Día 1: Cubo de agua helada

Diario de Alejandra McKelligan: Mi transformación como legado del coronavirus

Nada será como antes… nada.

Cuando digo nada, quiero decir mi forma de pensar, la manera que tenía de vivir y de comportarme hacia los demás, la forma de afrontar los problemas, incluso hasta la forma de comprar.

Este “zazca” que nos ha hecho la vida no es en balde, algo nos está pidiendo a gritos y siento que cada día y cada minuto cosas grandes van calando dentro de mí y además sin descanso. Yo creo que por eso desde hace 3 días siento un inmenso dolor de cabeza porque no dejo de pensar en cómo puedo darle la vuelta a todo esto que está sucediendo y es que se me vienen ideas a raudales, a veces no puedo escribirlas porque son las 2 o 3 de la mañana cuando me despierto agitada pensando mientras duermo o durmiendo mientras pienso, ya no lo sé.

Es una especie de AYUNO que hace el planeta para limpiarse de contaminación, de ruido, de no-cuidado y de no-amor por la naturaleza. En otra parte del diario hablaré más sobre esto, hoy me enfoco en la parte personal.

Estamos en casa mi hijo y yo desde el sábado sin salir como millones de personas en el mundo. Ayer que fue el DÍA 1, y sentíamos la necesidad de “normalizar”, es decir, hacer lo de muchos sábados. Limpiar la casa, hacer la comida, descansar un ratito, ver alguna serie de TV, escuchar música.. Pero conforme pasaban las horas íbamos cayendo en cuenta de que este sábado sería igual al domingo, al lunes, al martes que viene … Con lo cual no había necesidad de agotar todos los “divertimentos”, teníamos que racionar las actividades.

Se nos había ocurrido hacer una lista de todo lo que podríamos hacer para dividirlo por días, de manera que cada día hiciéramos cosas diferentes. Ahí estaba el primer cubo de agua helada: TE SOBRA EL TIEMPO… y todo lo que nunca tienes tiempo de hacer ahora: ya puedes hacerlo y te digo más, ahora puedes hacerlo incluso, DESPACIO, sin prisa… poco a poco… Para “obligarnos” a disfrutar del aquí y ahora que tanto nos insisten los Budistas y adeptos al Mindfulness.

Para remontar la tarde y no caer en las trampas que la mente te pone, ayer mi hijo y yo decidimos hacer guerra de cosquillas para que, mediante la risa, pudiéramos sacar a flote todas las emociones que se habían quedado atrapadas tras la noticia del mundo en parálisis.

Cada día te iré contando quienes somos y cómo estamos viviendo nuestra transformación, no podemos hacer otra cosa que no sea coger lo que la vida nos presenta para aprender algo, para sacarle partido, para evolucionar en cierto sentido. El día 1 es cubo de agua helada: nadie está preparado para no salir de casa ni para hacer frente a su vida con la máxima de las incertidumbres que ni siquiera haya imaginado.