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Día 8: Efecto multiplicador

Por Alejandra McKelligan. - Marzo 23, 2020
Día 8:  Efecto multiplicador

Diario de Alejandra McKelligan: Mi transformación como legado del coronavirus

Ayer te llegó la noticia que no querías, ayer no se cumplieron tus expectativas porque te dijeron que te volverían a obligar a permanecer más tiempo en casa, confinado, en cuarentena, sin poder salir, sin poder abrazar a tu gente. Un golpe duro para quienes tenían en su cabeza el día 29, ese día que era el último día de estar guardado en casa. Y para aquellos que tenían un almanaque e iban tachando los días, como los niños tachan los días que quedan para empezar vacaciones, su GRAN sueño, se vio truncado.

Y ahí estaba el quid de la cuestión: tener un GRAN ideal y convertirlo en algo fijo e inamovible, fuerte como un roble, duro como el hierro, inmenso como una montaña. Para que nadie te lo derribe, para que esté por encima de todo y de todos y para que satisfaga nuestra necesidad. MI NECESIDAD.

Ahora mismo me viene a la mente una frase que un amigo me decía cuando yo me frustraba con algo: “revisa el manejo de tus expectativas, Alejandra…”. Yo no le entendía en aquél entonces, con 25 años. Y ahora con el tiempo y mi aún joven sabiduría he ido entendiendo poco a poco lo que David me quería decir, y es que cuánto más me resisto, cuánto más intento ir en contra de la realidad, más me atrapa la frustración y la impotencia de que las cosas no sean como yo quiero, como yo espero, como creo que “deberían de ser” … Esa tristeza y rabia crecen en escalada y proporcionalmente según lo arraigada que sea la expectativa.

Quizás otro de los muchísimos aprendizajes que esta situación nos quiere traer es que necesitamos reconvertir nuestras creencias y expectativas y hacerlas más permeables y más flexibles para poder bailar con el vaivén de la vida, saboreando cada día que nos regala  -tal como nos lo regala- aunque no siempre sea como te lo habías imaginado, como tú querías… pienso que si lo consiguiéramos, nos volveríamos seres más libres, felices de tener lo que tenemos y cómo lo tenemos y que podríamos fluir con lo que nos viene y acogerlo amorosamente, aunque insisto, muchas veces no sea lo que esperabas que fuera o que fuera como es.

Pues bien, hoy te cuento que en mi intento por gestionar de la mejor forma mi sensación de “no-gusto” frente a la noticia de ampliación del confinamiento, me rendí y entregué a la creatividad. Mi hijo y yo cogimos folios de colores y todo tipo de material para hacer manualidades de papel.

Los primeros minutos me costó porque el sentimiento luchaba, la queja interior se quería instalar, la mente hacía sus trampas y no me dejaba fluir. Después de unos minutos, respiré profundamente y me dije a mi misma: Alejandra, no puedes hacer nada, el tiempo se amplía y es por un bien para todos. Y sentí que, si decidía abandonar esa lucha y vivir el momento presente, lo único de lo que SÍ SOY DUEÑA me sentiría más ligera, menos insatisfecha por lo que se escapa de mi control… así que, abandoné a esta realidad, sea como sea, sabiendo que así está bien…

Un abrazo lleno de entrega 100%

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COMENTARIOS

Víctor Guillermo Figueroa Molina

Víctor Guillermo Figueroa Molina Marzo 26, 2020

Ser flexibles con nuestras expectativas, para permitirnos cambiar nuestras metas, moldearlas, no sólo en base a nuestras necesidades, sino a las del conjunto de la sociedad en la que vivimos. Y valorar en momentos de tanta carencia lo que siempre hemos tenido. Éramos ricos y no lo sabíamos, o mejor dicho, lo habíamos olvidado.

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