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"Soy impredecible, y eso quiero transmitirlo con el baile"

Por Javier Cano - Abril 01, 2023
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"Soy impredecible, y eso quiero transmitirlo con el baile"

Juan Manuel Fernández Montoya (Sevilla, 1982), Farruquito, llegará a Úbeda el próximo 29 de abril dentro del cartel del festival Flamencos y Mestizos, con el espectáculo Íntimo, dentro del cartel del Festival Flamencos y Mestizos, con el que impartirá también una auténtica master class a quienes quieran aprender o perfeccionar su baile a través de las indicaciones directas de esta joven pero ya madura leyenda jonda

—Úbeda es ciudad del Renacimiento, urbe monumental, solar de historia, cuna de ilustres y Patrimonio de la Humanidad. ¿Le gusta venir por estos lares?

—Sí, la verdad es que estoy muy contento, porque hace muchísimo tiempo que no voy por esas tierras y recuerdo que por allí me han tratado siempre muy bien. Incluso tengo familia por alli cerca. 

—Raro es el personaje que, cuando se le entrevista, resulta que no tiene parientes en el mar de olivos, y usted no iba a ser menos: cuente, cuente...

—En Mengíbar tengo una familia que es como si fuera mi familia. 

—Vamos, que viene usted a tierra de gente querida, de amigos (aparte de su legión de admiradores jiennenses).  

—La verdad es que sí.

—En plan Íntimo... 

—Sí, porque muchas veces, cuando uno hace espectáculos basándose en una historia, un argumento, tienen un título, ¡pero este es tan personal! Suceden cosas que no sabíamos que iban a pasar, está estructurado de una manera como para estar en el escenario cómodamente, como cuando estamos en casa, no como otros espectáculos, tan organizados, tan herméticos.

—¿Un espectáculo diferente, entonces, en el más amplio sentido de la palabra?

—Todo eso que digo hace que cada día sea un espectáculo diferente, sí. Asi es como soy yo, muy impredecible, no tengo nunca una rutina, cada día hago una cosa diferente, y eso también quiero transmitirlo en el baile: esa libertad es bonita. 

Flamencos y Mestizos, con el sello de Paco Ortega: ¿qué le parecen propuestas tan eclécticas como las de este festival ubetense?

—La verdad es que no lo conocía hasta que llegó la propuesta y empecé a investigar, pero la verdad es que yo suelo decir que los festivales flamencos de hoy día deberíamos todos los flamencos del mundo de unirnos y apoyarlos, porque nos recuerdan nuestra formación flamenca, ahí nos hemos formado todos los flamencos, y no en los grandes teatros donde tenemos la suerte de estar hoy. Hay que apoydar estos festivales. 

—Confiésele o niéguelo: es usted una joven leyenda del flamenco pero su biografía asegura que ya no vuelve a cumplir los cuarenta...

—Y tanto, y tan cumplidos: en verano hago cuarenta y uno. 

—Una edad que para más de uno es motivo de crisis existencial.

—Yo no me he dado ni cuenta de los cuarenta, no tengo tiempo de pararme a pensar en la edad que tengo. Sigo, sigo y sigo, gracias a Dios estoy bien en lo personal y en lo artístico, tengo una familia preciosa, tres niños que me hacen ser incluso más niño que antes; tengo trabajito, tengo salud... La verdad es que no me puedo quejar. 

—Se lo decía por si este espectáculo tiene algo también de antología, de retrospectiva, de repaso.

—Sí, sí. Creo que no puedo hacer un espectáculo que dure mucho tiempo, porque yo voy cambiando constantemente como persona y como artista, soy muy inquieto, me gusta seguir aprendiendo sobre todo, y ahí estamos, en la búsqueda esa de encontrarnos con nosotros mismos (que en los tiempos que corren también es importante).

Íntimo e intimista, entonces.

—Miramos demasiado a todos lados pero no miramos hacia dentro, hacia nuestra familia, nuestros amigos y lo que tenemos cerca; lo que dice la frase, que a veces los árboles no nos dejan ver el bosque. No quiero que me pase eso, por eso me aferro al arte, que me recuerda siempre quién soy. 

—Es que empezó usted muy pero que muy joven, era un chaveílla (como se dice por aquí) y le ha dado tiempo a hacer tantas cosas que solo con coger un poquito de cada espectáculo ya tiene asegurado un show intenso, amplio...

—Hay muchas cosas que cuando pasa el tiempo y echas una mirada, dices: "Esta parte es bonita. Incluso si la estrecho con mi personalidad de hoy, con mi forma de hoy, puede ser algo nuevo, pero nostálgico también, porque te recuerda a ti". Esas cosas me hacen disfrutar y, sobre todo, seguir ilusionado con esto, que es lo difícil. 

—Refresca, recupera, recuerda... Pero decir Farruquito es decir inspiración, improvisación... ¿Qué peso tiene en esta nueva propuesta esa espontaneidad, ese genio?

—Creo que incluso más que en anteriores espectáculos. Como decía antes, cada vez me siento más en ese punto (que no quiere decir que mañana no me sienta de otra manera), y lo intentaré expresar siempre honestamente y con respeto. Pero es verdad que el escenario te permite sacar una parte de ti que a lo mejor no eres capaz de contarla con palabras.

—Y ahí echa el resto, se deja llevar, se suelta la melena, se rompe la camisa...

—Ahí sí; y puedo recordar cuando era un niño y hacer el mismo paso que me puso mi abuelo en el primer espectáculo, pero ahora con una versión de hoy de ese paso. Eso sigue siendo algo bonito, porque además te recuerda tus principios, tus orígenes y te das un paseo por todo lo bonito que te has encontrado en el camino de esta profesión, que lo mismo que es muy dura también es preciosa. 

—No viene usted solo, precisamente. 

—La verdad es que no, mi compañía son unos fenómenos, sin ellos sería imposible, es gente de cuna flamenca, que lo han mamado, lo han vivido y saben descifrar esos códigos de la locura que a mí me entran de momento, y hago así y empiezan ellos a seguirme con una naturalidad y una espontaneidad... Los admiro muchísimo y por eso me acompañan siempre, les estoy muy agradecido. son los mejores. 

—Además de verle sobre el escenario, quien lo desee podrá aprender o perfeccionar la forma de bailar de la mano de Farruquito (mejor dicho, de sus pies). 

—También de las manos [ríe].

—También, también, cierto.  

—Y del alma. A mí me gusta mucho dar clase.

—¿Le gusta enseñar, transmitir sus conocimientos? ¿Qué le atrae a la hora de convertirse en docente?

—Que aprendo a analizar mis propias cosas: por qué yo me muevo de una manera, por qué lo siento de esta forma, por qué juego con la música así. Cuando tengo que explicarlo tengo que encontrar el sentido y si no, tengo que decírselo a mi gente: 'Señores, no lo sé, lo siento así y ya está, vamos a buscar a ver cómo os sentís ustedes'. Pero luego, después, me pongo a analizar cosas que incluso me las llevo para mí, para el escenario. 

—Convierte al discípulo en maestro, ¿no?

—Sí. Deberíamos tener más presente que da igual a lo que nos dediquemos cada uno. Al final somos personas que compartimos con otras personas y yo creo que si nos llevamos lo bueno de cada persona, al final el arte te lo va a agradecer. Son experiencias, aunque sean alumnos: yo digo "mira cómo se le ha ocurrido a esta bailaora hacerlo de esta manera, qué bonito, no se me había ocurrido a mí. ¿Por qué?, porque yo no vivo en su cabeza". De todo el mundo se puede aprender, eso es lo bonito del arte. 

—Con estos mimbres, Juan Manuel, ¿qué le diría usted a quienes todavía no tengan clara la agenda para ese último fin de semana de abril? Es el fin de semana de la romería de la Virgen de la Cabeza y más de uno estará entre Pinto y Valdemoro a estas alturas de marzo. 

—Pues les diría que creo que van a participar en el espectáculo de una forma bonita, porque el público tiene mucho que ver en Íntimo. Como estamos todo el tiempo predispuestos a disfrutarlo y a ver qué pasa en cada momento, pues dependiendo de la energía del público pasará una cosa o pasará otra. Van a disfrutar y a ser partícipes del espectáculo. 

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