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"Publicar en una colección tan ilustre es un premio para mí"

Por Javier Cano - Mayo 07, 2022
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"Publicar en una colección tan ilustre es un premio para mí"
Elios Mendieta, el pasado martes, fecha elegida para la presentación de su libro.

Licenciado en Periodismo desde 2012, ocho años antes de que la pandemia dividiese en dos la memoria de la humanidad, el cazorleño Elios Mendieta (1990) ha encarrilado su vida profesional, sin embargo, hacia el ámbito académico. Doctor ya en Estudios Literarios, su firma no ha desaparecido del todo de los medios aunque, como él mismo sentencia, no es la comunicación lo que le da de comer a día de hoy, sino el contrato que lo ata (ilustre cadena) a la Universidad de Granada.

Cinéfilo confeso, la tesis con la que consiguió el birrete se ha aligerado y convertido en Paolo Sorrentino (Cátedra), su primer libro, un personalísimo estudio sobre la producción de este oscarizado director italiano que espera (y desea) presentar también ante sus paisanos tras su puesta de largo en la villa y corte.  

—¿Por qué el creador de La gran belleza, señor Mendieta? ¿Por qué Sorrentino y no otro?

—Cuando empiezo el Máster en Estudios Literarios, quiero trabajar la relación entre cine y literatura para el TFM. A partir de ahí hago mi primer trabajo de investigación, un acercamiento todavía un poco novato en técnicas mayores, pero a partir de ahí me interesa cada vez más la investigación, decido entrar en el doctorado homónimo y, para eso, recurro a este cineasta que ya había empezado a trabajar como un cineasta más del que me gustaba mucho su obra pero ya con un pulso académico, desde la literatura.  

—Dos artes mayores, las letras y la cinematografía, unidas por la gracia del cineasta napolitano...

—Sí, lo pongo en diálogo con otras artes, especialmente con la literatura. Analizo sus imágenes cinematográficas en relación y contacto con los que considero que son los maestros que le influyen, procedentes del ámbito de la cinematografía y también de la propia literatura, la pintura y la filosofía. Al final acabo construyendo este libro que es un monográfico sobre el director de cine pero sin cerrarme al uso de herramientas de otras disciplinas. 

—Puede que a más de un lector el nombre de Sorrentino no le resulte familiar, cuando no desconocido. Para usted, está claro, resulta un nombre propio esencial de la gran pantalla contemporánea. 

—Creo que Sorrentino es un cineasta perfecto para acercarse al cine; no es el cineasta más comercial ni sus películas son las más entretenidas, para pasar el rato, pero al mismo tiempo tampoco se encuentra en el otro polo: su cine no es ni hermético ni inaccesible para quien tenga interés por la cinematografía. Él propone, en sus trabajos, un reto, un desafío al espectador, que hace que tenga que mantener un papel activo ante las imágenes que ve, porque debe descifrar qué es lo que está pasando. No propone el cine más sencillo del mundo, pero procura que sea lo más divulgativo posible. 

—La lucha entre pensamiento y comunicación, que presidió los postulados de la generación poética del 50... Eso de hacer asequible lo hondo requiere un gran esfuerzo, y mucho talento. Preguntarle a usted si Sorrentino lo consigue es obtener la respuesta antes siquiera de que responda. 

—Él aporta una nueva forma de hacer cine, más original, que busca también cuidar mucho más la técnica cinematográfica, la fotografía, el montaje..., básicamente todo lo que hace que una película tenga cierta calidad para todo aquel que disfruta del cine. Al mismo tiempo tampoco es inaccesible, hermético, en el que no se puede entrar. Es accesible, sí, pero necesita atención del espectador, un cuidado en el visionado. Eso es otra de las cosas que me sedujo de él. 

 Numerosos lectores se acercaron a la madrileña Librería La Central para llevarse un ejemplar dedicado.
Numerosos lectores se acercaron a la madrileña Librería La Central para llevarse un ejemplar dedicado.

—¿Qué género literario está más presente en el cine del padre de Las consecuencias del amor: la poesía acaso?

—La estética, la historia de las ideas estéticas, en el sentido filosófico de la historia del arte. Lo que pasa es que, además, establece un diálogo no solo desde lo estético: hay mucha literatura en su obra, mucha pintura, nos encontramos con el cine de un pintor, que construye sus planos y sus secuencias de forma que no se queden en la mera belleza, sino que tengan un mensaje detrás. Eso de lo más atractivo de Sorrentino: su cine no solo mira hacia el cine, también busca ese contacto con otras disciplinas artísticas, con otros saberes. 

—¿Sus películas son el reflejo de un creador poliédrico, con distintos prismas en cada una de sus películas, o quien opte por su cine apuesta por un director homogéneo, unitario en su propuesta?

—Al mismo tiempo hay un estilo 'sorrentiniano' propio, inconfundible; si vas al cine con los ojos vendados y te ponen imágenes suyas sin saberlo, posiblemente sabrás, sin dudarlo, que es suya. Pero al mismo tiempo, en cada una de sus películas propone acercamientos distintos. Por ejemplo, La juventud está bañada del romanticismo alemán; sin embargo, La gran belleza, la más conocida, contiene toda la esencia de los grandes escritores franceses del XIX y el XX. Por resumir: el estilo 'sorrentiniano' al final acaba siendo inconfundible, un cine de gran potencia figurativa, buscando lo estético hasta la máxima potencia sin abandonar el mensaje, pero con un punto de vista distinto en cada una de sus obras. 

—Ha citado ya varios títulos del admirado protagonista de su libro, pero si tuviera que recomendar una a alguien que no ha seguido su trayectoria, ¿cuál le sugeriría? 

La gran belleza es la película que todo aquel que quiera comprender la idiosincrasia creativa de este cineasta italiana debe ver de forma obligada. La mano de Dios es su obra más personal, trata de su infancia, sus inquietudes, pero su gran obra es, sin duda, La gran belleza

—Usted se habrá tenido que empapar no solo de la producción, sino también de la biografía de Sorrentino. ¿Es de esos personajes cuya figura va pareja al nivel de su trabajo, o no da para tanto?

—Precisamente, uno de los acercamientos que hago en el libro es desde la autoficción, otra de las cosas que más me interesan personalmente de su cine y que creo que da la medida del personaje, no solo de la obra. Él dibuja a sus protagonistas de manera distinta, pero siempre encontramos en ellos parte de su yo creativo en sus personajes, de las dudas que tiene todo artista cuando se enfrenta a la obra de arte, de la importancia que tiene el paso del tiempo en la configuración de la identidad, del diálogo que un personaje establece relación con un espacio concreto, el estudio de la memoria para comprender el presente. Todas esas inquietudes están en el Sorrentino persona y se manifiesta en el Sorrentino creador. No realiza autobiografía, pero su propio peso como creador está tamizado con la ficción en sus personajes. 

—Hablando de importancia, de trascendencia. Se ha estrenado usted con fuerza editorialmente hablando, de la mano de Cátedra.

—Sin duda; además, los estudios de Cátedra, sobre todo la colección Cineastas, han sido un pilar fundamental en mi formación; primero como mero cinéfilo y luego a lo largo del desarrollo de mi tesis, de mi libro. Tener la posibilidad de publicar en una colección tan ilustre, en una editorial tan magnífica, con la que he crecido, es un premio. 

—¿Cómo va la promoción?

—El libro salió el 28 de abril, y la primera presentación ha sido una semana después tan solo, en Madrid. Probablemente haya otras en distintas ciudades. 

—Distintas ciudades... ¿Y Jaén, su provincia? ¿Tiene ganas de compartir su ópera prima con los jiennenses?

—Claro que me gustaría, tanto en la capital como en la provincia. Lo que pasa es que acaba de salir, soy primerizo como aquel que dice y todos los esfuerzos los he puesto en la primera presentación, pero claro que sí, en Jaén haremos una. A mí me haría mucha ilusión. Una ilusión inusitada. 

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