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Lunes, día uno: el camino para aprender a desescalar

Por Esperanza Calzado - Mayo 12, 2020
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Lunes, día uno: el camino para aprender a desescalar
Un hombre pasea por la carretera de Fuerte del Rey. Foto: Esperanza Calzado

Día de contrastes, de alegría, de temor, de esperanza y de mucha actividad en la vuelta a la "nueva normalidad" en la provincia jiennense

Amanece un lunes frío y nublado en Jaén capital, mal presagio para los hosteleros que van a abrir el 50 por cierto de sus terrazas tras dos meses de parón. Son las siete de la mañana y el ruido de la máquina friegasuelos en manos de un operario sin guantes ni mascarilla amparado por la soledad de las horas es lo único que rompe el silencio de una desoladora estación de autobuses. No hay vehículos en los andenes, ni megafonía que anuncie que en diez minutos sale el viaje hacia Andújar. Solo una pasajera aguardando y un autobús que quizás a lo largo del día se quede demasiado pequeño si empieza a montarse gente en el primer día de la fase uno

—¿Mañana volvemos al horario normal?

—No lo sé, caballero. De momento hoy seguimos como antes. 

Lunes de dudas, de muchos interrogantes para los ciudadanos ante las numerosas contradiciones de la fase uno, la mayor, las franjas horarias. Lunes de esperanza para unos y de rabia para otros. La tónica que se produjo el primer día que se permitió la salida de los menores de 14 años, que continuó con la flexibilización del deporte individual y paseos de los mayores, se repitió ayer. Jiennenses que cumplen a rajatabla lo dictaminado mientras que otros actúan como si el coronavirus y colaborar para evitar un rebrote no fuera con ellos. 

Ayer comenzó una semana de reencuentros familiares. De hijos que acudieron a ver a sus padres tras dos meses de dolorosa separación. Da igual que vivieran a cinco minutos o a cincuenta kilómetros, el vacío era el mismo. Reuniones sin besos, sin abrazos y con metro y medio de seguridad, la "nueva normalidad", pero cargados de ilusión y de mascarillas, el nuevo fondo de armario de los españoles. También de temor a contagiar, a no saber si uno es portador del virus, a no ser suficientemente precavido. 

A las once y media Jaén es una imagen de contrastes. En la calle Navas de Tolosa se compaginan las terrazas que no han abierto, como la propia de la Estación de Autobuses, como otras llenas de clientes deseosos de recuperar su normalidad. Unos bares que esta semana luchan contra el tiempo además de con el aprendizaje de la desescalada. Porque más de uno no se leyó la orden ministerial que recomendaba, por ejemplo, no compartir platos entre clientes como las tapas. 

 Terraza abierta en el primer día de desescalada en Jaén.
Terraza abierta en el primer día de desescalada en Jaén.

Pero ayer las terrazas fueron el ejemplo del regreso a la normalidad. Durante dos meses, el silencio atronador se ha colado por las ventanas de los hogares jiennenses, sin tan siquiera roto por el motor de un coche o la música alta de un joven conductor. Anoche, lo quebró el murmullo de los clientes hasta altas hora de la noche, el sonido de la vuelta a la normalidad que tanto asusta a algunos porque temen un nuevo rebrote.

Ahora toca caminar para aprender para saber, por ejemplo, que en los autobuses hay que sentarse también guardando las distancias de seguridad. Aleccionarnos que en espacios cerrados es aconsejable utilizar mascarilla, porque es mejor prevenir que curar. Entender que reuniones de diez personas en terrazas o casas no significa hacer una fiesta entre amigos y que por mucho que nos conozcamos de toda la vida y nos queramos, no vivimos en la misma unidad familiar y, de momento, hay que mantener la distancia de seguridad. Recordad que, ahora, Jaén requiere del apoyo de los jiennenses y que salir de esta crisis sanitaria es cosa de todos.

 Terrazas sin abrir en el primer día de desescalada. Foto: Esperanza Calzado.
Terrazas sin abrir en el primer día de desescalada. Foto: Esperanza Calzado.

 

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