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"Muchos lectores dicen estar cautivados por la sensibilidad de mi libro"

Por Javier Cano - Mayo 01, 2022
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"Muchos lectores dicen estar cautivados por la sensibilidad de mi libro"
El autor firma un ejemplar en el acto de presentación del libro en su pueblo natal. Foto: Ayuntamiento de Huelma.

El escritor huelmense Juan de Dios Villanueva invita a un hondo itinerario interior en Acordes de tormenta y cielo, a través de sugerentes prosas poéticas

Un paseo por el currículo literario de Juan de Dios Villanueva Roa (Huelma, 1960) deja claro que la experiencia y la capacidad de sorprender están de todo menos reñidas. 

Sí, después de seis títulos publicados a lo largo de los últimos veintitrés años, este discreto escritor (en el mejor de los sentidos del término) que ha cultivado con éxito casi todos los géneros pasea ahora por ferias del libro y casas de la cultura su última producción, Acordes de tormenta y cielo, con la que debuta como autor de prosa poética: 

"Surgió hablando con mi compañera, editora y correctora Andrea Felipe, quien me dijo que si se le daba un giro a esos poemas, ganarían. Me gustó, fuimos adaptándolos y salieron estos sesenta textos que creo que han ganado bastante, sobre todo en originalidad".

Lo dicho, capacidad de sorprender y hasta de autosorprenderse en alguien que acumula en su trayectoria vivencias de esas con las que más de un escribidor sustentaría su carrera:

"El día que Luis García Montero recibió la noticia de que había ganado el Premio Adonáis [1982, el año del Mundial], yo estaba con él en la Madraza de Granada, los dos jovencitos, expectantes, rodeados de viejos, como yo soy ahora", evoca el creador huelmense, afincado en la Ciudad de la Alhambra desde hace décadas a cuenta de su profesión: la docencia, que comparte con la literatura y sus colaboraciones periodísticas, con solera de muchos lustros también. 

ACORDES DE TORMENTA Y CIELO

Con estos mimbres, Villanueva Roa ofrece ahora a sus lectores lo que él mismo define como un "libro de interioridades", una suerte de itinerario íntimo presidido temáticamente "por la dualidad de la existencia":  

"Voy haciendo un hilván entre las realidades que componen la vida, la soledad (que puede ser buena o mala), la muerte (que es inevitable), el dolor y la alegría del amor, las frustraciones, el paso inexorable del tiempo...". Lo que destila, por poner un ejemplo, el Estudio sin luz de Andrés Segovia, su belleza trágica...  

Y en plena y efusiva pospandemia, además, "el miedo a perder lo que se tiene cuando se tiene conciencia de ello": "Si algo nos ha hecho ver la pandemia es que estábamos perdiendo a seres queridos que teníamos y que, de pronto, ya no estaban. Quien no sabe lo que tiene no tiene miedo, pero cuando lo descubre, el miedo sí que surge". Frase digna del pie de página de una agenda, vaya que sí. 

Acaso esa proximidad de pensamiento entre quien asiste a estas páginas y el poeta en prosa esté detrás de las satisfacciones que este trabajo le está procurando: 

"Muchos lectores me dicen que se sienten cautivados por la sensibilidad de esos textos, y me está sorprendiendo muchísimo (porque realmente no esperaba esa respuesta) la identificación con los textos por parte de las lectoras, más que de los lectores, aunque he visto a algunos escuchantes saltárseles las lágrimas al escucharlos", explica. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, reza el refrán. 

Enfrascado ya en su próxima publicación (un libro capitalizado por el misterio de las caras de Bélmez y su propia experiencia vital con María, la "misteriosa" dueña de la casa donde habitan los sobrecogedores rostros), disfruta el buen sabor que lleva en la boca desde hace nada y menos, desde el día mismo que se acercó a su patria chica a presentar su último título:

"Cada vez que puedo, me escapo a Huelma". Y cada vez que lo hace, sus paisanos se escapan a compartir con él su nueva propuesta literaria. 

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