quedarse casi sin Cuaresma, sin procesión y hasta, si Dios no lo remedia, sin conmemorar una efeméride tan trascendental como el 75 aniversario de su hermandad. Un acontecimiento que la pandemia ha condenado a la espera pero que el máximo responsable del colectivo magdalenero desea festejar como se merece. Prudente aunque esperanzado, prefiere no marear la perdiz con fechas que no están en su mano y apuesta por la caridad como principal proyecto de la cofradía que gobierna.  

—El primer gran acontecimiento de su mandato y se lo chafa el coronavirus. ¿Qué significa para usted y para su cofradía esta efeméride?

—Es algo histórico para nosotros. Nuestras raíces vienen de la cofradía de Gloria que se fundó en 1593, pero es verdad que tras pasar la Guerra Civil fueron unos años muy malos y la cofradía quedó prácticamente inactiva. En 1945 se volvió a organizar en torno a dos o tres cofrades muy activos de la Semana Santa de Jaén, que echaron para adelante hasta el día de hoy, y el pasado martes 5 de mayo se cumplieron los 75 años desde que don Rafael García y García de Castro, el obispo por aquel entonces, firmó los estatutos como cofradía de Pasión. Llevamos 75 años como cofradía de Pasión, sí, pero venimos de 1593: tenemos historia.

—Entre ese grupo de fundadores estaba Germán Bermúdez, padre del histórico fabricano de la hermandad que, hace escasos días, partió de este mundo. ¿Cómo ha vivido La Clemencia la muerte de uno de sus referentes, con las limitaciones que el estado de alarma impone?

—Con mucha pena por no poder acompañar a Germán en ese último momento ni poder estar con la familia, es algo que se lleva mal, estamos todos muy tocados. era una persona muy querida no solamente por nuestra cofradía, sino por el mundo cofrade en general. Él, aunque chiquitito todavía, estuvo ahí cuando se fundó la hermandad, hace 75 años.

—¿Qué recuerdo le ha dejado Germán Bermúdez Melero?

—El de hombre muy tranquilo en sus explicaciones, en sus cosas, era una persona que medía muy bien sus palabras, nunca se le vio un mal gesto. Y un enamorado de su cofradía, especialmente de su Virgen del Mayor Dolor. De hecho, cuando era fabricano fue el que apostó, junto con Tomás Martínez, el gobernador de entonces, por las costaleras, prácticamente fue el promotor de aquello. "¿Cómo que no sois capaces?, claro que sí", les decía. Y ahí están, después de veintitantos años.

—¿Se imaginó alguna vez vivir una Cuaresma, un Martes Santo, toda una Semana Mayor y hasta este aniversario en las circunstancias actuales?

—Para nada. Semana antes de que sucediera esto, a la vez que preparábamos la Cuaresma y la Semana Santa, planificabamos el calendario de actos y cultos de la efémeride, pero se ha ido al traste todo, prácticamente. Tenemos algunas cosas planteadas, pero no podemos poner fechas, no sabemos todavía lo que va a pasar.

—¿Qué actividades se ha llevado por delante el coronavirus hasta ahora?

—Precisamente el martes, día 5, íbamos a presentar el cartel conmemorativo del 75 aniversario. No hemos podido hacerlo. Se presentará cuando las condiciones sean las idóneas; en el momento en que se pueda, se dará a conocer. 

—Un programa bastante ambicioso por el 75 aniversario, ¿no?

—Teníamos pensada una serie de cultos extraordinarios a los titulares, conferencias... pero claro, no hemos podido concretar nada. Nos cogió el estado de alarma en esos días, a primeros de marzo, cuando preparábamos todo. Queríamos que pudieran acompañarnos todos los sacerdotes que han trabajado en nuestra parroquia de la Magdalena, quizás eso sea lo más extraordinario; la verdad es que preferíamos repartir el programa a lo largo de todo el año. Algún besamanos...

—¿Y una procesión extraordinaria?

—No, no hemos llegado a contemplarlo ni lo tenemos en mente. En cuanto podamos reunirnos reestructuraremos de nuevo todo el calendario, a ver qué podemos realizar. No queremos tampoco avanzar contenidos, porque con esta situación lo mismo planificamos para junio y luego no podemos hacer nada. Lo que hagamos tiene que ser con responsabilidad, que se haga bien y sin problemas, no marear a la gente con fechas que luego no podremos cumplir. Hay que ir con pies de plomo. Una cosa sí la tenemos my clara: con más o menos actos, la ilusión de esta cofradía va a ser la misma.

—La hermandad está asentada en un barrio tradicionalmente obrero con el que se cebarán, si Dios no lo remedia, los efectos económicos de la pandemia y de la crisis que se espera. ¿Qué papel juega actualmente y planea desarrollar su cofradía en este ámbito? 

—Viendo la situación que teníamos, no podíamos echarnos a la calle en pleno estado de alarma. Lo que sí hemos hecho desde la vocalía de Caridad es estudiar casos de familias que tienen necesidad no solo de ahora, sino incluso de antes. En cuanto podamos retomar la normalidad trabajaremos en esos casos, no tanto en recogida de alimentos, sino para problemas de cortes de luz, de agua, en hipotecas de viviendas... Los casos van a aumentar bastante seguramente y ahí tendrá que estar la cofradía, para la gente del barrio y para la de fuera del barrio. La caridad, la ayuda al necesitado, es nuestra prioridad.

—La desescalada permitiría abrir los templos jiennenses desde mañana mismo. ¿Trabajan ya desde su cofradía en el acondicionamiento de la iglesia de la Magdalena para recibir a los fieles?

—En el momento en que se pueda, y con las instrucciones de nuestro párroco, don Agustín Rodríguez, acudiremos a la parroquia a echar una mano. La cofradía es un elemento importantísimo dentro de la parroquia y del barrio, por suerte no podemos diferenciar parroquia de cofradía. En Jaén, cuando hablamos del barrio de la Magdalena hablamos también de la parroquia y de la cofradía, y viceversa. Estamos muy unidos, para todo lo que hace falta ahí está la cofradía, y cuando la cofradía necesita a la parroquia, lo mismo. No lo entendemos de otra forma.

—Barrio, cofradía, parroquia. Ha debido de ser un Martes Santo duro para todos este de 2020...

—No hemos podido, pero estoy muy contento porque por un lado está lo negativo, la tristeza de no poder haber visto la devoción de mis hermanos el Martes Santo, pero por otro lado está la ilusion de todos los cofrades de La Magdalena, que se ha visto plasmada en las redes sociales, a través de llamadas, de mensajes... No ha sido un Martes Santo triste, por decirlo de alguna manera. La gente lo ha vivido en sus casas, que no es lo mismo, pero las ganas han sido las mismas y, si Dios quiere, en menos de un año lo reviviremos todos juntos.

—Parece esperanzado en que, para el año que viene, todo estará resuelto.

—Hay que poner corazón, pero hay que tener tambión relajación, hay que ser cautos en ese sentido. De aquí a la Semana Santa del año que viene pueden pasar muchas cosas, y espero que podamos vivirla con tranquilidad y normalidad. Yo creo que se va a poder vivir así, porque ya estamos viendo los avances en cuanto a vacunas, cada vez son mejores las noticias. Sí es verdad que tenemos que ser todos responsables, indican que puede haber repuntes en septiembre u octubre. En cuanto a las vacunas, cuanto antes lleguen, mejor no solo por la Semana Santa, sino en general. Dicen que para principios del año que viene estará la vacuna, pero yo creo que podrá ser incluso antes.

—Desde el confinamiento en desescalada, ¿qué mensaje quiere dejar a sus cofrades, a los cofrades de Jaén, el gobernador de La Clemencia?

—Que a pesar de las circunstancias y de la pandemia, la ilusión, la devoción y la fe las llevamos en el corazón. Eso nunca se puede venir abajo, todo lo contrario. Tenemos que vivirlo, que sentirlo todo el año; aunque estemos en casa, el Martes Santo debe ser todos los días del año. Para un cofrade de La Magdalena, todos los días de su vida son Martes Santo.