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"Al Estado no le importa si la cultura llega al pueblo"

Por Javier Esturillo - Marzo 31, 2018
Francisco de Paula Sánchez es la mitad de la compañía de títeres Claroscuro.

Francisco de Paula Sánchez Rosales (Linares, 1967) se crio entre bibliotecas y bancos solitarios, siempre con un libro en la mano. La Cultura -en mayúscula- forma parte de su vida desde que vino al mundo. Su padre era Juan Sánchez Caballero, último cronista oficial de Linares y una de las personas más queridas y respetadas de la ciudad de las minas. De su progenitor heredó la capacidad de trabajo y, sobre todo, el amor por los libros, la música y el constante descubrimiento. Francisco de Paula es una de las dos mitades que forman la compañía de teatro Claroscuro. El otro 50% es su pareja y compañera de escenario, la canadiense Julie Vachon. Con ellla y el resto de actores y músicos, ha recorrido algunos de los escenarios más prestigiosos de España y Europa. Con su espectáculo "Perdida en el Bosco", conquistó el Teatro de la Zarzuela y recibió el aplauso de público y crítica. Ni una sola señal de alerta, ni una pregunta esquivada en una entrevista en la que este linarense nos abre el mundo de los títeres y, por supuesto, la cultura.

—¿Qué tienen los títeres que seducen tanto al público infantil?

—Seducen igual o más a los adultos… Pocas veces veo a los niños llorar; a adultos casi siempre. Yo creo que la razón es porque el títere está vivo y porque el público quiere crear esa fantasía. El titiritero hace uso de su técnica, pero al final es algo que depende de la actitud del espectador. El primer teatro que hizo el ser humano fue de títeres y eso parece haber quedado en una parte de la memoria colectiva.

—¿Los mayores somos menos vulnerables a la fantasía?

—Menos, sin duda. Alguien dijo que un adulto es un niño que ha perdido la curiosidad.

—¿Es posible alcanzar la belleza a través del arte o esta depende de los sentidos?

—Decía el rockero y dramaturgo Stew: "La vida es un error que solo el Arte puede corregir”. Creo que ahí está dicho todo.

—¿Qué es Claroscuro?

—Una compañía de teatro que es la unión de dos sensibilidades, dos tradiciones, dos culturas: la canadiense-quebecoise, de mi esposa, y la española-andaluza, mía.

 Claroscuro, en plena representación.
Claroscuro, en plena representación.

—Sus espectáculos destacan por sus puestas en escena. Van más allá de los títeres. Juegan con las máscaras, la luz y la música en vivo para dar forma a sus historias. ¿Es una evolución, la manera de diferenciarse o lo que mejor se adapta a los textos?

—Soy extremadamente cuidadoso con la escenografía de nuestros espectáculos y literalmente por hacer diseños de luces y elegir una música en vivo que sumerjan al espectador en una burbuja que les haga olvidar que están en este mundo. Pero es solo una opción, no la necesidad de diferenciarse: hay alguna compañía que también lo hace, y muy bien.

—Entonces, ¿en qué se diferencia Claroscuro?

—En algo más evidente: nuestros actores no actúan de manera diferente porque el público sea infantil. Esto es un error asumido en España y a mí personalmente me parece insoportable. Otro aspecto que nos diferencia es la necesidad de introducir elementos dramatúrgicos que el niño no comprende en absoluto. Cuando un niño lee el "Principito" no comprende que al final muere: cree que se ha ido de viaje. No pasa nada: ya lo entenderá en su momento. El adulto que lee el "Principito" o ve nuestras obras se emociona. Se pueden hacer obras para una franja de edad amplia.

—Dice usted que la cultura es necesaria y genera riqueza, y que su objetivo es darle visibilidad con las técnicas adecuadas. Reflexione un poco más sobre ello.

—En realidad solo digo algo que es sabido… en el extranjero. Soy experto en Marketing Cultural y he sido nueve años el responsable de este trabajo para una fundación y un sello discográfico. Aquí la cultura depende del Estado y al Estado le importa un soberano pimiento si la cultura llega a más gente o no (que es lo que pretende un experto en Marketing Cultural).

—¿Cree que se valora realmente la cultura en nuestro país?

—En España no. Al acabar la II Guerra Mundial el Ministro de Economía de Gran Bretaña presentó un recorte del 75% en cultura. Winston Churchill se negó y dijo: “Entonces, ¿para qué hemos ganado la guerra?” Él sí entendía que la cultura es lo que define la esencia de un pueblo. Un titiritero africano dijo que los títeres son importantísimos porque son “El alma del pueblo”.

 Francisco de Paula, primero por la izquierda, interviene en la Mesa en el Día Internacional del Teatro y del Títere organizada por la Universidad de Granada.
Francisco de Paula, primero por la izquierda, interviene en la Mesa en el Día Internacional del Teatro y del Títere organizada por la Universidad de Granada.

—Lo de profeta en su tierra no va mucho con usted y su compañía.

—En Linares no, desde luego. En la provincia, no tengo problema.

—¿Por qué?

—Eso pregúnteselo usted a los responsables. Yo estaría encantado de actuar en mi ciudad como lo hago en Úbeda, Jaén, Baeza, Segura de la Sierra e, incluso, Chiclana de Segura, cuyo Festival de la Encomienda ha sido co-productor de nuestro último espectáculo junto a la Zarzuela. Eso se llama tener visión.

—Sin embargo, la mayoría de sus espectáculos están avalados por público, crítica y premios. ¿No es suficiente?

—La última vez que presenté una propuesta ("Lazarillo"). en Linares ni se me contestó. No hubo por tanto posibilidad de diálogo. No entiendo: Cuando actuamos con “Yo soy la Locura” podíamos haber llenado el Teatro Cervantes dos veces.

—¿Cómo se construye un personaje en una obra de títeres?

—Exactamente igual que si fuera un actor. Esto lo hace más humano que los humanos. Al finalizar “Lazarillo” en Baeza un anciano de unos 90 años con aspecto claramente de haber trabajado toda su vida en el campo se acercó con lágrimas en los ojos, me cogió las manos y me dijo “gracias”. Vi en sus ojos un pequeño Lazarillo y él, que posiblemente no sabía ni escribir, supo entender cómo se puede transformar el dolor en belleza. Esto es el teatro.

—¿Por dónde pasa el futuro? ¿Qué proyectos tienen por delante?

—El futuro cercano pasa por actuar mucho en los próximos meses con “Lazarillo” y “Perdida en el Bosco” y re-estrenar “Yo soy la Locura” en el Festival del Camino de Santiago. A medio plazo el futuro es muy incierto. No son buenos momentos para la cultura y vivir modestísimamente del teatro es una tarea titánica. Tenemos un proyecto basado en un hecho real que será posiblemente lo más impactante que hagamos al menos desde el punto de vista de la historia y de la música. La gente no creerá que eso ocurrió de verdad. Si se entera Mel Gibson hace una película (risas).

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