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"Saber quién organizó el tren de la muerte es muy difícil"

Por Javier Cano - Enero 07, 2020
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Hace casi nueve años que el escritor, historiador, periodista y profesor Santiago Mata (Valladolid, 1965) publicó sus investigaciones sobre El tren de la muerte, uno de los más trágicos episodios de la Guerra Civil Española cuyo punto de partida fue Jaén. Hoy da a conocer este trabajo a los jiennenses, que incluye el sobrecogedor testimonio del único superviviente de la tragedia que quedaba vivo en el momento de escribir el libro. La cita es en la Biblioteca Pública Provincial, a partir de las siete.

El tren de la muerte vio la luz en 2011, pero hasta esta misma tarde no hace parada en Jaén. ¿Por qué ha tardado tanto en llegar al punto de partida del trágico episodio que le da título?

—Solo se han hecho en los lugares que me lo han propuesto, y es la primera vez que se han interesado desde Jaén.

—Le resultará significativo venir a presentar su trabajo precisamente al territorio del que partieron los trenes de la muerte, ¿no?

—Sí, la verdad es que sí. Casi todas las víctimas procedían de Jaén, y aquí es donde más tienen que ser recordadas. 

—¿Por qué decidió investigar esta tragedia en concreto?

—Yo vivo en el lugar donde fueron fusiladas las personas del segundo tren. Aunque soy historiador, en realidad fue la curiosidad. Me vine a vivir a Villaverde y y vi que en los libros había una contradicción: unos decían que el fusilamiento había sido en Vallecas y otros que en Villaverde. Me llamó la atención y, rascando un poco, me di cuenta de que realmente nadie sabía dónde había sido, no se había investigado. En primer lugar me propuse encontrar el lugar concreto y luego fui tirando de los hilos.

—Después de tantos años de aquella tragedia, no le resultaría fácil dar con el lugar exacto, con los detalles de lo que sucedió, ¿verdad?

—Bueno, tuve mucha suerte y encontré al único superviviente que quedaba, Leocadio Moreno, un hombre de Cazorla que llevaba toda su vida en Madrid. Para mí fue una gran satisfacción.

—¿Qué le sorprendió más de la historia de Moreno?

—Que, por extraño que parezca, este hombre, en setenta años, nunca había contado su historia. En el mundo en el que vivimos, que cualquier cosa que nos pasa la contamos, hacemos tertulias de horas en la radio y la televisión, hay gente que está curtida de otra manera, y mucha de la gente que vivió la guerra calló sus historias. 

—Su testimonio debió de sobrecogerle...

—La verdad es que sí. Y sobre todo su personalidad, el hecho de no haberse hecho la víctima durante tanto tiempo y vivir de ello. No se lo había contado ni siquiera a sus padres ni a sus hijos. En un momento dado me dijo que con esta investigación le había hecho revivir no solo aquellos acontecimientos, sino su propia vida, que estaba apagada. Él pensaba que todo "esto debía hacerse, para honrar a las personas que murieron". 

—¿El tren de la muerte arroja datos sobre los culpables de la matanza?

—No, eso es muy difícil, y además sería caer en el error de encasillar cosas muy complejas en conclusiones muy sencillas, establecer bandos de buenos y de malos. Mi conclusión es que los hombres somos libres y en todas partes cuecen habas. En una revolución no hacen falta dar órdenes, todo el mundo está subido en ese carro y está dispuesto a matar, solo hace falta que te inspiren para ello. 

—Pero, ¿por qué se organizaron esos trenes, qué intención había detrás?

—Dentro de Jaén, por ejemplo, el gobernador civil tenía buena intención, sacó a esa gente de la cárcel para salvarles la vida, porque ya había habido episodios de matanzas de presos en otras cárceles, quería protegerlos; entonces, como el director general de prisiones era de Jaén, le pidió un lugar seguro para estos rehenes, porque consideraba que no estaban seguros aquí. Él consideraba que tenía suficientes resortes como para poder trasladarlos a Madrid, y lo consiguió con el primer tren, relativamente; pero ya había consignas de matar a esos rehenes. A partir de ahí no se puede acusar a nadie en concreto, por mucho que sepamos que en Jaén hubo un diputado socialista, muy agitador, que llamó por teléfono para que se les matara.

—De alguna manera, ¿apunta al PSOE jiennense de la época?

—No, no, en absoluto. Él era una persona muy dispuesta a matar incluso a sus amigos, más o menos está admitido que este hombre llamó, pero ahí está Flórez Urdapilleta, diputado socialista también, que tenía un hijo en el primer tren. ¿Cómo va a mandar un diputado socialista a su propio hijo a la muerte? Él pensaba que su hijo estaría más seguro en el tren que en la cárcel. No podemos decir que ningún partido en concreto se dedicó a organizar esta matanza, como mucho a personas particulares, y en todo caso se organizó ya en Madrid.

—¿Y a personas concretas?

—El primer tren llega a Atocha casi sin incidentes, pero ya en la estación hubo jaleo y hasta hubo quien estaba dispuesto a quemar el tren. Hay muchos testimonios de gente del primer tren que aseguraba haber visto allí a la Pasionaria, pero yo me pregunto quién puede estar seguro de ello, muchas de esas personas ni siquiera la habían visto antes. Puede ser, más bien, producto de la confusión en medio de aquella masa tumultuaria.

—¿Algo así como quienes aseguran que Santiago Carrillo estuvo detrás de la matanza de Paracuellos del Jarama?

—Carrillo, menos firmar papeles (que se los hacía firmar a su segundo), consta que organizó la matanza de Paracuellos. Pero de la Pasionaria no tenemos datos que nos digan que el día de la tragedia del tren de la muerte estaba en Atocha.

—¿Qué aporta su libro a la historia de la Guerra Civil y al momento histórico de la España de hoy?

—Más allá de la satisfacción científica de haber encontrado el lugar o haber descubierto exactamente qué pasó (que nunca se puede saber exactamente), creo que todos tenemos que aprender de los sucesos del pasado, de escarmentar. Algunos toman esto de la memoria como venganza, como si hubiera que reparar a los muertos haciendo otro mal, pero yo no lo entiendo así. En este libro no apuesto por ningún bando de la guerra, sino por aprender a convivir a través de unos hechos que nos pueden enseñar tanto. 

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