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"Vivir de la fotografia hoy en día es muy complicado"

Por Esperanza Calzado - Junio 21, 2020
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Se define como aspirante a fotógrafo y quizá dentro de veinte años lo sea. Estudia en la Escuela de Artes y Oficios José Nogué y observa su ciudad y su provincia desde detrás de un objetivo. Casi por casualidad ha encontrado un mundo que le llena y al que quiere dedicarse en cuerpo y alma. ¿Qué es la fotografía de producto? ¿Cómo se ve la pandemia desde los ojos de un fotógrafo? Charlamos con Andrés García Méndez (Jaén, 1984). 

—Se define como aspirante a fotógrafo.

—Sí, me gusta llamarme así porque creo que para ser fotógrafo se necesita una cierta experiencia. Además, un fotógrafo nunca termina de aprender. Hace dos días estuve en un taller en el que un chaval de 20 años nos enseñó a digitalizar negativos en oscuro, algo novedoso. Es la muestra de que en fotografía cada día aprendes algo y por eso me defino como aspirante a fotógrafo. Cuando lleve 20 años, quizá lo sea.

—¿Cuándo decidió enfocar sus pasos hacia este camino?

—Fue por casualidad. El primer recuerdo que tengo de una cámara es de mi padre, que la llevaba todos los veranos, fiestas familiares y de todo, como aficionado. Después de unos pequeños varapalos profesionales decidí retomar los estudios, aunque tengo que reconocer que de joven fui muy mal estudiante. Comencé con diseño gráfico, que me encanta, pero de rebote conocí a Ángela Kaiser en la Escuela de Artes y Oficios José Nogué, y si se suma al hecho de que era amigo de Juan Partal y que tenía una cámara... A lo tonto a lo tonto empecé en la fotografía.

—A lo tonto a lo tonto pero rodeado de grandes profesionales.

—Digamos que estar en los bares durante gran parte de tu vida hace que te rodees de muchas personas, algunas de ellas intelectuales. En Jaén, el sitio por excelencia para ello es El Pósito y yo he estado más de siete años trabajando allí. 

 Foto: Andrés García
Foto: Andrés García

—Se forma en la Escuela de Artes y Oficios José Nogué. ¿Cómo es estudiar allí?

—Es un centro lleno de arte, aunque suene redundante, pero lleno de ideas. Cuenta con profesores que te marcan porque te motivan. Hay maestros que te enseñan a trabajar en la calle, que es lo más duro. Pero tengo que reconocer que la escuela tiene grandes artistas y profesionales, por lo que me he rodeado siempre de gente buena para aprender el máximo de ellos. Creo que poco a poco va dando sus frutos.

—¿Hacia dónde camina su fotografía?

—Es la pregunta que me hace mi grupo de amigos y mucha de la gente que me conoce. Comer, hoy en día, de la fotografía es muy complicado. La masificación y la redes sociales ha hecho que la fotografía se globalice pero a mí lo que me gusta es su vertiente más alternativa. Me encanta hacer fotografía publicitaria, retratos pero, sobre todo, me gusta lo que me motiva que es la música en directo. Me gusta mucho ir a los festivales, al foso, sacar las fotos de los grupos o cantantes tocando. Y, finalmente, lo que más me apasiona es perderme tres o cuatro días por un paisaje que nadie conozca y regresar con 400 o 500 fotos y ver lo que he hecho. Eso en el lado más artístico, pero para comer de la fotografía, me encanta hacer producto y mi maestro y mecenas es Juan Partal. 

—¿Alguna vez ha pensado en el fotoperiodismo?

—Tengo un amigo fotógrafo que está en Estados Unidos, en Austin, Texas, y esta semana he estado hablando de él y de cómo está retratando todo lo que está ocurriendo allí. Hablábamos de cómo ha terminado haciendo fotoperiodismo cuando en realidad le encanta hacer fotos de paisajes. Pero le removió algo por dentro y acudió. Me preguntó si no se me ocurría hacer la maleta e irme y yo no soy tan valiente como él para hacer esas cosas.

—No hace falta. Usted ha fotografiado la pandemia. Eso es fotoperiodismo.

—Es cierto. Gracias a la iniciativa de PhotoEspaña que hizo el concurso "Qué ves desde el balcón" los fotógrafos pudimos sacar las imágenes de ese otro lado de la pandemia que no reflejaban las noticias. En mi caso participé modestamente con tres o cuatro fotografías. 

 Foto: Andrés García
Foto: Andrés García

—¿Le hubiera gustado retratar la pandemia?

—Sí. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero una buena imagen con palabras vale diez mil veces más, a mi modo de ver. Me hubiera gustado meterme en la parte más emocional de las personas, en las salas de hospital llenas de gente pero sin escarbar en la miseria humana. Pero sí me hubiera gustado fotografiar a ese enfermero que ha estado diez horas al día trabajando aguantando la presión o ver cómo un pasillo está vacío y una sala Covid, llena.

—Fotografíar el Covid ha dado imágenes conflictivas como las portadas con los ataúdes o la imagen de una persona muerta en su casa con los sanitarios intentando ayudarle. ¿Hubiera publicado esas fotos?

—Hace unos días escasamente se vio una imagen en Chile de un hombre muerto cuando a escasos cinco metros tenía un sanitario. Quizás esa es la foto que define la pandemia, el cómo no te pueden ayudar estando tan cerca. Esas fotos que menciona o la del Palacio de Hielo con los ataúdes me recuerdan al trabajo de Gervasio Sánchez cuando fotografió en Bosnia una sala llena de cadáveres. Esa era otra foto de otra pandemia, la guerra.

—En la era de la imagen en las redes sociales, ¿se sienten poco valorados?

—En la era tecnológica cualquiera puede hacer fotos. Cualquier persona con su móvil, con no se cuántos megapixeles y no sé cuántos filtros, echa una foto y parece la más maravillosa del mundo. Pero es sólo una foto. Los fotógrafos tenemos que ir más allá y dar un punto de vista, un pensamiento, que motive... que esa instantánea llene a quien la mira. 

—Igual que a un pintor, un escultor o un músico, por ejemplo, es fácil reconocerle su trabajo, a un fotógrafo, no tanto.

—Hay una frase que lo define: "Si eso lo hace mi primo". Todo el mundo tiene un primo que es fotógrafo, que es diseñador gráfico, que dibuja, escribe o que lleva redes sociales. Y si no es un primo es un cuñado. No se nos valora tanto nuestra parte artística como sí se hace en otros sectores. Es cierto que la fotografía ha sido siempre maltratada. Incluso nosotros mismos nos maltratamos y no valoramos el trabajo que hacemos unos y otros. La envidia sana es muy buena, porque ves un trabajo excelente y te motiva a mejorar y superarte. Pero no siempre la envidia es sana. 

 Foto: Andrés García
Foto: Andrés García

—Jaén es un hándicap para desarrollar su carrera.

—Jaén es un pequeño hándicap. Vivimos en una ciudad pequeña en la que no hay mucha oferta cultural. Todavía no he expuesto mis fotografías en Jaén y, en cambio, en Madrid si tengo dos fotos en una sala de un amigo mío. Jaén es complicada y el cupo de fotógrafos está colapsado. 

—Pero muchos son de bodas, bautizos y comuniones.

—Sí, y es un trabajo muy loable.

—No he dicho que no lo sea.

—Me encanta el trabajo de muchos de ellos, como José Torres Escobar, por ejemplo, que es muy bueno. Pero en mi caso, que me quiero dedicar a la música en directo y al producto, aquí en Jaén tenemos los festivales de Jaén en Julio y poco más. Y este año, con el coronavirus, ya no podemos hacer nada. Para los que nos gusta este área, este año se ha perdido. 

—¿Cómo ve Jaén dentro de diez o quince años?

El panorama lo veo complicado. Cada vez me topo con menos conocidos en la calle, lo que significa que la gente de mi edad se está marchando. Siento mucho que Jaén, poco a poco, va perdiendo capacidad de todo, de tener lugares para nuestro disfrute cultural... En este apartado, sinceramente es una ciudad muerta. Vas a otras ciudades y es una gozada porque todos los días se puede salir a una exposición, obra de teatro o, incluso, un concierto. Granada, Córdoba, Málaga, Sevilla e, incluso, Almería tienen más vida. Jaén se ha quedado a la cola y nuestro trabajo es evitar que pase más. Tenemos que incentivar y promover cultura y creo que poco a poco vamos a ir despertando de ese letargo. Tenemos, por ejemplo, salas de concierto como la de mis amigos de La Mecánica o la Fábrica de Arte... Son inciativas jóvenes y tenemos que apostar por eso. Así que dentro de quince años intentaré seguir en Jaén, aunque me costará mucho. Pero quiero seguir donde están mis raíces, quiero ir a un bar, sentarme y saludar a gente que conozca y no irme a otra ciudad llena de desconocidos. Ese es mi Jaén.

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