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"En la izquierda nos situamos los que no tiramos la toalla"

Por Javier Esturillo - Marzo 21, 2018
Ana Moreno presenta en el Museo Andrés Segovia de Linares su último libro, "El hilo de Ariadna. Reflexiones para un tiempo de crisis" (Eris Ediciones).

Ana Moreno Soriano (Jódar, 1955) es una de las pensadoras más respetadas de la actualidad. Activista, feminista, crítica y política -exconcejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Linares y militante del PCE- presenta hoy en el Museo Andrés Segovia, a partir de las siete de la tarde, su último libro, titulado "El hilo de Ariadna. Reflexiones para un tiempo de crisis" (Eris Ediciones). Con Ana Moreno, doctora en Literatura Española por la Universidad de Jaén, tratamos de reflexionar sobre la sociedad en la que vivimos -sus pros y sus contras-, el capitalismo, la izquierda, los movimientos sociales surgidos a raiz de la crisis y lo que nos puede deparar el futuro. Escritora y amante de la literatura, con anterioridad ha publicado la tesis doctoral "El poder de la palabra. Las mujeres en las novelas de Fanny Rubio" y el poemario "Mujeres en vuelo".

—¿Qué reflexiona en el libro?

—Este libro contiene una serie de artículos que han ido apareciendo en diario Ideal de Jaén desde octubre de 2007. Como dice el título son reflexiones para un tiempo de crisis: hay una introducción, en la que trato de enmarcar esas reflexiones y un prólogo de David Becerra Mayor, amigo y excelente crítico literario, que caracterizan la crisis. El hilo conductor de todas las reflexiones es la conciencia, expresada también en el título como el hilo de Ariadna, porque solo con la conciencia podremos salir del laberinto, es decir, del entramado de intereses que conforman el sistema capitalista.

—¿Cuál es su percepción de la sociedad en la que vivimos?

—Vivimos la época del capitalismo neoliberal y una de las consecuencias más perversas –aparte de la pobreza, la explotación, las guerras…- es que ha metido en la conciencia de la gente que no hay alternativa al sistema. Si no hay alternativa, hay que abandonar toda esperanza de construir un mundo distinto. Yo creo que sí hay alternativa, desde luego. Si no lo pensara, no escribiría lo que escribo, ni estaría en el Partido Comunista, ni participaría en las movilizaciones… Una de las primeras reflexiones de este libro es sobre el mito de Sisifo de Albert Camus: la conciencia es lo que da sentido a la vida y por eso no perdemos la perspectiva histórica y caminamos hacia el futuro.

—¿Estamos en un proceso de involución?

—Sin duda. Los recortes en el gasto público, la pérdida de derechos de los trabajadores y trabajadoras con las reformas laborales, la pobreza en todas sus caras, la precariedad en el empleo que precariza toda la vida, la religión ocupando un lugar que no le corresponde en un estado aconfesional y muchas más cosas que se dan, porque cada día nos llegan mensajes justificando que esto es lo normal, lo que tiene que ser… Como dice Juan Carlos Rodríguez, hemos convertido la vida en vida capitalista.

—¿Qué puede hacer la izquierda para revertir la situación?

—La izquierda ya lo hace, lo lleva haciendo durante muchos años… En la izquierda nos situamos los que no tiramos la toalla, quienes pensamos que no queremos vivir sometidos a las reglas inexorables del mercado, porque las personas no somos mercancías, quienes nos solidarizamos con los pobres, sean o vengan de donde sean, con los explotados, con las mujeres que sufren violencia y discriminación laboral… Pero el poder tiene muchos mecanismos para desbaratar las luchar, para dividir a los de abajo… Hace falta mucha política, es decir, muchas ideas, mucho debate, mucho análisis de la situación, mucha organización, mucho trabajo y mucha unidad y confluencia de la gente que, objetivamente, está sufriendo las consecuencias del neoliberalismo. También ayudan los libros, la poesía, la música, la memoria, los mensajes alternativos que también existen, afortunadamente…

 Ana Moreno, junto con Felipe Alcaraz, en la presentación de un libro en Torredelcampo. Foto: IU Torredelcampo.
Ana Moreno, junto con Felipe Alcaraz, en la presentación de un libro en Torredelcampo. Foto: IU Torredelcampo.

—Jóvenes, pensionistas, policías, jornaleros… Nadie está contento. ¿Hace falta una revolución social para cambiar las cosas?

—Las mujeres tampoco estamos contentas… Queremos vivir en libertad y sin miedo, tener empleos dignos; lo hemos expresado en la Huelga del 8 de marzo. Yo creo que hay mucha gente que vive mal, pero no todo el mundo expresa su descontento y su indignación, por lo que decía antes: mucha gente no ve salida a la situación, piensa que es inútil luchar y se resigna. Insisto en lo que decía antes: una persona, si no es consciente de que está explotada, no lucha, no se organiza, no busca alternativas. Eso es lo que el sistema quiere y por eso José Saramago dice que la alternativa al neoliberalismo es la conciencia. Un pueblo consciente puede cambiar todo y eso es la revolución.

—¿Qué le estamos dejando a las siguientes generaciones?

—Los hijos de los ricos tendrán un capital acumulado que, si las cosas no cambian, seguirán incrementando. Los que viven por sus manos, como decía Jorge Manrique, es decir, la inmensa mayoría, pueden tener un trabajo malo, un planeta calcinado y las redes sociales para relacionarse con otras personas… Pero, bueno, esto lo diría alguien que se creyera bien informado y que fuera pesimista y no es mi caso, porque yo pienso que hay que luchar con los jóvenes y por los jóvenes, que son nuestros hijos y que se merecen vivir dignamente. Creo que muchos jóvenes han llegado a un mundo que no era el que les pintábamos, un mundo en el que todo es relativo y adaptable… Tienen que luchar, como luchamos los padres y las madres de otras generaciones y yo confío mucho en ellos porque son inteligentes, inquietos, resueltos y muy muy trabajadores… Los jóvenes merecen que los acompañemos en esa lucha y que se sientan no el centro del mundo, sino otro eslabón en la cadena por un mundo mejor.

—¿Linares tiene solución?

—Linares es la historia de una crisis prolongada… La última columna que escribí en IDEAL el pasado domingo se titula “Linares se cae”, porque el derrumbamiento del techo del Mercado es una metáfora de lo que ocurre en esta ciudad. Pero claro que tiene solución. Para mí pasa por la recuperación del tejido industrial: el Plan de Reindustrialización y el Campus Universitario.

—¿Cómo hemos llegado a este punto?

—Yo trato de responder y de responderme a lo largo del libro. Primero, el capitalismo es insaciable, pero tiene una gran capacidad para adaptarse a cada momento. Después de la Segunda Guerra Mundial, ante el avance de la izquierda transformadora, tuvo que negociar y ceder, mostrar un capitalismo de rostro humano, el estado del bienestar que, en España, no tuvo un gran desarrollo, pero sí supuso también un cambio. El capital privado necesitaba invertir para ganar más dinero e invertía creando fábricas, contrataba a trabajadores y trabajadoras por un salario y, a medida que eran conscientes de su situación, luchaban por mejorar sus condiciones de trabajo. Con los avances científicos y tecnológicos, hay más demandantes que empleo remunerado: se podía haber reducido la jornada laboral y repartido el empleo, pero eso no interesa al capital. En los últimos tiempos, lo que ocurre sencillamente es que ya no es necesario una fábrica para que los dueños de los medios de producción consigan beneficios con la extracción de plusvalía, porque el capital financiero tiene otras formas de acumulación y porque las leyes permiten a los empresarios aplicar las recetas neoliberales que no tienen en cuenta ni el territorio ni las personas. El capital económico, y sus representantes políticos están tan crecidos, que ya no necesitan negociar, sino que imponen sus condiciones. Y llegamos al punto en que una persona considera un privilegio tener un trabajo… En fin, la lucha de clases existe, pero la va ganando el capital…

—¿No cree que los políticos también han tenido parte de culpa?

—Yo he estado muchos años con responsabilidad orgánica y pública en el PCE y en Izquierda Unida; sigo estando en el partido y soy política, reivindico la política, porque la forma de plantar cara al poder es creer en el quehacer colectivo, en la organización de las ideas, en el debate, el consenso y la síntesis. La desafección de la política es una victoria del poder y me parece una tremenda injusticia hablar de “clase política”, porque no existe: hay personas que luchan por cambiar el mundo desde una organización política, dando todo lo que puedan y con total honradez y hay quienes ponen su cargo en beneficio propio. Lo raro es que en unas elecciones, la gente no vote a los políticos honrados y deje fuera de juego a todos esos que lo hacen tan mal… Vuelvo al principio: el poder enmascara la realidad y solo la conciencia puede sacarnos de ese laberinto de intereses.

 

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