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"Que Franco siga en el Valle de los Caídos es una anomalía de la democracia"

Por Javier Esturillo - Enero 06, 2019

Miguel Ángel Valdivia (Jaén, 1955) es una de las personas que más ha batallado por restaurar la memoria de todos aquellos que murieron o fueron represialiados bajo el yugo de una de las dictaduras más largas de la Europa. Es el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de la provincia de Jaén desde la que ha impulsado innumerables iniciativas para que los familiares de las víctimas puedan suturar las viejas heridas abiertas por una guerra atroz y un régimen irracional para, de este modo, poder vivir en paz. Su lucha es evitar el olvido, lograr la verdad, la reparación y la concordia.

Profesor de Historia del instituto Virgen del Carmen ya jubilado, Miguel Ángel Valdivia es un conversador nato. Con él, una charla puede durar horas y de todas ellas se saca una conclusión: solo con diálogo, libertad y democracia avanza una sociedad. Habla con conocimiento de causa, su familia y él sufrieron en sus propias carnes la represión del franquismo. De aquella España en blanco y negro en la que toda aquel que luchaba por los valores democráticos era perseguido. Cree que la Transición dejó demasiados flecos sueltos que ahora colectivos como el suyo tratan de cerrar a través de leyes como la aprobada en el Parlamento de Andalucía de Memoria Histórica y Democrática que, a su juicio, corre serio peligro con la llegada de la ultraderecha a la Cámara autonómica.

¿Qué le lleva a implicarse en la recuperación de la memoria histórica?

—Mi familia fue represaliada por el franquismo, entre ellos mi abuelo, mi padre, mi madre, mi tío Paco y otros muchos amigos y compañeros de mi padre y de mi madre. Pero fue a partir de 2004 cuando me involucré en un movimiento organizado para la recuperación de la memoria histórica. Fue cuando el anterior presidente y otros asociados me pidieron que, como hijo de represaliado, y yo represaliado por el tardofranquismo, en Granada en 1977, formara parte de la asociación. Al poco tiempo me metí y tras la dimisión del presidente me hice cargo del colectivo, y aquí sigo.

¿Cuántos jiennenses hay en las cunetas?

—Tanto soldados republicanos, identificados por sus fichas, como represaliados después de la guerra, hablamos de unos 3.500 en la provincia y en otros lugares de España, ya sea en cunetas o en fosas sin nombre, otros tantos miles.

¿La memoria histórica es para todos?

—Es para todos los demócratas. Pensamos que solo es para los republicanos, pero mucha gente no sabe que los monárquicos que se presentaron como diputados o concejales durante la República no fueron a la cárcel, pero sí se le abrieron expedientes de responsabilidad política con multas grandísimas de miles pesetas por el franquismo.

¿No es reabrir viejas heridas? ¿No dejó claro la Transición que había que pasar página?

—Todo lo contrario, es recordar para no olvidar todo lo que pasó el pueblo español. Fueron más de medio millón de muertos en la Guerra Civil y la represión y un millón y medio de encarcelados por sus ideas políticas. Sin olvidar a ese otro medio millón de españoles que se vieron obligados a exiliarse. Eso fue una tragedia para España que no debe volver a ocurrir ni tampoco borrarse de nuestras memorias. Por eso lo recordamos, sobre todo para que la gente joven sea consciente de lo que pasó desde 1936 hasta 1977.

¿Cuántos nietos, hijos, sobrinos... han llorado sobre sus hombros?

—Muchos, y yo el primero, porque cuando se consigue algo de reconocimiento después de todo lo sufrido, la gente te lo agradece, directa o indirectamente. Quiere que sus familiares represaliados tengan unos hitos, unos monumentos, unos libros para que no se olvide que murieron por defender la democracia y la libertad.

¿Por qué este asunto genera tanta polémica?

—Cuarenta años de dictadura no pasan en balde. Estamos viendo un movimiento que se declara abiertamente franquista. Siempre ha habido sociológicamente un 30 por ciento del electorado que comulgaba con esas ideas, pero ya lo estamos viendo claramente. Son todos aquellos que quieren un Estado autoritario y dictador.

Creo que los demócratas hemos sido también algo débiles en explicar la verdad de lo que pasó desde el 36 hasta el 77. Pienso que se debería de explicar mejor para que la gente sepa que aquello fue un error que no puede volver a pasar nunca jamás.

¿Cree que la Transición dejó demasiados flecos sueltos?

—Para conseguir la democracia hubo que hacer muchas concesiones. No se hizo una ruptura total. Fue algo pactado para conseguir derechos y libertades perdidos en 1939. Todavía quedan flecos que no hemos sabido cerrar. Esperemos que durante los próximos años seamos capaces de eliminar el tufo que todavía queda a franquismo.

Fue uno de los que más luchó por la ley sobre memoria democrática en Andalucía. Vox ha llegado al Parlamento con ganas de revisar muchas normas. ¿Cree que la memoria histórica corre peligro?

—Sí, porque lo dice en su programa. Está entre sus diez puntos básicos. Por tanto no me extraña. Todo ello sin olvidar que Partido Popular y Ciudadanos se abstuvieron en la votación.

¿Le decepciona?

—Me decepciona que después de tantos años haya gente que olvide lo que el pueblo español sufrió.

Hablemos de la polémica exhumación de los restos de Franco.

—Es una anomalía democrática que un dictador que hizo tanto sufrir a su pueblo tenga un mausoleo o un monumento en su honor. Ninguna dictadura de Europa o América del Sur tiene ese tipo de personajes enterrados con honores. Por lo tanto, pienso que Franco debería ir con su mujer que está enterrada en el Pardo, y dejar el Valle de los Caídos como lugar para que sea un centro de interpretación de la memoria histórica de todos los españoles.

Si repasamos la Historia, los dictadores europeos fueron limpiados del mapa. ¿Por qué cuesta tanto aquí?

—Porque después de cuarenta años de dictadura ese pasado es muy difícil de borrar. En Alemania e Italia, nada más acabar la II Guerra Mundial, se transformaron en democracias. Fue más fácil olvidarlos que en un país sometido a tantos años de dictadura. Tanto en Alemania como en Italia hubo una ruptura total, mientras que aquí fue parcial.

Tenemos hasta un torturador, Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño', en la calle.

—Así de lamentable es. En base a la ley de amnistía de 1977 se dice que no se le puede juzgar. Es duro, pero la Justicia es así.

¿Cómo recuerda la represión en Jaén?

—En blanco y negro. Aquí en Jaén prácticamente no se movía nadie. La gente de izquierdas se movía a niveles muy íntimos, en sus casas, en algún bar, pero poco más. Los años 40 fueron durísimos y Jaén quedó muy desmembrada. Hubo intentos de reconstruir los partidos que habían funcionado durante la II República, como el Partido Comunista, pero caían sus comités provinciales. El PSOE también lo intentó hasta 1947. Incluso hubo un movimiento guerrillero en las sierras, pero llegó la Guerra Fría y la gente vio que no era fácil acabar con el franquismo. Por ello, optaron por otros métodos como integrarse en los sindicatos verticales, como hizo Comisiones Obreras, y luchar en aquellas ciudades donde había más movimiento estudiantil y obrero.

En capitales pequeñas, como Jaén, donde se conocía todo el mundo, era muy complicado porque se sabía qué ocurría si intentabas algo. Mi padre, por ejemplo, después de salir dos veces de la cárcel, cuando venía Franco a cazar a la provincia, tenía que ir dos o tres días a comisaría, a pesar de que no había hecho nada ni estaba organizando nada. Era un represaliado muy destacado y había que tenerlo controlado porque lo decía la Policía o el Gobernador Civil de turno.

 Miguel Ángel Valdivivia, en la Plaza de la Libertad de Jaén.
Miguel Ángel Valdivivia, en la Plaza de la Libertad de Jaén.

¿Qué hizo Franco por Jaén?

—Muy poco. El Plan Jaén, salvo Santana en Linares, todos lo demás proyectos fracasaron. Jaén siguió siendo una provincia eminentemente agrícola, en la que el olivar con sus latifundios dominó -y sigue dominando- el panorama económico. Sabemos que hace falta industrializarla, que necesita una serie de puertos secos que sean zonas industriales en torno a la autovía Madrid-Sevilla-Cádiz.

Y qué piensa cuando escucha eso de que con Franco vivíamos mejor.

—Pues que no es cierto. Por ejemplo, esta conversación que estamos teniendo, con el dictador no hubiera sido posible. Yo les he explicado muchas veces a mis alumnos del instituto Virgen del Carmen, donde yo había estudiado antes, en debates que surgían en clase que, antes de 1975, no se podía hablar con esa libertad. Por lo tanto, no sé quién vivía mejor con Franco. Bueno sí, una minoría.

Jaén, con el franquismo, se quedó muy despoblada. Perdió hasta 100.000 habitantes que se fueron al resto de España y de Europa. Supongo que si la gente hubiera estado tan bien y con un puesto de trabajo no tendría que haber emigrado.

Salvo en zonas industriales, como Linares, la provincia careció de un movimiento antifranquista destacado.

—Hubo mucho silencio obligado y mucha gente amordazada. En Linares, en cambio, había una concentración de miles de trabajadores que permitió que se estructuraran organizaciones, como Comisiones Obreras, la UGT, el PSOE, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) o las Juventudes Obras Católicas (JOC). Por el contrario, en Jaén había muy poca industria. Estaban Cervezas Alcázar y Cuétara y no miles de trabajadores, sino unos cientos. Y todo muy controlado. Aquí, en la capital, el movimiento político fue escaso.

¿Cree que han de pasar generaciones para que de una vez por todas olvidemos todo esto?

—Pienso que sí. Pero todo empieza por sacar a Franco del Valle de los Caídos, y cuando se explique bien lo que pasó se verá que todo aquello no puede repetirse y que somos parte de Europa, que es el camino a seguir.

¿Por qué la gente joven es reacia a conocer este pasado de la Historia de España?

—En mi clase sí estaban interesados. Básicamente porque los libros de texto obligaban. Luego había un sector del profesorado al que no le interesaba porque estaba al final del temario y con esa excusa pues no se daba o se daba de determinada manera. Recuerdo a un profesor de principios de la democracia que le decía el jefe de Departamento que había que explicar la Constitución. Él, como había votado en contra, pues le contestó que qué Constitución iba a explicar. Con esa respuesta, pues imagínese. Y, como este, había bastantes en aquella época. 

Muchos de los que votan ahora a partidos de ultraderecha lo hacen como respuesta al independentismo. Además, recuerdan que con Franco no había estos problemas en Euskadi o Cataluña porque no se movía nadie.

—Eso de que no se movía nadie... Durante el franquismo nació ETA y llegó a matar al jefe del Gobierno, Carrero Blanco, entre cientos de militares e integrantes de las fuerzas de seguridad. Y, en Cataluña, el mismo Jordi Puyol fue encarcelado por exhibir una cuatribarrada cuando estuvo Franco en el Palau de Barcelona. O sea que sí había movimiento en aquellos lugares porque había industria y organizaciones políticas nacionalistas, de izquierdas y democráticas. Cosa que no ocurría en Andalucía, salvo en Sevilla, Málaga, Linares, en la provincia de Jaén, y poco más.  

Le pido que haga un ejercicio de imaginación. ¿Cómo hubiera sido España sin el régimen franquista?

—Muy diferente. Si Franco hubiera optado por una monarquía parlamentaria tras la guerra, a partir del 45, nos habríamos beneficiado de los fondos del Plan Marshall, 14.000 millones de dólares de la época que ayudaron a reconstruir Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo, es decir, toda la Europa castigada por el nazismo. España hubiera salido del subdesarrollo, mucho antes de la década de los 60, como ocurrió con Franco. Eso se sufrió.

En Europa, en el siglo XX, hubo otras guerras civiles, como en Finlandia o en Grecia, pero, al poco tiempo, los políticos de una ideología y otra se pusieron de acuerdo para olvidar esto y vamos a instaurar un régimen democrático. Aquí fueron cuarenta años de dictadura.

¿Qué me dice de Otíñar?

—El amo de Otíñar fue un militar franquista que se levantó contra el régimen democrático. Huyó y dejó aquello sin poder. Luego lo ocupó una colectividad que trabajó la tierra y produjo muchísimo. Posteriormente, a la vuelta del amo a la propiedad, impuso casi un feudalismo. Aquella gente no se olvida de cómo fue obligada a irse de aquel sitio donde sus padres y sus abuelos habían trabajado la tierra como colonos, de una forma muy explotada. Solo se quedaban con un tercio de lo que producían; el resto iba para el amo. A pesar de eso, seguían allí trabajando, esperando que fuera a mejor, pero fue a peor a partir de 1939. Otíñar fue un pueblo que desapareció por el amo. Los hijos y nietos de aquellos colonos lo quieren reivindicar como un lugar de la memoria histórica.

Fotos y vídeo: Esperanza Calzado.

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COMENTARIOS

Sebas Triay

Sebas Triay Enero 06, 2019

La democracia no es una anomalía, en ella no ha pasado nada. La anomalía está en una izquierda que todavía vive en rencor y en el odio de haber perdido una guerra civil, nunca aceptó el espíritu de la transición y la paz que nos dimos todos y quiere cambiar o arreglar ahora la historia intentando denigrar precisamente al que les venció, el General Franco, porque si fuera por buenas formas y con consentimiento de la familia se hubiese exhumado y llevado a la tumba propiedad de la familia en La Almudena, pero no, sólo nos venden la engañifa del motivo de los caídos y además ni permiten enterrarlo en la catedral, con ello han enseñado la patita de las verdaderas intenciones, el guerracivilismo.

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Antonio Pérez Fernández

Antonio Pérez Fernández Enero 06, 2019

Dentro de 500 años, algunos todavía recordaran con odio a Franco, por haber sido el único general que derrotó al comunismo en el mundo y eso no lo olvidarán nunca y seguirán odiándolo. Gran pérdida de tiempo lo de odiar, pues solo lo sufre el que odia y no el odiado. Pero mientras el mundo avanza y ellos a lo suyo, odiar y nada más y ademas se hacen llamar progresistas a pesar del frenazo que sufren en el progreso. España es diferente y además tan fuerte, que pervive a pesar de los españoles y seguramente está condenada a repetir su Historia, por el olvido que hacemos de esta. Espero no vivir para verlo.

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