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Día 3: Tirar la basura es un premio y la escalera, el mejor gimnasio

Por Alejandra McKelligan. - Marzo 17, 2020
Día 3: Tirar la basura es un premio y la escalera, el mejor gimnasio

Diario de Alejandra McKelligan: Mi transformación como legado del coronavirus

Seguimos en casa encerrados como millones de personas en el mundo, sin embargo, hoy fue el primer día que pudimos salir durante escasos 5 minutos para tirar la basura y reciclar el papel y el plástico. Inmenso fue el placer de sentir el aire en la cara y el pequeño rayito de sol que nos cubrió durante unos instantes.

Nunca me imaginé que la actividad de tirar la basura me produciría tanta ilusión, cuando cientos de veces odié tener que hacerlo ya que me retrasaba o me quitaba de tiempo para lo importante… ahora tirar la basura era MUY importante porque era el mejor pretexto para salir del encierro forzado y sobre todo muy difícil para una persona como yo que cada día coge su coche y viaja a otras ciudades para trabajar con sus clientes y acompañarlos en su proceso de cambio. Y ahora mi proceso de cambio pasaba por alegrarme por tirar la basura, ¿Paradójico, verdad? Así es, esto y muchas otras cosas más están siendo paradójicas en esta época de cambio radical.

Te cuento otra: el gimnasio, ¿y sabes cuál es el mejor del mundo ahora mismo? Ni te lo imaginas, vivimos en el segundo de un bloque de 3 plantas y mientras mi hijo y yo concursamos a ver quien es el más rápido y llega antes, subimos y bajamos todas las escaleras entre 3 y 4 veces. Nuestro corazón se pone a mil, entramos a casa cansados a beber agua y con suerte con algo de sudor en el cuerpo. Ah, y no te he contado que antes de este entrenamiento hemos hecho los estiramientos correspondientes de todo el cuerpo. Así que la buena noticia es que no salimos de casa, hacemos cardio y ¡nos ahorramos la cuota del gimnasio!

Ayer te prometí que te hablaría sobre el aroma de las personas. Pues bien, me abro de corazón contigo que me lees. Echo de menos el olor de detergente o suavizante que desprende la ropa cuando abrazas a una persona, el olor de la colonia habitual o el simple aroma que las personas desprenden y que cuando las saludas lo captas y tu cerebro lo registra y con el tiempo se queda a modo de recuerdo. Mi olfato echa de menos la variedad de olores porque ahora solo tengo el de mi hijo que me conforta y me hace sentir bien. Ese aroma y ese calor, jamás te diste cuenta de lo importante que era porque cada día saludabas a muchas personas o en el mejor de los casos abrazabas. Hoy, querido lector, estamos carentes de eso, sin embargo la buena noticia es que al menos yo, espero que tú también, he prometido a la gente que más quiero que cuando la vea le voy a pegar un abrazo de al menos 5 minutos para que mi olfato se pegue un festín de olores de colonia, detergentes, suavizantes o quizás de sudor.

Te mando un abrazo con olor a pijama.

 

 

 

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