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"De la montaña vuelves pletórico, con ganas de currar"

Por Javier Cano - Febrero 04, 2023
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"De la montaña vuelves pletórico, con ganas de currar"
Julián Montero Millán, en el Mulhacén.

La vida laboral de Julián Montero Millán (Jaén, 1966) se desenvuelve entre papeles, burocracia, atención a la gente... Labores administrativas, hablando en plata. Pero en cuanto ficha y toca calle, los ojos le hacen chiribitas nada más coincidir con el bellísimo horizonte continuo de cumbres que abraza a la ciudad.

Ayer mismo presentó en la UPM su primer libro, Búscame en la cima. Un manual de iniciación para aquellos que, como a él mismo le ocurre, se les quedan cortos los cuestarrones de la capital y necesitan la montaña como el comer. 

—Por muy poco, por unas cuantas letras no es usted montañero incluso de apellido. ¿Fue en el seno familiar donde se empapó del gusto por las alturas, donde le enseñaron a alejarse de la ciudad para encontrarse?

—La montaña es mi pasión desde hace una década, y es una de las mejores cosas que me ha podido ocurrir, pero no me viene de ahí, no. Soy el primero de la familia, lo que pasa es que quien me conoce sabe que cuando estoy en un sitio y me apasiona lo que estoy haciendo en ese momento, doy un 200 o un 300 por ciento, entrego el alma y el corazón en aquello que creo. 

—Es decir, que Julián Montero Millán cree en la montaña, es mucho más que una afición... 

—La montaña te transforma como ser humano, te hace buscar una armonía, un equilibrio interior.

—¿La definiría usted como una suerte de Camino Jacobeo pero en vertical?

—Exactamente; la montaña, si la vives como hay que vivirla, es un escenario que te ayuda a hallar esa armonía, ese encuentro con lo que el ser humano y esta sociedad urbanita echamos en falta.

—¿Cómo fue ese primer encuentro con la montaña?

—Fue a través de un amigo, un montañero cualificado conocido en el mundo de la montaña como 'Pepe Camel', que tras una conversación en la calle me empezó a hablar de su pasión, de la montaña. Fue tan atrayente y gratificante esa charla, que me empujó a buscar un club de montaña para iniciar mi andadura. Luego he ido evolucionando y como tengo la característica personal de que en todo lo que me implico doy un 300 por cien y me gusta saber, aprender, ir más allá, probé otras especialidades dentro de la montaña, como pueden ser los viajes raftas, el mundo de las cuevas subterráneas, subir a picos en alta montaña...

—Termina usted la semana laboral y se echa al monte; cuando llegue el lunes, volverá al trabajo satisfecho pero 'guarnío', ¿no?

—Tengo la necesidad personal de buscar la montaña, la montaña nos llama a los que la vivimos intensamente, necesitamos cargar las pilas saliendo los fines de semana al menos; por muy dura que sea la semana, nos regala ese punto de equilibrio. Aunque vengamos con las piernas machacadas, nos da el punto de equilibrio emocional y mental para empezar el lunes. Venimos pletóricos, con ganas de currar, de pegar el apretón que la semana nos exige.  

—Vamos, que como ha titulado usted su libro, que lo busquen en la cima.

—El título puede parecer algo presuntuoso pero no, al comenzar a leerlo te das cuenta de dónde quiero llevar a la gente. 

—¿Y dónde quiere llevarla? Cuente, cuente Julián. 

—A que se dé cuenta de que el auténtico montañero es humilde, de que intenta ser compañero de sus compañeros. La esencia del montañero trae consigo muchas virtudes en esa línea de humildad, de compromiso, de ese impacto cero en la montaña, intentando no dejar rastro. El auténtico montañero la respeta, sale a la montaña e intenta estar en armonía con ella. 

—De vértigo, señor Montero, nada de nada...

—Mucha gente confunde montaña con alta montaña, piensa que es lo mismo y no tiene nada que ver, es otra liga. Una cosa es moverte a 600, 800 o a 1.000 metros de altura (que son los picos que de forma genérica hay alrededor de Jaén) y otra organizar una travesía en alta montaña, subir al Mulhacén, al Veleta o a un pico mítico de los Pirineos. Todo lo que sea más de 2.500 metros, nuestros cuerpos, nuestra cabeza, nuestro sistema nervioso funcionan de forma diferente. Por lo tanto hay que saber qué tipo de actividad intentas desarrollar. Eso quiero dejarlo claro también en mi libro.  

—Dejarlo claro, ¿a quién? ¿Al montañero consumado o al que empieza en este apasionante mundo?

—El libro va destinado al perfil del montañero de base. Cualquiera de nosotros, los aficionados a la montaña, buscaba un libro para entretenerse o aprender y se encontraba con libros técnicos, destinados a monitores o guías de montaña pero nunca a los montañeros de base, a ese aluvión de personas que cuando tienen un día libre cogen su mochila y se van con los amigos o la familia a echar un día de montaña por la provincia de Jaém. Al detectar que nadie se había preocupado de formar al montañero de base, pensé comprometerme con ellos, fue como una deuda que tenía interiormente, moralmente, un compromiso ético. He aprendido tanto de mis maestros que me sentía en la obligación de escribir un texto que sirviera como herramienta para los montañeros de base, para que salieran con seguridad. 

—Usted es un jaenero confeso, un hombre comprometido con las tradiciones y la historia de su patria chica. ¿Qué presencia tiene Jaén en su libro? 

—Bastante. El libro está compuesto por un 50 por ciento de carácter técnico, formativo, cómo hay que planificar una ruta, desmontanto muchos tópicos y dejando meridianamente claros los aspectos que debe tener en cuenta una persona para ello. Y el otro 50 por ciento es una especie de regalo que hago al lector, con 47 rutas por la provincia, un paseo por las diferentes civilizaciones que han estado en la tierra del Santo Reino.

—La aventura de la montaña está claro que se la lleva de calle pero, ¿y la literaria? ¿Ha sentido más vértigo al borde del folio en blanco que de una cumbre? 

—Ese miedo ya lo he pasado, ya me veo como el que va montado en un fórmula 1 metiendo el pie en quinta y viendo la meta final. Estoy feliz, tranquilo. He escrito este libro con el corazón, no es un acto de vanidad sino un deber ético con mis amigos, con mis hermanos e incluso con quienes no conozco pero no deseo que se pongan en riesgo. La montaña mata si no lo haces bien, y un día placentero de sol y sin viento, sin planificación, se puede convertir en un día penoso. 

 Portada del libro.
Portada del libro.

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