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"Si un coach te dice que te va a curar de algo, sal corriendo lo más rápido posible"

Por Javier Esturillo - Agosto 04, 2018
"Si un coach te dice que te va a curar de algo, sal corriendo lo más rápido posible"
Javier Martínez es periodista, escritor, coach y youtubers.

Javier Martínez nació hace 37 años en la ciudad "con las mejores tapas del mundo: Linares". Habla de su infancia como si hubiera sido ayer; recuerda que de pequeño era muy fan de los 'Masters del Universo'. "Me pasaba las horas gritando aquello de ¡Por el poder de Grayskull!”, rememora con una sonrisa pícara. Lee muchísimo, medita al menos 30 minutos al día y cree que 'Friends' es la mejor serie de la historia. "Y no, no he visto 'Los Soprano', ni 'Breaking Bad", advierte. Uno de sus placeres confesables es dormir tanto como pueda y coleccionar Funko Pop!, ya tiene 47. "La mayoría son de 'Juego de Tronos".

A lo largo de esta entrevista no solo repasamos su ya larga trayectoria profesional, sino que tratamos de comprender las funciones de un coach, hablamos de homosexualidad, de orgullo y prejuicios, de periodismo, de libros... De muchos asuntos sin una sola señal de alerta, ni una pregunta esquivada. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Málaga, ciudad a la que adora, al igual que a Madrid, donde reside desde 2005, acaba de crear su propio canal Youtube dirigido a la comunidad LGTB+. Javier Martínez es un activista de los derechos de los homosexuales y luchará por ellos "mientras haya una sola persona en el mundo sufriendo por su orientación o identidad sexual". "Está muy bien que los que estamos fuera del armario nos visibilicemos al máximo", señala.

Coach, emprendedor, escritor, periodista... Un tipo polifacético

Se podría decir que sí, aunque en realidad tengo la sensación de que todo está conectado. Hacer buenas preguntas es parte de la esencia del trabajo del periodista y también del coach. El primero lo hace para indagar y ofrecer información de calidad, mientras que el coaching utiliza las preguntas para que el cliente sea consciente de aspectos de su vida que hasta el momento no había visto. Creo que mi trayectoria como periodista me está ayudando a ser mejor coach y, a la vez, el haberme formado como coach me ayuda a ser mejor periodista. Además, mi experiencia en la comunicación y la escritura están siendo claves para emprender y dar a conocer mi negocio de coaching. Así que sí, polifacético, pero en equilibrio.

Usted tiene talento. Es una afirmación.

—Vaya. Me cuesta mucho no responder a esta afirmación tratando de quitarle importancia. Vivimos en una sociedad en la que estamos más acostumbrados a recibir críticas que alabanzas, hasta tal punto que no encajamos demasiado bien recibir alguna de estas últimas. Así que voy a limitarme a darte las GRACIAS, así en mayúsculas. De verdad que es un auténtico honor que pienses esto de mí.

¿Qué han supuesto las redes sociales en su vida?

—Muchas cosas. A nivel profesional llevan muchos años formando parte de mi trabajo y me han ayudado a darme a conocer como escritor, mientras que en el ámbito personal me han permitido lanzar mis puntos de vista así como recibir los de muchísima gente. Sin las redes sociales no habría tenido acceso a muchas realidades ajenas a mí. También he podido, gracias a ellas, mantener el contacto con familiares y amigos que tengo lejos y que de otra manera no estarían tan presentes en mi día a día.

¿Se iría de copas con Mark Zuckerberg?

—No especialmente. Soy bastante poco mitómano y, si pudiera elegir, Mark Zuckkerberg no sería de mis primeras opciones. Creo que hay gente mucho más interesante que él para compartir una noche de copas. Si al menos fuera guapo... (ríe).

Como periodista ha hecho de todo. Hasta ha escrito de fútbol... ¿No hay nada que se le resista?

—Hasta el momento, no. Cuando en la facultad me hablaban de que había que ser un periodista todoterreno, nunca imaginé que llegaría a serlo hasta tal punto. En los últimos años, ha habido días en las que tenía que escribir una nota de prensa sobre cáncer de próstata y otra sobre kiwis, para pasar luego a un artículo sobre cuidados de la barba y otro sobre un caso de LGTBfobia. Y de fútbol escribía, sí... ¡sin tener ni idea, ni gustarme! Pero le ponía empeño, trataba de no meterme en grandes jardines y acabé aprendiendo. Entre unas cosas y otras fueron casi tres años escribiendo de deportes en los que no recuerdo haber metido la pata ni una vez.

 Javier Martínez.
Javier Martínez.

Hace poco decidió emprender un proyecto personal y meterse de lleno en su faceta como coach. ¿Cuándo y por qué decidió hacerlo?

—Tras diez años trabajando en una misma agencia de comunicación, la empresa quebró y mis compañeros y yo nos quedamos sin empleo y debiéndosenos una gran cantidad de dinero, por lo que tuvimos que iniciar un proceso personal y judicial bastante desagradable. Esta crisis me sirvió para reflexionar mucho sobre qué quería hacer a partir de entonces. Cuando has entregado tantas horas de tu vida a personas que no han sabido valorarlo y que terminan traicionándote, te cambia mucho la perspectiva.

Así que paré el mundo, el mío al menos, y me puse a reflexionar sobre cómo quería que fuese mi futuro. Yo fui cliente de coaching allá por 2010 y desde entonces me había sentido atraído por él. Así que una tarde de domingo, de esas que Amaral diría que son raras, me hizo click la mente y supe que quería ser coach y ayudar a otras personas que, como yo, estuvieran viviendo una situación de cambio. Busqué una formación de calidad y me puse manos a la obra. Y, lo cierto, es que no puedo estar más feliz con aquella decisión. He descubierto en el coaching una de mis grandes pasiones. Eso sí, el periodismo, la comunicación y la escritura siguen formando parte de mi día a día. Podría decir que ahora tengo un cuarto hijo.

¿Cómo le va en YouTube? Lo veo muy suelto

—Estoy despegando todavía. Los inicios no son sencillos y hay que ir poco a poco. Hace un par de años utilizaba el canal para hablar de libros, pero fue algo temporal. Ahora lo he retomado para hablar sobre coaching, meditación, entrenamiento mental, desarrollo personal, etc. En definitiva, para transmitir mensajes que considero que son importantes y que pueden ayudar a muchas personas. Es curioso porque a pesar de haberme especializado en hombres gais, son muchas las personas de otras orientaciones o identidades sexuales que me cuentan lo mucho que les ayuda lo que cuento en los vídeos. Al final todos tenemos problemas y obstáculos similares con indiferencia de cómo seamos.

En cuanto a lo suelto que me ves, imagino que se notan aquellos veranos de prácticas en Televisión Linares (ríe). Hacer los vídeos es una forma de volver a conectar con el mundo de la tele, que me encantaba. Disfruto muchísimo con todo el proceso y así mato ese gusanillo televisivo que sigo teniendo desde aquella época. El canal va creciendo lento pero seguro. Así que seguimos nadando.

El coaching cada vez es más habitual, pero no tiene regulación oficial. ¿Cómo podemos diferenciar a un coach profesional?

—Es complicado, sobre todo teniendo en cuenta que en los últimos años se utiliza el término "coach" para muchas historias que nada tienen que ver con el coaching. Para identificar a un coach realmente profesional, lo primero que hay que hacer es fijarse en la formación que ha recibido, el centro donde la ha estudiado y los profesores que ha tenido. Hay quien se lee un libro y ya dice que es coach, por lo que hay que tener cuidado.

También es importante tener claro en qué consiste el coaching, que muchas veces se adereza con prácticas que no tienen nada que ver. Por ejemplo, si un coach te dice que te va a curar de algo, sal corriendo lo más rápido posible. Lo que, en esencia, hacemos es apoyar a su cliente a que consiga sus objetivos haciendo que adquiera conciencia de su situación y sacando todo el potencial que lleva dentro. Pero no curamos. No somos profesionales de la salud, ni tenemos pacientes. Trabajamos con clientes.

Otro punto sería buscar referencias de anteriores clientes, ver sus publicaciones en redes sociales y qué comentarios ha suscitado, si es una persona que vive en coherencia con lo que cuenta... Y si a pesar de todo, cuando inicias un proceso de coaching te das cuenta de que esa persona no es la adecuada para ti, hay que cambiar y buscar otro profesional que se adecue a lo que necesitas.

¿El coaching puede crear dependencia?

—No sé si es dependencia la palabra que utilizaría, pero en cierto modo, sí. Mi experiencia como cliente fue espectacular. Realmente me cambió la vida. Me ayudó a tener más autoestima, a cambiar prioridades y a desarrollarme como persona, y todo esto me ha hecho más feliz. Y la felicidad es adictiva. Pero lo que busca el coaching es hacer que el cliente crezca y sea capaz de afrontar sus metas por sí mismo, por lo que los procesos suelen tener una duración determinada. Digamos que nuestra función es ayudar a que el pájaro crezca para que abandone el nido y vuele por sus propios medios.

¿Se pueden conseguir todos los objetivos?

—Sí y no. Hay metas que, por inalcanzables que parezcan, se pueden llegar a conseguir superando las creencias limitantes que tenemos, trazando un plan, poniéndonos manos a la obra y combinando constancia con capacidad de adaptación. Es impresionante lo que realmente podemos llegar a conseguir si soñamos a lo grande, entrenamos nuestra mente y pasamos a la acción.

Pero también hay que ser realista y alejarse de positivismos vacíos. Si quieres ser cantante de ópera, pero no tienes aptitudes vocales para ello, por mucho que lo trabajes no lo vas a conseguir. En este caso, habría que adaptarse a un objetivo más realista. Hay que diferenciar entre lo que está en nuestra mano y lo que no depende de nosotros, para aceptar esto último y disfrutar del proceso. En caso contrario, acabaremos frustrándonos.

 Javier Martínez firma un ejemplar de 'La muerte no huele a nada' en la Biblioteca Municipal de Linares, en 2011. Foto: Hermes Comunicación.
Javier Martínez firma un ejemplar de 'La muerte no huele a nada' en la Biblioteca Municipal de Linares, en 2011. Foto: Hermes Comunicación.

Como coach dedicado al colectivo homosexual, ¿considera que sus preocupaciones y problemas son mayoritariamente vinculados a su orientación sexual?

—No es la orientación o la identidad sexual la que provoca sufrimiento, sino las ideas que sobre ellas nos transmite la sociedad. Ideas que nos acabamos creyendo y que entran a formar parte de nuestras creencias. Si cuando somos pequeños nos dijeran a todos que ser LGTB+ es algo tan "normal" como ser hetero, que vamos a ser felices y que somos igual de válidos, no habría problema alguno. Todos creceríamos viviendo nuestra vida sin preocupaciones ni traumas.

Pero claro, la realidad es bastante diferente. Por lo pronto, cuando nace un bebé todavía se da por hecho que es cis hetero, por lo que si a medida que crece se da cuenta de que su orientación o identidad son otras va a sentir que algo en él o ella no es como su entorno está esperando que sea. Y a partir de ahí, imagínate la cantidad de mensajes negativos que recibimos, que llegan a su máximo exponente con las agresiones físicas. Haber sido víctima de LGTBfobia deja unas enormes secuelas psicológicas, como por ejemplo Trastorno de Estrés Postraumático. Es algo muy serio.

Es un activista de los derechos LGTB+. ¿Queda mucho camino por recorrer?

—Muchísimo. Desde que en España se aprobó la ley del matrimonio igualitario en 2005, hay una sensación generalizada fuera del colectivo de que la igualdad es real, de que se ha acabado la LGTBfobia, pero nada más lejos de la realidad. Ese fue un paso importantísimo, claro que sí, y también hay mayor tolerancia que hace unos años, pero en absoluto está todo hecho. Sin ir más lejos, el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia registró 35 incidentes de odio contra el colectivo en la capital únicamente durante la semana del Orgullo LGTB+ de este año. Y esto solo es la punta del iceberg.

La LGTBfobia también está en muchos pequeños detalles, que tenemos tan asumidos como normales que ni nos damos cuenta. Por ejemplo, hace unos días vi en Facebook la foto del presunto agresor del caso de violencia machista que ha habido recientemente en Linares. Pues bien, eran varias las personas que le atacaban llamándole maricón, insulto homófobo por excelencia. Es decir, estaban equiparando a un presunto maltratador con un homosexual y, no nos engañemos, si esto lo hacían en redes sociales, es bastante probable que lo hagan también en casa. Si uno de sus hijos es gay y está en el armario, ¿cómo crees que se va a sentir al escuchar a su padre o a su madre llamar maricón a un presunto maltratador?

Me dicen que su segunda novela está en el horno. ¿Cuándo la tendremos en nuestras manos?

—Me gustaría decirte que pronto, pero no creo que sea así. Queda mucho por escribir, por revisar, encontrar una editorial que esté interesada... Es un proceso largo, pero en ello estoy. Ojalá que en breve pueda contarte algo más.

Sea bueno y adelánteme algo.

—Estoy tan metido en el proceso y viviendo tantos cambios últimamente, que igual te adelanto algo y al final el resultado no tiene nada que ver. Así que mejor guardo silencio y, de paso, me hago el interesante (ríe).

Lee muchísimo. ¿Recomiéndeme algún libro para las vacaciones?

—Te voy a recomendar el último que he leído, que justo lo terminé ayer: 'No sabes lo que me cuesta escribir esto' (Blackie Books) de Olivia Rueda. Es una autobiografía en la que la autora narra cómo afrontó las secuelas de un derrame cerebral que le obligó a tener que aprender de nuevo a hablar y a escribir. Es una historia dura pero contada desde un punto de vista que transmite cierto bienestar. Nos ayuda a cambiar la percepción sobre lo que es importante en la vida.

Tiene tres masters. ¿A usted no le aprobaron sin asistir a clase, imagino?

—Dicho así suena más pedante y pomposo de lo que pensaba (ríe). En definitiva, lo que he hecho ha sido formarme en áreas que me interesaba. El primero de ellos, sobre comunicación empresarial, sí lo hice con fines laborales y buscando un título que me abriera puertas en la profesión. Con el segundo, sobre escritura creativa, buscaba ampliar conocimientos como escritos, y el último, un Experto en Coaching y Desarrollo Personal, ha sido clave para profesionalizarme como coach. Y sí, fui siempre a clase, palabrita.

¿Qué es para usted la felicidad?

—En un sentido espiritual, la felicidad para mí es estar en calma, libre de ansiedad, de estrés, de preocupación. Paz interior y felicidad, en mi caso, van de la mano. Y en un sentido más terrenal, mi felicidad es disfrutar de unas cañas y unas tapas en un buen bar de Linares con la gente que quiero. Pocas cosas hay que aporten más felicidad que eso.

Puedes encontrar más vídeos de Javier Martínez en el siguiente enlace

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