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El desaparecido palacio de los Uribe: rincón de la incomprensión

Por Agustín Garzón Martínez - Enero 22, 2017
El desaparecido palacio de los Uribe: rincón de la incomprensión
El desaparecido palacio de los Uribe, el hoy rincón de la incomprensión. Entre la plaza de Santa Luisa de Marillac y la calle de los Uribe, justo entre el Archivo Histórico de Santo Domingo y el palacio de Villardompardo, podemos apreciar uno de los

Entre la plaza de Santa Luisa de Marillac y la calle de los Uribe, justo entre el Archivo Histórico de Santo Domingo y el palacio de Villardompardo, podemos apreciar uno de los rincones más incomprensibles de esta zona monumental y lugar donde se alzaba el histórico palacio de los Uribe. Pues bien, a día de hoy, un gran mamotreto de hierro recibe al paseante, al vecino o al turista desde el año 2011, que asombrado observa uno de los rincones más vergonzantes y desastrosos junto al museo de costumbres populares, arte naíf y baños árabes. Una de las vergüenzas de nuestro conjunto histórico, que por desgracia son muchas, lleno de porquería y con un aparcamiento improvisado. Todo ello debido a la dejadez por parte de las administraciones que no apuestan en serio por la imagen decente y cuidada del lugar.

Solar palaciego desde siglos atrás, puesto que fue parte del palacio de los Reyes Moros y después la magnífica Casa-Palacio de los Uribe. Contaba con típica fachada jiennense y con un amplio patio exterior empedrado. Una de sus rejas de hierro tuvo el honor de estar expuesta dentro del pabellón de Jaén en la exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929. Su interior albergaba un patio principal con ocho columnas de piedra de orden dórico con zapata y viga de madera, donde en la primera planta se abría originariamente balaustradas, columnas y zapatas de madera al estilo castellano que en el siglo XX se tabicaron para abrir nuevos vanos.

El patio lucía una primorosa escalera con arcos y columnas pareadas donde a la izquierda conducían a la planta noble y a la derecha se encontraba una puerta con una ventana circular y reja que daban paso a los sótanos y bodega. El palacio disponía de un segundo patio de servicio junto a las dependencias destinadas para la servidumbre, necesaria e indispensable en una casa de alta arcurnia y nobleza. Este segundo patio era un poco más reducido aunque tenía elementos estructurales de gran belleza, como columnas o talladas zapatas de madera. En este patio se producían las matanzas del cerdo o se elaboraban las conservas vegetales.

Otro de los elementos indispensables que llegaba al patio de servidumbre era la conducción de agua potable desde el cercano raudal de la Magdalena, por lo que se instalarían pilas para lavar la ropa y fuente que suministraba el agua para las distintas tareas domésticas dentro de la cocina y la limpieza de la casa-palacio.

En la parte alta se encontraban los terrados donde se abrían tres arquillos hacia la fachada principal. Este espacio se dedicaba como granero para el almacenamiento del grano y su correcta ventilación. También se utilizaba como secadero de productos de alimentación estacional, como los diferentes embutidos que se producían de las matanzas o el sacado de pimientos.

Otro de los espacios más significativos de este palacio fue su capilla, fusionada con el antiguo convento de Santo Domingo.

A mediados del siglo XX la planta baja se destinó a la fabricación del famoso anís “La Magdalena”, como también a la producción de esencias para preparar refrescos, todo ello dirigido por don Esteban Tirado.

A finales del siglo XX su abandono lo sumió en ruina durante muchos años, hasta que en el año 1991 “EPSA” realiza un estudio de la casa-palacio para rehabilitarla y alojar un edificio administrativo. Los estudios los realizaría el arquitecto Luis Berges Martínez, quien se encargó de analizar el estado del edificio así como el levantamiento de los planos y la redacción del futuro uso que tendría tras su restauración. Pero todo quedó frustrado por una dejadez de las administraciones que, año tras año, lo dejaron abandonado y sin una solución provechosa.

Tras la pérdida del palacio de los Uribe se han encontrado vestigios romanos y musulmanes en su solar. Esperemos que estos no sean también ninguneados y de una vez por todas nuestras raíces artísticas sean miradas desde el respeto y la lucidez que parece no encontrarse todavía, pudiendo ser compatible y protegido dentro de la nueva construcción.

Un palacio que nos borraron de nuestros recuerdos poco a poco, desapareciendo con un angustioso y desastroso final que no habría llegado si las cosas se hubieran planteado desde un modo serio y con perspectiva de crear un nuevo punto de interés renovado y encantador para el disfrute de todos los jiennenses.

Un edificio que estaba catalogado por la ley, una centenaria casa noble que se debió de proteger, restaurar, acondicionar y haber puesto en valor con un nuevo uso. Pero no, le dieron una silenciosa patada echándolo abajo, saltándose así la ley de protección con toda impunidad.

En el dibujo muestro la imagen del patio principal, aunque tenéis más información y dibujos de su interior en la página 16 del libro Reconstruyendo el pasado arquitectónico de Jaén, parte primera.

Este y muchísimos más edificios desaparecidos en la capital jiennense los podréis ver reflejados dentro de mis libros Reconstruyendo el pasado arquitectónico de Jaén, parte primera y segunda.  Es una recopilación y reconstrucción de toda aquella arquitectura palaciega, civil, religiosa, privada o urbana que perdimos. Podréis revivirlo de forma diferente, amena y explicativa. Todo está acompañado de planos, secciones, detalles y fotografías que os ayudaran a comprender con claridad cada edificio o rincón perdido de nuestra ciudad.

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