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Esteban Ocaña: "Los pianistas recreamos el lenguaje de otros"

Por Javier Esturillo - Marzo 10, 2018
Esteban Ocaña:
Esteban Ocaña, pianista y profesor en el Conservatorio Profesional de Linares.

Esteban Ocaña Molina (1975) es un tipo bonachón, con el que resulta fácil entablar una conversación y bromear hasta que las carcajadas impiden dar un sorbo más al café. Huye de cualquier tipo de reconocimiento que no se centre en lo tangible de su trabajo. Su vocación, de hecho, responde a algo mucho más sencillo y cotidiano, como lo es su generosa forma de estar en la tierra. Vive por y para el piano, un instrumento que lo acompaña desde que era niño. Llamado a rebotear y marcar los tiempos debajo de los tableros, su dedicación al mundo de la música lo alejo de las canchas de baloncesto, que, de vez en cuando añora, aunque sin sentimiento de pena. Es uno de los intérpretes más importantes y respetados de la provincia, pero destaca también por su labor docente en el Conservatorio Profesional de Linares, donde, junto con otro grupo de profesores, ha abierto de par en par las ventanas del centro para que entre aire fresco en un alarde de sentido común. Hace una semana, lo vimos con Domenico Codispoti en Teatro Carlos III de La Carolina, dentro del I Festival de Piano de Jaén. Presentaron el espectáculo 'Le Gran Tango', un recorrido a través de la música del compositor argentino Astor Piazzolla, que pasa por sus distintas vertientes idiomáticas, desde las más populares y tangueras hasta llegar al lenguaje más modernista y transgresor, más cercano a los escenarios clásicos. El público se lo pasó en grande.

—¿Su vida está ligada a la música desde pequeño. ¿No nacería con un piano debajo del brazo?

—(Risas) No nací con uno debajo del brazo, pero lo que sí parece cierto es que me lo pusieron delante desde muy temprano. Fue a los 6 años cuando mi madre me llevó al Conservatorio de Linares, que en aquella época era un Aula de Extensión del Conservatorio Superior de Córdoba, que dirigía el recientemente fallecido Tomás Villajos Soler, al que la ciudad de Linares le debe tanto. Realmente tengo que reconocer que fue gracias a mi madre, que estaba muy pendiente de mi evolución, a la que debo el estar hoy en la situación profesional y artística que disfruto. En esos primeros años fue decisiva su perseverancia y constancia con un niño que no pensaba precisamente en el piano como prioridad vital.

—¿Cree que la música influye de alguna manera en el desarrollo de un niño?

—No es algo opinable, ya hay centenares de estudios científicos, tesis doctorales y trabajos de campo que ratifican y ponen de manifiesto la importancia del aprendizaje musical y de la práctica instrumental en la evolución intelectual en la niñez. Y no sólo en la evolución intelectual, sino en el desarrollo cerebral y cognitivo que convierten a la enseñanza musical en la mejor aliada como complemento en el desarrollo en edades tempranas. Lamentablemente, esto no está en sintonía con la cada vez menor dedicación de las leyes de educación, actual LOMCE, a la enseñanza musical.

Posteriormente nos encontramos que la cultura y estímulos musicales convierten a ese niño en un adulto con mayores inquietudes culturales e intelectuales, y obviamente, propicia una mayor evolución cultural de una sociedad. Con lo que podría aseverar, que en este momento, que se dedica en la enseñanza general muy poco tiempo a la enseñanza musical, nos exponemos a una sociedad cada vez menos enriquecida culturalmente, con todos sus efectos colaterales.

 Juan Jiménez Alba y Esteban Ocaña, en una de las fotografías promocionales de su concierto sobre la obra de Pedro Iturralde.
Juan Jiménez Alba y Esteban Ocaña, en una de las fotografías promocionales de su concierto sobre la obra de Pedro Iturralde.

—Amén de talento, ¿qué hace falta para que una trayectoria profesional como solista, “cuaje”? ¿Es una mezcla de suerte, contactos, disciplina, etcétera?

—Pues ya en la pregunta has trazado las claves de la respuesta. Y este es bastante compleja pero muy interesante. Voy a intentar hacer una síntesis que se pueda entender con claridad. En primera instancia, si planteamos una carrera como solista, asumimos un grado muy alto de talento unido con trabajo, esfuerzo y sacrificio. Esta es la base, a partir de ahí entramos en unos conceptos variables, subjetivos y más difícilmente cuantificables. Tenemos que barajar qué tipo de formación recibes y como orientas tu etapa formativa, entra en juego tu capacidad de inmersión en el mercado, tu empatía personal, estar en el lugar adecuado en el momento justo, en definitiva una serie de valores extramusicales que, finalmente, conforman tu perfil personal y artístico.

—¿Y qué ha tenido que sacrificar usted? Recuerdo que era un buen jugador de baloncesto

—Esta pregunta me genera mucha nostalgia, pero has dado en el clavo. Efectivamente una carrera que tiene un componente deportivo muy alto y que requiere, desde muy pequeño un altísimo grado de dedicación, también exige que te dejes en el camino algunas cosas o que desde muy joven tengas que organizar tu tiempo de manera más exhaustiva. En mi caso particular no vivo con la sensación de haberme perdido algo, pero es obvio de que he dedicado menos tiempo que mis amigos al ocio y al deporte, pero por otra parte tengo una contrapartida muy elevada y un concepto muy claro de la relación entre éxito, esfuerzo, sacrificio y la interrelación de estos elementos, que en la actualidad está bastante difusa. En concreto, y como anécdota, está el asunto del baloncesto que me comentas; tuve que dejar radicalmente de jugar al baloncesto por la incompatibilidad con las posibles lesiones en las manos. Esto fue, puntualmente, más traumático, ya que sucedió en una edad difícil (15 años) y en un deporte que me sentía muy cómodo y en el que me podía haber ido realmente bien….pero sinceramente no me arrepiento de la decisión de mis padres a este respecto.

—¿Linares sigue siendo cuna de grandes artistas?

—Absolutamente. Linares ha sido una gran “factoría” de artistas y lo sigue siendo. Concretamente en el ámbito musical ha sido una ciudad prolífica en cuanto a músicos relevantes tiene repartidos por medio mundo y con trayectorias internacionales de gran calado. Por citar algunos es necesario destacar a Cristina Gómez (oboe), Vicente Coves (guitarra), Manuel Coves (director de orquesta) y Ricardo Gallén (guitarra), entre otros.

— ¿Son profetas en su tierra?

—Ahora nos falta dar un paso hacia delante y hacer valer a estas figuras en la ciudad, me consta que hay propósitos políticos a este respecto y estoy muy esperanzado en que comience una era en que realmente empiecen a ser profetas en su tierra. Vivimos una nueva época en lo que se refiere a la enseñanza musical en nuestra ciudad. El Conservatorio Profesional ha adquirido un nuevo impulso que servirá para desarrollarse y ser plataforma real del pasado, presente y futuro de los músicos de nuestro entorno más cercano.

 Esteban Ocaña y Juan Jiménez Alba, con el compositor Pedro Iturralde.
Esteban Ocaña y Juan Jiménez Alba, con el compositor Pedro Iturralde.

—¿Cuál es el estado de salud del Conservatorio, después de unos tiempos convulsos?

—Pues como anticipaba en mi anterior respuesta, existe una nueva dimensión en la gestión del Conservatorio de nuestra ciudad. La administración ha apostado firmemente por un cambio generacional en su equipo directivo que ha traído un aire fresco, ilusionante y de nuevas energías que van a dar sus frutos muy pronto. Es cierto que el cambio no ha sido fácil por la complejidad en las transiciones cuando el anterior equipo directivo llevaba tantos años (casi 30) en la gestión de centro. Creo que es muy saludable la regeneración de las personas en los puestos de gestión e imprime nuevas ideas y energías para liderar e impulsar el centro hacía una nueva época. En este momento soy Vicedirector del centro y puedo afirmar que se está trabajando mucho y muy bien para poner las bases de un futuro ilusionante. Hay un grupo humano muy profesional y muy formado en el claustro de profesorado, que están dispuestos a protagonizar este impulso. Por esto estoy muy ilusionado en el futuro inmediato de nuestra música y músicos.

—¿Qué opina de la situación actual de la enseñanza de piano y de música, en general?

—Son cuestiones distintas y diferenciadas. Empezando por la mayor, la enseñanza musical a nivel general está sufriendo bastante debido a la falta de atención que la LOMCE otorga a esta disciplina. Esto es muy grave ya que afecta al desarrollo de una población y directamente afecta a las futuras vocaciones que surgen de la enseñanza musical generalizada. Es una realidad que la falta de dotación académica musical en primaria y secundaria afecta directamente a la enseñanza musical en los centros de enseñanzas artísticas. Una vez en el ámbito de la enseñanza musical profesional hay que reconocer que se ha avanzado mucho en las últimas tres décadas pero aún nos falta tiempo y legislación sensible para que nos equiparemos al resto de Europa. En concreto es muy destacable la distancia que nos separa en las enseñanzas artísticas superiores al no estar incorporadas al ámbito universitario como sucede en Europa.

—¿Qué personalidad musical ha influido más en su carrera?

—Después de mi madre, que fue la que sustentó mis comienzos gracias a su tesón y paciencia conmigo, hay dos figuras muy relevantes, en el sentido musical general tengo que citar al catedrático Rafael Quero, que me transmitió pasión y amor por la música, y posteriormente cito a Joaquín Achúcarro quién despertó y alentó mi carrera pianística y supuso un antes y un después en mi proyección profesional como pianista y profesor.

 Domenico Codispoti y Esteban Ocaña, en un concierto en el Hospital de Santiago de Úbeda.
Domenico Codispoti y Esteban Ocaña, en un concierto en el Hospital de Santiago de Úbeda.

—¿En qué repertorio se siente más a gusto en la actualidad?

—En la actualidad estoy muy centrado en el compositor argentino Astor Piazzolla que centra casi toda mi actividad escénica con el proyecto Le Grand Tango, que comparto con mi amigo y compañero, el pianista italiano Domenico Codispoti a dos pianos. El otro proyecto artístico que tengo en vigor es un monográfico centrado en la música del compositor español Pedro Iturralde del que tenido la suerte de grabar en un reciente registro para el sello NAXOS, este último junto al fantástico saxofonista Juan M. Jiménez Alba. Son dos proyectos que están teniendo una acogida excepcional en el mercado y que en 2019 me llevará a una gira en Estados Unidos y los países escandinavos.

—De los grandes de hoy, de Argerich a Achúcarro, de Sokolov a Pollini, de Volodos a Uchida… la lista es interminable. ¿Qué aprende y qué admira de cada uno de ellos?

—El mundo del piano es tan prolífico en repertorio y en pianistas que es dificilísimo decantarse, siquiera por un grupo de pianistas. Me inclino por épocas y por tipo de repertorio. De lo que sí me siento bastante alejado es del pianismo más comercial de la actualidad, cuya labor de acercar el piano al gran público es indudable, pero que banaliza el poder de este maravilloso instrumento, por ejemplo no comparto el concepto de Lang Lang, Juja Wang, Helene Grimaud y lo que representan. De los demás y de los que citas me quedo con un poco de cada cual en función del repertorio que aborden en cada momento. Es realmente imposible elegir, somos muy afortunados los pianistas de la historia de la interpretación de nuestro instrumento y de las grandes figuras que han triunfado en cada época.

—Precisamente hace unos días lo vimos con Achúcarro, después del concierto que ofreció en Jaén. ¿Cuál su relación con él?

—Efectivamente, el maestro Achúcarro ha sido una de las grandes influencias en mi faceta pianística y musical. Superé las pruebas de acceso de su clase en Dallas-USA y tuve el honor de ser uno de sus alumnos en Meadows School of Arts en SMU. Desde entonces tengo el privilegio de compartir con él una amistad y admiración mutua que ha supuesto que trabajemos codo con codo en alguna ocasión, siendo yo profesor asistente suyo en alguna de las Clases Magistrales que imparte regularmente. Por esto, al visitarnos hace unos días para inaugurar el Festival de Piano de Jaén, tuvimos la oportunidad de compartir un rato juntos, recordar anécdotas y ponernos al día de nuestras vidas. Él es un auténtico coloso del piano, a sus 85 años sigue con una vertiginosa carrera internacional.

—Ludovico Einaudi consigue llenar grandes salas porque su música llega a toda clase de público y edades. ¿Por qué no ocurre con los pianistas clásicos?

—Es muy sencillo, el concepto creativo de Einaudi, como el de otros tipos, Win Mertens, etcétera, es un lenguaje más cercano y asimilable por el gran público. Además, gozan de unas campañas de marketing que propician la divulgación de su obra. Me gustaría ver si una obra de Brahms nos llegase a través de una campaña publicitaria de ropa… seguro que calaría socialmente de distinta forma. En cualquier caso, el lenguaje clásico es más complejo y cala de distinta forma en la sociedad, es por lo que no hablaría de pianistas clásicos o modernos sino de distintos lenguajes y tendencias creativas de los autores, finalmente los pianistas somos intérpretes y recreadores del lenguaje de otros.

 Esteban Ocaña con el maestro Joaquín Achúcarro.
Esteban Ocaña con el maestro Joaquín Achúcarro.

—¿Qué aporta el Concurso Internacional de Piano a la provincia?

—Un concurso de las dimensiones mediáticas y con la tradición del Premio Jaén es una marca de la provincia. Jaén ya se conoce en el mundo pianístico internacional como un punto de referencia en este sector, con lo que tener una seña de identidad en la actualidad conlleva a todos los niveles. Entiendo que eso no es fácil verlo desde dentro, pero no cabe duda que es una marca y una apuesta por la excelencia musical y pianística que realiza muy acertadamente la Diputación Provincial. Ya “in situ” podría hacer referencia al enriquecimiento cultural de la provincia, ya que la Diputación teje una red de actividades culturales y musicales alrededor del evento para que la sociedad jiennense tenga un retorno inmediato de esta maravillosa propuesta musical.

—¿Cuál es el escenario de sus sueños?

—El Carnegie Hall de Nueva York. Para mí es muy especial desde muy pequeño. El hecho de ser una de las ciudades epicentro de la cultura en el mundo, así como poseer una de las salas más emblemáticas de la historia, ligado a mi etapa de formación en Estados Unidos, hacen de este lugar un entorno muy especial para mí.

—¿No cree que habría que sacar más la música a la calle?

—Estoy absolutamente a favor de este hecho. Hilando con la anterior pregunta, donde me hacías referencia a la popularidad de los pianistas clásicos, creo que aquí reside gran parte del problema. La música clásica se desarrolla en “santuarios” destinados a este hecho. Desmitificar a la música clásica, acercarle a todo el mundo, quitarle los estereotipos de trajes negros, señores y señoras muy serios y distantes en una ambiente casi místico, es necesario para acercarla y que cualquiera pueda “digerirla” con naturalidad. No olvidemos que la música clásica es la base de todos los fenómenos musicales que suceden en la actualidad. Por esto es necesario mantener los “santuarios” a los que hacía referencia, pero hay que trabajar mucho en la línea de acercar la música a la sociedad en general, y esto pasa por sacarla a la calle.

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